domingo, 21 de septiembre de 2014

¿Por qué lo llaman 'primera cita' cuando quieren decir 'a ver si me la trajino a la primera'?

"¡La vida empieza hoy, ya veremos qué pasa mañanaaaaaaaaaaa!" Taaaaaaaan feliz que vuelvo de ver a Sergio Dalma en concierto que hasta me he vuelto un poco romántica desde anoche (mentira, ya sabéis que eso en esta Rubia Neurótica que suscribe es imposibol totally), pero bueno, a lo que venía yo hoy, a destapar mitos que ocurren en las primeras citas ante lo que creemos las mujeres -incrédulas a tope máximo- que es un caballero seductor. ¿Y por qué se me ha ocurrido hablar de esto, precisamente hoy, un domingo de resaca sergiodalmera? Pues porque he leído un artículo -buenísimo a la par que increíblemente inverosímil- de GQ España. 

En dicho repor (cuán cool me parece la palabra 'repor', es muy de jerga periodística del siglo twenty one) explican las 20 cosas que debería hacer un verdadero seductor en su primera cita con una jamelga (sí, la urbanita de mi persona ha escrito 'jamelga'. Señor, llévame pronto). Bien, pues me ha encantado el artículo, pero aquí está esta Rubia para desmontarlo y hablar de lo que, en realidad, hacen los hombres en dicho primer encuentro o, al menos, con lo que me he encontrado yo en toda mi existencia vital (y no es que todo haya sido malo, pero es que aquí lo que mola es que os cuente mis desgracias, no las pocas cosas buenas que me he encontrado con estos seres de pensamiento penil. Y sí, recalco la palabra 'pocas').

Ahí va (Mito by GQ Spain Versus Realidad by Albuli, alias Rubia Neurótica):

1. Ten un plan: Diseña una noche perfecta. Asegura la reserva del restaurante -suponemos que conoces la carta de antemano- si vais a cenar, habla con esa coctelería para que te cuiden el mejor sitio. Dejar las cosas al azar no es propio de grandes hombres.

Amén.
1 Bis. Nunca tienen un plan: ¿Plan? ¿Qué plan? Jamás de los jamases tienen un 'súper plan', y en caso de que lo tuvieran parecen olvidarlo. Dónde quedarán las millones de veces que le he dicho a un tío "¿Sabes qué es lo que más me gusta de un chico? La iniciativa". Y no os penséis que suelto eso al azar, no, es, precisamente, para que en esa jodida primera cita se lo curre, y no esté con el "dónde quieras", "cuándo quieras" y "cómo quieras". Joder, arg, mecagüen la puta. ¿Soy la única a la que jamás sorprenden? Mierda pura. No saben ni dónde ir, como para que se "conozcan la carta de antemano". Por favor, no me hagáis reír. Más.

2. No arriesgues: “Qué te parece si probamos” está muy bien para los aventureros, pero no para los seductores: tu Foursquare y tú sois uno y lo mismo. Meterse a probar comida o bebida nueva en una cita nunca es buena idea.

2 Bis. Siempre arriesgan: Me encanta lo de "no te metas a probar algo nuevo", pero es que es volver al punto 1: nunca tienen un plan, ergo siempre arriesgan, y claro, pocas veces suele salir bien. Taaaaaaaaaaaan geniales son las primeras citas en las que vas a "tomar algo" (muy de primera cita, sí) y acabas con un olor a fritanga por haber guarreado dos cañas y tres patatas fritas en un mugriento bar con cabezas de gamba en el suelo (nótese la ironía en mis palabras).

3. Ten otro plan: Déjale un hueco al azar. No puedes preverlo todo, así que maneja siempre una opción b. La estrategia ha guiado el destino de la historia por algo.

3 Bis. Ten ALGÚN plan: GQ, ¿en qué quedamos? ¿En que tengan planes (punto 1) o que no los tengan (point number three)? ¿Lo dejamos mejor en que tengan algo en la cabeza? ¿Algo, nada más? Tampoco pido tanto, ¿no?

(Me salto puntos, que hay muchos. Así soy yo, muy poco lineal. Muy de venirme arriba pasando del punto 3 al punto 7, que estoy mu' loca.)

7. No hace falta decirlo, pero sé puntual. Y por puntual nos referimos a “llega antes que ella”.

7 Bis. Sé puntual, pero, en serio, selo: A ver, ¿por qué unos tienen la fama y otros cardan la lana? ¿Por qué ese falso mito de que las mujeres tardamos mil horas en arreglarnos y, por ende, siempre llegamos tarde? ¡Mentira! A mí siempre me ha tocado esperar, con la impaciencia que conlleva eso a mi psique, que te me retrasas quince minutos y ya salivo espuma por la boca, no digo más... ¡Odio esperaros! ¡Y sí, siempre lo hago! ¡Sed puntuales, coño! Y no, tampoco se admiten los diez minutos de rigor. Si alguien tiene que esperar, que seáis vosotros, ¿entendido?

11. Cuidado con el perfume. Esta cuestión es tema a parte. Ni mucho, o la embriagarás provocándole náuseas, ni poco, o todos los aspectos que has cuidado previamente se desvanecerán ante el más importante. El olfato es el sentido con el que más recuerdos registramos, por tanto, una buena fragancia nos garantiza un grato recuerdo por su parte.

11 Bis. NO a la colonia barata: Este punto me encanta; podría estar hablando de ello durante horas. Por todos es conocido lo que me encantan a mí los perfumes de hombres. Ah, ¿que no lo sabíais? Pues seres masculinos del mundo, me gustan, y los caros. Como vengáis con alguna imitación del Mercadona ya podéis iros por donde habéis venido. O sea, que te tiras tres horas frente al armario (porque lo haces, como yo) para ponerte súper hiper mega mono (o intentarlo, al menos) y luego te me echas tres litros de 'Varón Dandy' o, viviendo al límite, 'Buscando a Jacq's'? No, hombre, no...

15. Maneja los silencios, escucha. Una conversación, sobre todo en una cita, no es una pelea de gallos raperos. Tu lenguaje corporal, tu percha, es una de tus mejores armas, y vas vestido para la ocasión: Úsalo.

15 Bis. Con el "escucha" me conformo: ¿En serio, GQ? No, si la teoría está fenomenal, pero de ahí a que se haga realidad... No nos engañemos, tú, como mujer de éxito y orgullosa de serlo, le estás contando que te han nominado a Premio Pullitzer del año y ¿él qué hace? ¿Felicitarte por tus méritos de rubia inteligente? (Sí, sí, no me he confundido, he dicho rubia inteligente. Ahí queda eso). ¡No! Te mira más abajo de tu barbilla, ahí donde las más suertudas tienen canalillo. Pero vamos a ver, ¿pero es que acaso no os dais cuenta de que SÍ nos damos cuenta? Pero entonces, ¿por qué lo llaman 'primera cita' y apostillan lo de "escucharnos", cuando en realidad quieren decir 'a ver si hago que la escucho y me la 'trajino a la primera'?

Lo del tema de "tu percha" me ha marcado infinito... Sería genial si todos los hombres tuvieran la percha de los hombres de GQ, pero es que da la jodida casualidad de que vivimos en el mundo real, señores...

18. Pagas tú. Y punto. Si la siguiente quiere pagarla ella, bien: Ya tienes tu segunda ronda -así que la cita va bien- o tu segunda cita -si te interesa-, y la igualdad en el mismo paquete.

18 Bis. Amén: Sí, amén, y punto. Llamadme anticuada, pero es lo que hay. Y lo peor de todo es que mi pensamiento no concuerda con mis actos, ya que acabo aflojando cartera, pero no me digáis que no mola un tío que te diga eso de "insisto, pago yo". Ah, no, esperad, que de esos no hay. O no que yo haya conocido.

Y hasta aquí por hoy, que tampoco quiero cebarme... Solo os daré un consejo que SÍ funciona con las mujeres en general: hacednos reír. Y sí, hasta el más feo lo tendría hecho (bueno, en realidad no tanto, pero quería acabar con un mensaje positivo y poco superficial, pero entonces no sería yo. Maldad de rubia en estado puro. Muajajaja). Clic.



miércoles, 6 de agosto de 2014

Programación veranil: De la Chabelita ‘Machupichu’ al 'pelopolla' del novio

Ah, pero escúchame, ¿es que tú no sabes que Alberto Isla ha calificado a Chabelita (sí, sí, la misma) de ‘Machupichu’? ¿Y que aún no estás al loro del culebrón Rosa Benito versus Amador Mohedano? Suertudo tú, ya que debes de estar de vacaciones. Pero no de unas vacaciones cualquieras, no, sino de ésas en las que has desaparecido de la faz de la tierra, sin internet, ni tele ni nada, porque, de lo contrario, de tener el más mínimo contacto con la especie humana, ay, amigo, habrías caído en las redes de la telebasura. ¿Porque te guste?, no, sino porque lo tendrías en absolutamente todas partes. Y cuando digo absolutamente, digo ABSOLUTAMENTE, con súper MAYÚSCULAS.

Y te lo dice una que sí, que es maruja desde que la parió su madre hace ya muchos años, pero, aunque no lo fuera, desayunaría Alberto Isla, tendría Benenito para comer (ya está pasado el término, pero mi amigo Jorge Javier Vázquez la calificó de una manera muy adecuada hace unos años) y, si me apuras, merendaría Belén Esteban y Andreíta (ah, no, espera, que la Reina de Sálvame está de vacaciones. ¿Qué por qué lo sé? Porque mi siesta es más siesta desde que no oigo de fondo eso de ‘Maaaaaaaaaaaaaaa-to’ o ‘¿Me entiendeeeeeeeeeeeeees’?)

No me juzguéis, todo el mundo está de vacaciones, incluida la televisión, lo que significa que tengo circo mañana, tarde y noche. Y claro, con eso de que Amador le robó 190.000 euros del premio de Supervivientes a su mujer, o que Chabelita ahora se ha liado con el primo de Josefer y Gloriacá (muy de telenovela, sí) pues estoy la mar de entretenida. Lo que me lleva, inexorablemente, a una reflexión en voz alta: ¿Por qué, españolitos del  mundo, no admitís que estos teleculebrones enganchan? Porque lo hacen. Y mucho. Yo, al menos, lo admito. Creo que ya no podría dormir sin saber cómo acaba toda la ruptura de Isabel II con el ‘pelopo’ (dícese del adjetivo calificativo que califica –ole yo- a una persona con el pelo cual pelambrera púbica. Y esto no lo digo yo, eh, lo dijo Kiko Rivera –otro qué tal baila. Ah, no, que canta- al que, por entonces, era su cuñado.) ¿Te imaginas, amigo, que el hermano de tu novia va a la tele a llamarte ‘golfo pelopolla’? Pues sí, éstas son las cosas que enganchan de la telebasura. Es así.

Bueno, a lo que iba, mi reflexión inexorable: ¿Por qué cojones no admitís que veis la telebasura culebril? ¡Con lo que molan las miserias de los demás! Ejemplo claro: el señor que puso la semillita en el útero de la mama, vamos, mi señor padre. Abogador incansable de ‘la armonía del silencio’, aquel que cree vomitar cuando ve a la princesa del pueblo gritando en Telecinco, él y no otro, también lo ve, peeeeeeeeeeeeeero, de ahí a reconocerlo va un mundo. Él, muy digno, se molesta hasta límites insospechados de que mi santa madre y la rubia neurótica que suscribe le digamos que no sea tan cínico, que lo ve igual que nosotras, pero mira, no, no es capaz de decir: “Hola, soy pepito, y soy consumidor de telebasura anónimo” (aunque, bueno, si lo dijera en voz alta dejaría de ser anónimo, ¿no?)

¡Y qué me decís de Divinity y sus realitys reformeros! ¡Por Dios, lo que molan! Ésos con sus gemelos comprando casas viejas para volverlas una maravilla divina, o el guaperas que reforma sótanos para después ser alquilados y en el transcurso se encuentra con moho, amianto… (Habéis visto lo que he aprendido, ¿eh?) Casas que cuestan una miseria, por cierto, lo que viene siendo un milloncillo de dólares, cientos de miles arriba, cientos de miles abajo, vamos, a lo que estoy acostumbrada yo a cobrar cada mes, más o menos… Pero engancha, engancha, aunque te recuerde lo pobrecita que eres (y seguirás siendo, a no ser que te toque el Euromillón).


Bueno, pues eso, televisión, tú que también estás de vacaciones, por favor, no me dejes sin tu querida programación de verano. ¡Qué iba a ser de mí si no! De mí y de los miles de consumidores de telebasura anónimos…

jueves, 12 de junio de 2014

Soporte técnico de Orange, ése gran competente

Sí, su competencia es inversamente proporcional al amor que les prodigo. Orange, esa cosa que hace llamarse compañía de telefonía me tiene hasta la mismísima última mecha de mi rubia melena. No os voy a aburrir con los detalles, solo os dejaré un escrito real que les acabo de mandar por eso, por su absoluta competencia. Los problemas que tengo, además y que no son pocos, por parte de la empresa, la cual también tiene los servicios contratados con esta cosa (sí, el hombre es el único ser que tropiezas dos y mil veces con la misma piedra), lo dejo para más adelante, que no quiero cabrearme más de lo que lo estoy. Si no os contesto a los mensajes, por favor, buscad en los hospitales, porque mi querida naranja habrá sido la culpable del infarto que me deje postrada en una cama. 

Ahora sí, os dejo con mi carta dirigida al Departamento de Bajas de Orange. Solo una cosa más, por favor, escribid vuestros comentarios para hacerme sentir mejor pensando que no soy la única pringada a la que esta compañía tima una y otra vez. Una y otra vez. Pero ésta es la última, lo juro. Antes, muerta.

(Ésta es solo uno de los problemas que he tenido con esta empresa. No os vayáis a pensar que es el único. No, hombre, no).

Yo, Albuli, con DNI XXXXXXXXX-X, solicito la baja de línea de Internet Everywhere con código X-XXXXXXXXX y teléfono XXXXXXXXX a la mayor brevedad posible.

El motivo por el cual pido dicha baja es la absoluta disconformidad con el servicio contratado –de manera totalmente irregular-, además de la negativa por parte de la compañía a mis peticiones para intentar solucionar este problema antes de llegar, finalmente, a la baja de dicha línea. Me explico:

El pasado 22 de mayo de 2014 contraté una línea móvil de Internet Everywhere de 1Gb por 10,89€ (IVA INCLUIDO). En dicho contrato y fecha, JAMÁS se me expuso la posibilidad de que el sistema operativo de mi ordenador con el cual iba a trabajar pudiese ser INCOMPATIBLE con el pincho USB que iba a utilizar. En caso de que se me hubiese hecho esa simple pregunta (“¿Qué tipo de sistema operativo tiene su ordenador?” “Windows 8” “Entonces no funcionará correctamente con el pincho USB” ¿Veis qué sencillo hubiera sido?) NO hubiese contratado dicha tarifa.

Cuál es mi sorpresa cuando, en mitad del campo -e incomunicada-, tuve que llamar a Orange una media de 10 veces para reclamar que el Internet que había contratado NO funcionaba (les insto a que se echen unas risas escuchando dichas conversaciones con su queridísimo y a la par que competente soporte técnico. Guiño, guiño). Tras, repito, una decena de llamadas –una de ellas a un 902, que, por supuesto, me incluirán en mi factura, de eso ustedes no se olvidan- se me dice que “mi sistema operativo es incompatible con un pincho USB y que necesito descargarme un parche de compatibilidad para el correcto funcionamiento de Internet –o funcionamiento, al fin y al cabo. A lo que yo me pregunto “perdónenme, pero, ¿son bobos? ¿Cómo coño voy a descargarme algo de INTERNET CUANDO NO TENGO INTERNET?”- Déjenlo, es una pregunta retórica.

Siguiente cuestión: Una vez reubicada en Madrid, procedí –vía WiFi, porque claro, no tengo Internet móvil, debido a que nadie me avisó de que NO me funcionaría- a descargar el dichoso parche y, sobra decir, que TAMPOCO funciona con el mismo. Tras aumentar mi cabreo de forma considerable, acudí a una tienda física de Orange y se me avisó de que tendría que adquirir un dispositivo de WiFi móvil y el cual me costaría la friolera de 80€ y que, “si lo hubiese cogido el día en que firmé el contrato, no hubiese incurrido en ningún sobrecoste de este calibre” (Volvemos a lo mismo: ¡¡Con lo fácil que hubiera sido que ese dichoso 22 de mayo se me hubiese preguntado por mi sistema operativo!!). Tras, obviamente, recibir la dependienta un NO de mi persona más grande que una casa, me expuso otra posibilidad: Dar de baja la línea que ahora os estoy pidiendo el cese, ya que no tiene permanencia, y contratar una nueva, pero ¡ojo! esta vez sí, con una permanencia de 24 meses y pagando por el dichoso WiFi móvil una cantidad de 50€. Perdónenme, pero, ¿creen de veras que voy a contratar algo por 24 MESES + 50€ de un dispositivo cuando ni siquiera sé si me va a funcionar el primer día? (Aparte, además, de que JAMÁS DE LOS JAMASES CONTRATARÍA NADA MÁS CON ORANGE. ANTES, MUERTA).

Por todo esto, exijo una de dos: o que se me dé a coste totalmente CERO un dispositivo de WiFi móvil o, por el contrario, la baja inmediata de esta línea Internet Everywhere, además, de cómo podrán comprobar, la posibilidad también de llevarme a otra compañía las otras 4 líneas que tengo contratadas con ustedes, mi querida y fraudulenta Orange. 

Entiendo que con este "breve escrito que me habéis solicitado" vía Fax (Fax que también voy a pagar yo, cual pringada, pero ¡oye! bien que para contratar cualquier cosa con llamar al teléfono gratuito del 1470, vale) sea suficiente.

Reciban un cordial saludo de un cliente “totalmente satisfecho”, en el sentido más irónico de la expresión,

Albuli.

lunes, 26 de mayo de 2014

Finde futbolero-electoral: No voto, pero que nadie toque mi fútbol, que ma-to

Madre mía, ¡la de cosas que tengo que contar por aquí de este fin de semana! Pero lo resumiré todo en esta frase: tras la resaca del fútbol y de las elecciones, amigos, vuelve a ser lunes. Es duro, pero es así. Los lunes, como el resto de días, llegan una y otra vez. Cada siete jornadas, oiga, como un reloj. Pero claro, este lunes es especial. Es el lunes del debate vía redes sociales tras, me repito, este grandísimo fin de semana que me deja una conclusión a fuego: Si la gente saliese a la calle para votar como lo hace con el noble arte del deporte rey en este país, otro gallo cantaría. Hasta una saeta, si se lo propusiese. Porque sí, amigos, Spain is different! Y no lo digo como fórmula de burla o castigo con látigo a la sociedad, lo digo como una realidad como las mechas rubias que esta neurótica lleva en su cabeza.

De ese 56% que, por un motivo u otro (no voy a entrar en ese tipo de debates) no ha votado en las urnas, ¿cuántos sí habrían salido a la fuente de su pueblo y/o ciudad para gritarle al mundo lo mucho que quieren-adoran-matarían a gente por su equipo? Y ¡oye! que yo he sido la primera que casi muero de un infarto cuando llegábamos al minuto 90 y la cosa no pintaba bien para el Madrid de mis amores, pero ¿en serio? ¿Con la que está cayendo y la mitad de la población con derecho a voto no ejerce el mismo? No lo sé, algo falla... No soy analista político ni lo pretendo, así que, como he declarado hace exactamente cinco líneas, no voy a empezar a debatir en el "luego no te quejes si no has votado", pero me sorprende el porcentaje, de verdad. Aunque mirad, sí voy a hacer un mini análisis, ahora que lo pienso (sin decantarme por mis colores políticos): Señoras, señores, hagan autoevaluación de la situación. El bipartidismo ha perdido 17 escaños respecto a las elecciones europeas. Diecisiete. Hagánselo mirar. Si tan acostumbrados están a examinarse su propio ombligo, por una vez más que lo hagan, no les va a pasar nada. La autocrítica es absolutamente imprescindible (en todos los aspectos de la vida).

Y dejando a un lado ya el tema serio que a veces ocupa a mi persona, ¡qué coño! ¡Cómo no te voy a querer, cómo no te voy a querer si me has hecho campeón de Europa por décima vez! Sí, sí, ahora dejo salir a la rubia loca por el fútbol que llevo dentro (bueno, y fuera, porque las personas que vieron el partido conmigo a punto estuvieron de correr tras los tres pitos del árbitro a Urgencias por rotura de tímpanos). ¡Qué partido, señores, qué partido! Pues... ¡mentira! ¿Fui la única a la que le pareció un mojón hasta el minuto 85? Porque, a ver, asumámoslo, fue una verdadera castaña, de unos y de otros. Pero claro, luego el Madrid sacó sus garras y dijo "hasta aquí hemos llegao" y, bueno, el final de la historia ya lo conocéis. Vosotros y los mil millones de personas que estuvieron pendientes de él. ¡Hala Madrid, hala Madrid! Ya me callo, ya... Solo una cosa: Enhorabuena al equipo rojiblanco y su afición, signo indiscutible de una temporada fenómena y de su gente, más fenómena aún.

Por último, reflexión: De ese más de 60% de share que tuvo el partido (share: véase audiencia en televisión para los guays), ¿cuántos no votaron? Ahí lo dejo.





sábado, 17 de mayo de 2014

El noble arte vecinal del punta-tacón-punta

Punta. Tacón. Punta, punta, tacón. Tacón, tacón, tacón. Zapateo y vuelta a empezar. No sé si he escrito bien la secuencia, pero me la sopla. Lo que vengo a denunciar hoy es el oportunismo vecinal. Porque sí, solo ellos, tus vecinos, pueden tener el más y absoluto arte del oportunismo. Véase oportunismo bailarín, mudancil (de mudanza) o musical. O, como lleva ocurriendo en mi querida comunidad durante todo el día de hoy, todo junto. Un tres en uno en toda regla. Punta. Tacón. Punta, punta, tacón. Tacón, tacón, tacón, tacón (ya lo tengo metido en la cabeza y es peor que la canción del verano, que se mete taaaaan dentro que es imposible olvidarla).

Es como un remix del destino. Alba, ¿que hoy tienes que darle duro al jodido estudio de los exámenes de junio? Tranquila, no vas a sentirte sola. El hecho de que tus padres te hayan dejado la casa para ti durante todo el fin de semana y que así no te moleste nadie se va a acabar, porque nosotros, tus vecinos, te haremos compañía de todas las maneras jodidamente posibles. Qué generoso por su parte, oye.

Están los de arriba que, unas tres veces al año -es decir, cuando estoy en época de exámenes- deciden cambiar de disposición todos los muebles de la casa al ritmo del punta, tacón, punta. O todas las habitaciones o, única y exclusivamente, en la que mi persona se encuentre en esos momentos. Que estoy en mi querida alcoba, punta, tacón, punta acompañado de cama p'alante, cama p'atrás (y no para lo que os pensáis, eh, guarros, es que tienen una cama con ruedas debajo de la otra. Llevo catorce años aquí para conocer ya el dichoso ruidito). Que estoy en el salón, punta, tacón, punta a ritmo de un armonioso aspirador. Y así siempre. A todo esto sumémosle, además, las ocasiones esporádicas en las que también hace aparición su noble arte de la jodienda vecinal, y eso es coincidiendo siempre, siempre, siempre con los domingos. No es que hagan limpieza general una vez a la semana, que podría ser, sino que la sincronizan con aquellas mañanas en las que la resaca se ha apoderado de mi cabeza rubia (y, a veces, también de mi estómago). Tan majos ellos. 

Luego están los de abajo, donde, entre millones de seres infantiles que rodean mi hogar, conviven dos mujercitas adolescentes, donde los gritos y los tirones de pelo son su pan de cada día. Y del mío, porque, claro, los decibelios que acompañan a estos pequeños seres superan, con mucho, los muros de pladur de nuestras respectivas casas. Ah, por cierto, éstas son, por si todo lo anterior fuera poco, férreas admiradoras del plañidismo de Pablo Alborán, al cual recitan con el mismo tono de voz que sus broncas diarias. Ahí queda eso.

Y, por último, están los típicos del puerta con puerta. Ésos en los que, en circunstancias normales, tienes una relación de amistad de "toma mis llaves, por si algún día pasase cualquier cosa", pero claro, he dicho en circunstancias normales y, como yo no lo soy, nuestra relación es de, simple y llanamente, puerta con puerta. Y no es que me caigan mal, al contrario, son una pareja joven súper encantadora con dos crías más encantadoras aún. El problema radica en la composición musical que cada fin de semana en general -y este de exámenes en particular- se forma entre el programa 'Del 40 al 1' con los éxitos más guays del momento a toda potencia con los llantos hiper mega incontrolados de la pequeña de la familia. En serio, hay veces en las que pienso que un bebé es imposible que llore más, pero no, siempre me confundo. Aun así, de éstos no me quiero quejar, de verdad, que son unos soles, pero claro, me pillan en plena crisis de rubia neurótica que intenta estudiar Psicología de las Diferencias Individuales -que suena todo en chino mandarín- y se encuentra con semejante percal y claro...

Pero bueno, a lo hecho, pecho, que ellos han tenido que aguantar también mi infancia (con las Spice Girls), mi preadolescencia (con Chenoa y todo el repertorio de la primera temporada de los triunfitos),  mi adolescencia (con todo lo que cayese en mis manos. Menos calorreo, de eso jamás. Y qué orgullosa me siento) y, ahora, en mi época de supuesta adulta con mis gritos de loca neurótica al borde del colapso, subida a unos altísimos tacones de quince centímetros mientras canto a viva voz al ritmo de alguna canción pachanguera. Así que, Alba, ajo y agua, aquí tienes la actual y particular versión de la Ley del Talión. Te la devolvemos, diente por diente. Clic.