jueves, 12 de junio de 2014

Soporte técnico de Orange, ése gran competente

Sí, su competencia es inversamente proporcional al amor que les prodigo. Orange, esa cosa que hace llamarse compañía de telefonía me tiene hasta la mismísima última mecha de mi rubia melena. No os voy a aburrir con los detalles, solo os dejaré un escrito real que les acabo de mandar por eso, por su absoluta competencia. Los problemas que tengo, además y que no son pocos, por parte de la empresa, la cual también tiene los servicios contratados con esta cosa (sí, el hombre es el único ser que tropiezas dos y mil veces con la misma piedra), lo dejo para más adelante, que no quiero cabrearme más de lo que lo estoy. Si no os contesto a los mensajes, por favor, buscad en los hospitales, porque mi querida naranja habrá sido la culpable del infarto que me deje postrada en una cama. 

Ahora sí, os dejo con mi carta dirigida al Departamento de Bajas de Orange. Solo una cosa más, por favor, escribid vuestros comentarios para hacerme sentir mejor pensando que no soy la única pringada a la que esta compañía tima una y otra vez. Una y otra vez. Pero ésta es la última, lo juro. Antes, muerta.

(Ésta es solo uno de los problemas que he tenido con esta empresa. No os vayáis a pensar que es el único. No, hombre, no).

Yo, Albuli, con DNI XXXXXXXXX-X, solicito la baja de línea de Internet Everywhere con código X-XXXXXXXXX y teléfono XXXXXXXXX a la mayor brevedad posible.

El motivo por el cual pido dicha baja es la absoluta disconformidad con el servicio contratado –de manera totalmente irregular-, además de la negativa por parte de la compañía a mis peticiones para intentar solucionar este problema antes de llegar, finalmente, a la baja de dicha línea. Me explico:

El pasado 22 de mayo de 2014 contraté una línea móvil de Internet Everywhere de 1Gb por 10,89€ (IVA INCLUIDO). En dicho contrato y fecha, JAMÁS se me expuso la posibilidad de que el sistema operativo de mi ordenador con el cual iba a trabajar pudiese ser INCOMPATIBLE con el pincho USB que iba a utilizar. En caso de que se me hubiese hecho esa simple pregunta (“¿Qué tipo de sistema operativo tiene su ordenador?” “Windows 8” “Entonces no funcionará correctamente con el pincho USB” ¿Veis qué sencillo hubiera sido?) NO hubiese contratado dicha tarifa.

Cuál es mi sorpresa cuando, en mitad del campo -e incomunicada-, tuve que llamar a Orange una media de 10 veces para reclamar que el Internet que había contratado NO funcionaba (les insto a que se echen unas risas escuchando dichas conversaciones con su queridísimo y a la par que competente soporte técnico. Guiño, guiño). Tras, repito, una decena de llamadas –una de ellas a un 902, que, por supuesto, me incluirán en mi factura, de eso ustedes no se olvidan- se me dice que “mi sistema operativo es incompatible con un pincho USB y que necesito descargarme un parche de compatibilidad para el correcto funcionamiento de Internet –o funcionamiento, al fin y al cabo. A lo que yo me pregunto “perdónenme, pero, ¿son bobos? ¿Cómo coño voy a descargarme algo de INTERNET CUANDO NO TENGO INTERNET?”- Déjenlo, es una pregunta retórica.

Siguiente cuestión: Una vez reubicada en Madrid, procedí –vía WiFi, porque claro, no tengo Internet móvil, debido a que nadie me avisó de que NO me funcionaría- a descargar el dichoso parche y, sobra decir, que TAMPOCO funciona con el mismo. Tras aumentar mi cabreo de forma considerable, acudí a una tienda física de Orange y se me avisó de que tendría que adquirir un dispositivo de WiFi móvil y el cual me costaría la friolera de 80€ y que, “si lo hubiese cogido el día en que firmé el contrato, no hubiese incurrido en ningún sobrecoste de este calibre” (Volvemos a lo mismo: ¡¡Con lo fácil que hubiera sido que ese dichoso 22 de mayo se me hubiese preguntado por mi sistema operativo!!). Tras, obviamente, recibir la dependienta un NO de mi persona más grande que una casa, me expuso otra posibilidad: Dar de baja la línea que ahora os estoy pidiendo el cese, ya que no tiene permanencia, y contratar una nueva, pero ¡ojo! esta vez sí, con una permanencia de 24 meses y pagando por el dichoso WiFi móvil una cantidad de 50€. Perdónenme, pero, ¿creen de veras que voy a contratar algo por 24 MESES + 50€ de un dispositivo cuando ni siquiera sé si me va a funcionar el primer día? (Aparte, además, de que JAMÁS DE LOS JAMASES CONTRATARÍA NADA MÁS CON ORANGE. ANTES, MUERTA).

Por todo esto, exijo una de dos: o que se me dé a coste totalmente CERO un dispositivo de WiFi móvil o, por el contrario, la baja inmediata de esta línea Internet Everywhere, además, de cómo podrán comprobar, la posibilidad también de llevarme a otra compañía las otras 4 líneas que tengo contratadas con ustedes, mi querida y fraudulenta Orange. 

Entiendo que con este "breve escrito que me habéis solicitado" vía Fax (Fax que también voy a pagar yo, cual pringada, pero ¡oye! bien que para contratar cualquier cosa con llamar al teléfono gratuito del 1470, vale) sea suficiente.

Reciban un cordial saludo de un cliente “totalmente satisfecho”, en el sentido más irónico de la expresión,

Albuli.

lunes, 26 de mayo de 2014

Finde futbolero-electoral: No voto, pero que nadie toque mi fútbol, que ma-to

Madre mía, ¡la de cosas que tengo que contar por aquí de este fin de semana! Pero lo resumiré todo en esta frase: tras la resaca del fútbol y de las elecciones, amigos, vuelve a ser lunes. Es duro, pero es así. Los lunes, como el resto de días, llegan una y otra vez. Cada siete jornadas, oiga, como un reloj. Pero claro, este lunes es especial. Es el lunes del debate vía redes sociales tras, me repito, este grandísimo fin de semana que me deja una conclusión a fuego: Si la gente saliese a la calle para votar como lo hace con el noble arte del deporte rey en este país, otro gallo cantaría. Hasta una saeta, si se lo propusiese. Porque sí, amigos, Spain is different! Y no lo digo como fórmula de burla o castigo con látigo a la sociedad, lo digo como una realidad como las mechas rubias que esta neurótica lleva en su cabeza.

De ese 56% que, por un motivo u otro (no voy a entrar en ese tipo de debates) no ha votado en las urnas, ¿cuántos sí habrían salido a la fuente de su pueblo y/o ciudad para gritarle al mundo lo mucho que quieren-adoran-matarían a gente por su equipo? Y ¡oye! que yo he sido la primera que casi muero de un infarto cuando llegábamos al minuto 90 y la cosa no pintaba bien para el Madrid de mis amores, pero ¿en serio? ¿Con la que está cayendo y la mitad de la población con derecho a voto no ejerce el mismo? No lo sé, algo falla... No soy analista político ni lo pretendo, así que, como he declarado hace exactamente cinco líneas, no voy a empezar a debatir en el "luego no te quejes si no has votado", pero me sorprende el porcentaje, de verdad. Aunque mirad, sí voy a hacer un mini análisis, ahora que lo pienso (sin decantarme por mis colores políticos): Señoras, señores, hagan autoevaluación de la situación. El bipartidismo ha perdido 17 escaños respecto a las elecciones europeas. Diecisiete. Hagánselo mirar. Si tan acostumbrados están a examinarse su propio ombligo, por una vez más que lo hagan, no les va a pasar nada. La autocrítica es absolutamente imprescindible (en todos los aspectos de la vida).

Y dejando a un lado ya el tema serio que a veces ocupa a mi persona, ¡qué coño! ¡Cómo no te voy a querer, cómo no te voy a querer si me has hecho campeón de Europa por décima vez! Sí, sí, ahora dejo salir a la rubia loca por el fútbol que llevo dentro (bueno, y fuera, porque las personas que vieron el partido conmigo a punto estuvieron de correr tras los tres pitos del árbitro a Urgencias por rotura de tímpanos). ¡Qué partido, señores, qué partido! Pues... ¡mentira! ¿Fui la única a la que le pareció un mojón hasta el minuto 85? Porque, a ver, asumámoslo, fue una verdadera castaña, de unos y de otros. Pero claro, luego el Madrid sacó sus garras y dijo "hasta aquí hemos llegao" y, bueno, el final de la historia ya lo conocéis. Vosotros y los mil millones de personas que estuvieron pendientes de él. ¡Hala Madrid, hala Madrid! Ya me callo, ya... Solo una cosa: Enhorabuena al equipo rojiblanco y su afición, signo indiscutible de una temporada fenómena y de su gente, más fenómena aún.

Por último, reflexión: De ese más de 60% de share que tuvo el partido (share: véase audiencia en televisión para los guays), ¿cuántos no votaron? Ahí lo dejo.





sábado, 17 de mayo de 2014

El noble arte vecinal del punta-tacón-punta

Punta. Tacón. Punta, punta, tacón. Tacón, tacón, tacón. Zapateo y vuelta a empezar. No sé si he escrito bien la secuencia, pero me la sopla. Lo que vengo a denunciar hoy es el oportunismo vecinal. Porque sí, solo ellos, tus vecinos, pueden tener el más y absoluto arte del oportunismo. Véase oportunismo bailarín, mudancil (de mudanza) o musical. O, como lleva ocurriendo en mi querida comunidad durante todo el día de hoy, todo junto. Un tres en uno en toda regla. Punta. Tacón. Punta, punta, tacón. Tacón, tacón, tacón, tacón (ya lo tengo metido en la cabeza y es peor que la canción del verano, que se mete taaaaan dentro que es imposible olvidarla).

Es como un remix del destino. Alba, ¿que hoy tienes que darle duro al jodido estudio de los exámenes de junio? Tranquila, no vas a sentirte sola. El hecho de que tus padres te hayan dejado la casa para ti durante todo el fin de semana y que así no te moleste nadie se va a acabar, porque nosotros, tus vecinos, te haremos compañía de todas las maneras jodidamente posibles. Qué generoso por su parte, oye.

Están los de arriba que, unas tres veces al año -es decir, cuando estoy en época de exámenes- deciden cambiar de disposición todos los muebles de la casa al ritmo del punta, tacón, punta. O todas las habitaciones o, única y exclusivamente, en la que mi persona se encuentre en esos momentos. Que estoy en mi querida alcoba, punta, tacón, punta acompañado de cama p'alante, cama p'atrás (y no para lo que os pensáis, eh, guarros, es que tienen una cama con ruedas debajo de la otra. Llevo catorce años aquí para conocer ya el dichoso ruidito). Que estoy en el salón, punta, tacón, punta a ritmo de un armonioso aspirador. Y así siempre. A todo esto sumémosle, además, las ocasiones esporádicas en las que también hace aparición su noble arte de la jodienda vecinal, y eso es coincidiendo siempre, siempre, siempre con los domingos. No es que hagan limpieza general una vez a la semana, que podría ser, sino que la sincronizan con aquellas mañanas en las que la resaca se ha apoderado de mi cabeza rubia (y, a veces, también de mi estómago). Tan majos ellos. 

Luego están los de abajo, donde, entre millones de seres infantiles que rodean mi hogar, conviven dos mujercitas adolescentes, donde los gritos y los tirones de pelo son su pan de cada día. Y del mío, porque, claro, los decibelios que acompañan a estos pequeños seres superan, con mucho, los muros de pladur de nuestras respectivas casas. Ah, por cierto, éstas son, por si todo lo anterior fuera poco, férreas admiradoras del plañidismo de Pablo Alborán, al cual recitan con el mismo tono de voz que sus broncas diarias. Ahí queda eso.

Y, por último, están los típicos del puerta con puerta. Ésos en los que, en circunstancias normales, tienes una relación de amistad de "toma mis llaves, por si algún día pasase cualquier cosa", pero claro, he dicho en circunstancias normales y, como yo no lo soy, nuestra relación es de, simple y llanamente, puerta con puerta. Y no es que me caigan mal, al contrario, son una pareja joven súper encantadora con dos crías más encantadoras aún. El problema radica en la composición musical que cada fin de semana en general -y este de exámenes en particular- se forma entre el programa 'Del 40 al 1' con los éxitos más guays del momento a toda potencia con los llantos hiper mega incontrolados de la pequeña de la familia. En serio, hay veces en las que pienso que un bebé es imposible que llore más, pero no, siempre me confundo. Aun así, de éstos no me quiero quejar, de verdad, que son unos soles, pero claro, me pillan en plena crisis de rubia neurótica que intenta estudiar Psicología de las Diferencias Individuales -que suena todo en chino mandarín- y se encuentra con semejante percal y claro...

Pero bueno, a lo hecho, pecho, que ellos han tenido que aguantar también mi infancia (con las Spice Girls), mi preadolescencia (con Chenoa y todo el repertorio de la primera temporada de los triunfitos),  mi adolescencia (con todo lo que cayese en mis manos. Menos calorreo, de eso jamás. Y qué orgullosa me siento) y, ahora, en mi época de supuesta adulta con mis gritos de loca neurótica al borde del colapso, subida a unos altísimos tacones de quince centímetros mientras canto a viva voz al ritmo de alguna canción pachanguera. Así que, Alba, ajo y agua, aquí tienes la actual y particular versión de la Ley del Talión. Te la devolvemos, diente por diente. Clic.




jueves, 15 de mayo de 2014

'Impass laboril': A veces, también soy seria

Sí, y profesional, también. Bueno, dejemos hoy de lado el neuroticismo propio de la rubia que suscribe siempre en estas líneas para hacer un pequeño kit-kat laboral (o laboril, que sabéis que me gusta mucho cambiar vocablos).

En esta ocasión, voy a aunar tres facetas que me llevan acompañando desde que tengo uso de razón: loca neurótica y escritora de este blog por vocación, empresaria de alto copete presentando su joven y absolutamente genial compañía y, lo que nos lleva a todo esto, incansable y eterna estudiante (no, amigos, seguiré con esto último hasta que me aburra y, a este paso, parece que me encanta vivir pegada a apuntes varios).

¿Por qué de todo esto? Bueno, porque, si aún no lo sabéis, unamos a todos mis quehaceres varios un nuevo curso para especializarme un poquito más en mi profesión: el eMarketing. De esta manera, una de las actividades que me exige esta nueva andadura es la creación de un blog y nada mejor que éste para llevar a cabo mis estudios. Es cierto que podría haber elegido cualquier otro más 'serio', pero ¿para qué? ¡Si yo no soy así!

Bueno, lo dicho, que además de crear un blog, tenía que meter una entrada con un vídeo subido a YouTube y, tal y como os he comentado antes, nada mejor que aprovecharme de que esta entrada la van a ver decenas de personas de mi sector, por lo que he decidido colgar el vídeo corporativo de Romance XXIComunicación, mi agencia de comunicación y marketing digital (la mía y la mejor del mercado. Por si algún cliente nuevo cayese en mis brazos. Guiño, guiño).


Dicho esto, el post ya está creado con dicho vídeo, pero además, y ya que estáis, ¿por qué no le echáis un ojo a nuestra presentación de la empresa? ;)


lunes, 27 de enero de 2014

Murphy, ese amigo inseparable (o Alba se queja vol. II)

Me cago en Murphy, en Murpha y en todo su puñetero clan (sin contar los ‘Murphins’ de chocolate; en ésos no me cago, que están la mar de requeterriquísimos). Aquí me hallo, a las 19.42 horas de un lunes –mi supuesto lunes libre- para gritarle al mundo lo mucho muchísimo que odio a Murphy.

Este post bien podría llamarse ‘Alba se queja vol. II’ (como la saga que empecé hace unos meses con mi brillante título ‘Alba se queja vol.I’, aunque quien dice unos meses dice el 4 de diciembre de 2012). Bueno, más bien podría titularse ‘Alba se queja vol. 1 millón’, porque en cuestión de lo que viene siendo quejas soy la puta jefa, para qué nos vamos a engañar, pero como dichas solicitudes por parte de mi humilde persona no se han hecho públicas en éste, mi querido blog, pues nada, se queda en un flojo vol. II, eso sí, esta vez con protagonista: Murphy. (Ole ahí el súper párrafo que me acabo de gastar donde tiro por la borda la ley number one de un periodista: buscar sinónimos).

Quién no conozca a este señor, definitivamente, es porque le va genial en la vida, lo que significa que toda la mala suerte me la habría podido traspasar a mí (cosa que veo totalmente factible, en vista de los derroteros por los que anda mi vida vital en los últimos tiempos del mundo…). Por el contrario, quienes, como yo, sientan a mi querido Murphy también como un ser amigable, a vosotros, queridos míos, os dedico este post.

Os pondré en antecedentes: Murphy, amigos, es ese ser jodidamente lapa que siempre está pegado a mi persona. Sí, sí, os explico. Por ejemplo, que yo quiero saltar, pues justo se me rompe una pierna, o que quiero rascarme la nariz (sí, esa que Iván Izquierdo me rompió con su omóplato con 12 años), pues no puedo porque tengo las manos ocupadas.

El último ejemplo ha sido hace escasos minutos, porque digo yo que para qué Murphy me iba a dejar en paz hoy, en mi día libre, el cual he usado para estudiar una mierda de ‘Fundamentos de Investigación en Psicología’ con cuadros latinos, Salomones y no sé qué casos únicos con varias variables independientes (aunque eso se merece otro post. Algo así como ‘Por qué coño Alba siempre estudia cosas que no le valen ni para sonarse los mocos vol. I’). Pero bueno, que me pierdo. Que iba yo a escribir una noticia -bueno, de hecho, la he escrito- (de ésas que como reportera dicharachera aprovechas el filón de la ‘Última hora’ para ser la primera en publicarla) y, justo cuando la he ido a publicar, ¡cataplum chof chof! se jode el internete. Pues eso es lo que me acaba de pasar. Porque sí, porque Murphy no ha podido joder la puta red de redes antes y así no hubiera yo hecho una noticia que hablaba de los Trendin Topic de Twitter cuando Twitter no funcionaba. Porque sí, porque Murphy no ha podido mandar Internet a la mierda solo un minuto después de que yo acabase mi tarea de periodista siempre al filo de la noticia. Porque sí, porque Murphy me quiere y, como tal, siempre viene a verme en el mejor momento. Y porque sí, y punto.

Y diréis “joder, tampoco es para tanto”, pero claro, es que una ya está lo que viene siendo un poco hasta las pelotinguis del mundo en general. Sé que hace meses y meses (y porque hoy me ha dado por ahí, que si no podría tirarme años) que no actualizo éste, mi querido blog, donde doy rienda suelta a mis excentricidades varias de Rubia Neurótica, pero tengo una razón. Una razón de las que pesan y que llevo tiempo queriéndoos contar (aunque bueno, entre lo hiper pesada que soy y que los tres pelagatos que leen este blog ya se enteran de mis miserias porque conocen mi careto en primera persona, poco os voy a contar que no sepáis ya…). Pero bueno... Mi gran razón es... el emprendimiento.

Jodida palabra que el Gobierno nos ha metido a todos en la mollera. Emprender por aquí, emprender por allá… Y claro, una al final no es de piedra y se acaba creyendo todas esas putas milongas (y mirad que yo no es que sea demasiado amiga de la que habla del emprendimiento como la solución divina y/o suprema a todos nuestros problemas: ésa que va de alcaldesa querida por todos sus compatriotas comunales: la Botella), pero oye, al final la hice caso y aquí me hallo ahora, casi un año después y “disfrutando” de mi día libre intentando desde hace una puta hora colgar una puñetera noticia de ‘Última hora’ que, cuando la quiera publicar, será más bien ‘la última de esa hora’. (Es que mi 'emprendimiento personal' es de eso, de noticias en el internete, pero eso os lo cuento en otro post.)

Gracias, amigos, hasta aquí las polleces de hoy. No tiene ningún sentido este texto ni hilo referencial alguno, pero no le podéis pedir demasiado a esta mujer que está a punto de tirarse por la ventana (aunque lástima, porque desde la altura que hay, encima ni siquiera podría romperme una pierna). Pero puedo prometer y prometo que estaré algo más pendiente de contaros en voz alta y en forma de letras nuevas reflexiones y anécdotas varias de esta Rubia Neurótica que suscribe que, ahora, además, se cree empresaria. Porque sí, amigos, Murphy y yo hemos decidido crear una nueva sección solo por y para vosotros. Para instruiros y contaros las verdades verdaderas de un emprendedor en ciernes. A partir de ahora, me erijo como no solo la Rubia Neurótica que sobrevive a sí misma, sino que seré aquella que os apoye en ‘Cómo ser emprendedor y no morir en el intento’. Clic.