lunes, 26 de mayo de 2014

Finde futbolero-electoral: No voto, pero que nadie toque mi fútbol, que ma-to

Madre mía, ¡la de cosas que tengo que contar por aquí de este fin de semana! Pero lo resumiré todo en esta frase: tras la resaca del fútbol y de las elecciones, amigos, vuelve a ser lunes. Es duro, pero es así. Los lunes, como el resto de días, llegan una y otra vez. Cada siete jornadas, oiga, como un reloj. Pero claro, este lunes es especial. Es el lunes del debate vía redes sociales tras, me repito, este grandísimo fin de semana que me deja una conclusión a fuego: Si la gente saliese a la calle para votar como lo hace con el noble arte del deporte rey en este país, otro gallo cantaría. Hasta una saeta, si se lo propusiese. Porque sí, amigos, Spain is different! Y no lo digo como fórmula de burla o castigo con látigo a la sociedad, lo digo como una realidad como las mechas rubias que esta neurótica lleva en su cabeza.

De ese 56% que, por un motivo u otro (no voy a entrar en ese tipo de debates) no ha votado en las urnas, ¿cuántos sí habrían salido a la fuente de su pueblo y/o ciudad para gritarle al mundo lo mucho que quieren-adoran-matarían a gente por su equipo? Y ¡oye! que yo he sido la primera que casi muero de un infarto cuando llegábamos al minuto 90 y la cosa no pintaba bien para el Madrid de mis amores, pero ¿en serio? ¿Con la que está cayendo y la mitad de la población con derecho a voto no ejerce el mismo? No lo sé, algo falla... No soy analista político ni lo pretendo, así que, como he declarado hace exactamente cinco líneas, no voy a empezar a debatir en el "luego no te quejes si no has votado", pero me sorprende el porcentaje, de verdad. Aunque mirad, sí voy a hacer un mini análisis, ahora que lo pienso (sin decantarme por mis colores políticos): Señoras, señores, hagan autoevaluación de la situación. El bipartidismo ha perdido 17 escaños respecto a las elecciones europeas. Diecisiete. Hagánselo mirar. Si tan acostumbrados están a examinarse su propio ombligo, por una vez más que lo hagan, no les va a pasar nada. La autocrítica es absolutamente imprescindible (en todos los aspectos de la vida).

Y dejando a un lado ya el tema serio que a veces ocupa a mi persona, ¡qué coño! ¡Cómo no te voy a querer, cómo no te voy a querer si me has hecho campeón de Europa por décima vez! Sí, sí, ahora dejo salir a la rubia loca por el fútbol que llevo dentro (bueno, y fuera, porque las personas que vieron el partido conmigo a punto estuvieron de correr tras los tres pitos del árbitro a Urgencias por rotura de tímpanos). ¡Qué partido, señores, qué partido! Pues... ¡mentira! ¿Fui la única a la que le pareció un mojón hasta el minuto 85? Porque, a ver, asumámoslo, fue una verdadera castaña, de unos y de otros. Pero claro, luego el Madrid sacó sus garras y dijo "hasta aquí hemos llegao" y, bueno, el final de la historia ya lo conocéis. Vosotros y los mil millones de personas que estuvieron pendientes de él. ¡Hala Madrid, hala Madrid! Ya me callo, ya... Solo una cosa: Enhorabuena al equipo rojiblanco y su afición, signo indiscutible de una temporada fenómena y de su gente, más fenómena aún.

Por último, reflexión: De ese más de 60% de share que tuvo el partido (share: véase audiencia en televisión para los guays), ¿cuántos no votaron? Ahí lo dejo.





sábado, 17 de mayo de 2014

El noble arte vecinal del punta-tacón-punta

Punta. Tacón. Punta, punta, tacón. Tacón, tacón, tacón. Zapateo y vuelta a empezar. No sé si he escrito bien la secuencia, pero me la sopla. Lo que vengo a denunciar hoy es el oportunismo vecinal. Porque sí, solo ellos, tus vecinos, pueden tener el más y absoluto arte del oportunismo. Véase oportunismo bailarín, mudancil (de mudanza) o musical. O, como lleva ocurriendo en mi querida comunidad durante todo el día de hoy, todo junto. Un tres en uno en toda regla. Punta. Tacón. Punta, punta, tacón. Tacón, tacón, tacón, tacón (ya lo tengo metido en la cabeza y es peor que la canción del verano, que se mete taaaaan dentro que es imposible olvidarla).

Es como un remix del destino. Alba, ¿que hoy tienes que darle duro al jodido estudio de los exámenes de junio? Tranquila, no vas a sentirte sola. El hecho de que tus padres te hayan dejado la casa para ti durante todo el fin de semana y que así no te moleste nadie se va a acabar, porque nosotros, tus vecinos, te haremos compañía de todas las maneras jodidamente posibles. Qué generoso por su parte, oye.

Están los de arriba que, unas tres veces al año -es decir, cuando estoy en época de exámenes- deciden cambiar de disposición todos los muebles de la casa al ritmo del punta, tacón, punta. O todas las habitaciones o, única y exclusivamente, en la que mi persona se encuentre en esos momentos. Que estoy en mi querida alcoba, punta, tacón, punta acompañado de cama p'alante, cama p'atrás (y no para lo que os pensáis, eh, guarros, es que tienen una cama con ruedas debajo de la otra. Llevo catorce años aquí para conocer ya el dichoso ruidito). Que estoy en el salón, punta, tacón, punta a ritmo de un armonioso aspirador. Y así siempre. A todo esto sumémosle, además, las ocasiones esporádicas en las que también hace aparición su noble arte de la jodienda vecinal, y eso es coincidiendo siempre, siempre, siempre con los domingos. No es que hagan limpieza general una vez a la semana, que podría ser, sino que la sincronizan con aquellas mañanas en las que la resaca se ha apoderado de mi cabeza rubia (y, a veces, también de mi estómago). Tan majos ellos. 

Luego están los de abajo, donde, entre millones de seres infantiles que rodean mi hogar, conviven dos mujercitas adolescentes, donde los gritos y los tirones de pelo son su pan de cada día. Y del mío, porque, claro, los decibelios que acompañan a estos pequeños seres superan, con mucho, los muros de pladur de nuestras respectivas casas. Ah, por cierto, éstas son, por si todo lo anterior fuera poco, férreas admiradoras del plañidismo de Pablo Alborán, al cual recitan con el mismo tono de voz que sus broncas diarias. Ahí queda eso.

Y, por último, están los típicos del puerta con puerta. Ésos en los que, en circunstancias normales, tienes una relación de amistad de "toma mis llaves, por si algún día pasase cualquier cosa", pero claro, he dicho en circunstancias normales y, como yo no lo soy, nuestra relación es de, simple y llanamente, puerta con puerta. Y no es que me caigan mal, al contrario, son una pareja joven súper encantadora con dos crías más encantadoras aún. El problema radica en la composición musical que cada fin de semana en general -y este de exámenes en particular- se forma entre el programa 'Del 40 al 1' con los éxitos más guays del momento a toda potencia con los llantos hiper mega incontrolados de la pequeña de la familia. En serio, hay veces en las que pienso que un bebé es imposible que llore más, pero no, siempre me confundo. Aun así, de éstos no me quiero quejar, de verdad, que son unos soles, pero claro, me pillan en plena crisis de rubia neurótica que intenta estudiar Psicología de las Diferencias Individuales -que suena todo en chino mandarín- y se encuentra con semejante percal y claro...

Pero bueno, a lo hecho, pecho, que ellos han tenido que aguantar también mi infancia (con las Spice Girls), mi preadolescencia (con Chenoa y todo el repertorio de la primera temporada de los triunfitos),  mi adolescencia (con todo lo que cayese en mis manos. Menos calorreo, de eso jamás. Y qué orgullosa me siento) y, ahora, en mi época de supuesta adulta con mis gritos de loca neurótica al borde del colapso, subida a unos altísimos tacones de quince centímetros mientras canto a viva voz al ritmo de alguna canción pachanguera. Así que, Alba, ajo y agua, aquí tienes la actual y particular versión de la Ley del Talión. Te la devolvemos, diente por diente. Clic.




jueves, 15 de mayo de 2014

'Impass laboril': A veces, también soy seria

Sí, y profesional, también. Bueno, dejemos hoy de lado el neuroticismo propio de la rubia que suscribe siempre en estas líneas para hacer un pequeño kit-kat laboral (o laboril, que sabéis que me gusta mucho cambiar vocablos).

En esta ocasión, voy a aunar tres facetas que me llevan acompañando desde que tengo uso de razón: loca neurótica y escritora de este blog por vocación, empresaria de alto copete presentando su joven y absolutamente genial compañía y, lo que nos lleva a todo esto, incansable y eterna estudiante (no, amigos, seguiré con esto último hasta que me aburra y, a este paso, parece que me encanta vivir pegada a apuntes varios).

¿Por qué de todo esto? Bueno, porque, si aún no lo sabéis, unamos a todos mis quehaceres varios un nuevo curso para especializarme un poquito más en mi profesión: el eMarketing. De esta manera, una de las actividades que me exige esta nueva andadura es la creación de un blog y nada mejor que éste para llevar a cabo mis estudios. Es cierto que podría haber elegido cualquier otro más 'serio', pero ¿para qué? ¡Si yo no soy así!

Bueno, lo dicho, que además de crear un blog, tenía que meter una entrada con un vídeo subido a YouTube y, tal y como os he comentado antes, nada mejor que aprovecharme de que esta entrada la van a ver decenas de personas de mi sector, por lo que he decidido colgar el vídeo corporativo de Romance XXIComunicación, mi agencia de comunicación y marketing digital (la mía y la mejor del mercado. Por si algún cliente nuevo cayese en mis brazos. Guiño, guiño).


Dicho esto, el post ya está creado con dicho vídeo, pero además, y ya que estáis, ¿por qué no le echáis un ojo a nuestra presentación de la empresa? ;)