lunes, 22 de septiembre de 2014

No todos los hombres son manitas

No, no todos lo son. De hecho, no solo no los hay diestros con sus manos, sino que los hay torpes, muy torpes. Sí, lo habéis adivinado: los manazas. Y convivo con el padre de todos los manazas: Sí, mi padre. Buscad la palabra 'manazas' en el diccionario y os sale su cara, en serio. Veréis a un hombre peculiar, regordete y con barba y pensaréis "mira, el padre de los manazas". Y pensaréis, madre mía, ¡cuánto amor de hija, qué vapulación a su progenitor! ¡Pues ya os digo yo que merecida!

Viniendo del trabajo y divagando en historias varias con mi Manza, he llegado a la conclusión de que os tenía que contar la última de este hombre, pero es que ahora que estoy escribiendo el post, me doy cuenta de que no solo os voy a contar una anécdota, sino una metáfora de mi vida. Sí, la Rubia Neurótica se ha puesto filosófica (que yo era muy de sacar sobresalientes con Kant y Descartes, qué os pensáis...).

Ésos son los relojes y, obviamente, mi cara de rubia poseída ante tal estampa.

Resulta que estaba yo taaaaaaaaaaaan feliz (ojo a las 'aes' de mi 'taaaaaaaaaaaan': significan un nivel de felicidad nivel a tope máximo) con mi nueva adquisición, que ha venido Murphy en forma de padre manazas y me lo ha tirado por tierra. O por arena. Para aquellos que aún no lo sabéis (o sea, la mayoría) esta loca que suscribe hizo caso a su súper mega locura interior más de la cuenta y... ¡se compró un piso! (Sí, ésa soy yo). Bueno, quien dice piso, se refiere a un solar que, supuestamente, en dos o tres años es donde estará construido mi hogar (sí, así suena muy bonito; el pagarlo ya no tanto). 

Que me desvío de la cuestión: Pues estaba yo taaaaaaaaaaaaan feliz (enfatizo mi felicidad de nuevo para resarcirme en la crueldad de mi destino) con mi nueva casita que claro, una no podía estar sin comprar nada hasta dentro de tantos años (sí, esto es como la que se queda embarazada y, por no esperar a que le digan el sexo del bebé, compra toneladas ingentes de bodies amarillos), que me compré una monada en forma de dos relojes extra grandes de arena de súper mega diseño -al igual que de súper diseño era su súper y caro precio- que colocaría en mi futuro salón, al que claro está, una ya sabe cómo piensa decorar.

¿Y dónde entra mi señor padre en esta historia, precisamente? Os cuento: el destino, una vez más y ya está haciendo demasiadas de las suyas en mi existencia vital últimamente, ha hecho su aparición. Llevo esperando esos dos relojes meses (desde junio, de hecho), los recogí hace dos días y ¡tachán, tachán! ¿Quién es el hombre que decide un lunes a las seis de la madrugada coger una bolsa QUE NI LE VA NI LE VIENE, la huele y cotillea cual niño pequeño y decide SOLTARLA EN EL AIRE, porque claro, NO LE IMPORTA UNA PUTA MIERDA? Pues eso. Vale que a los hombres esto de la decoración les importe lo mismo que a mí el ciclismo de la sobremesa, pero... ¡JODER, QUÉ MANAZAS, COÑO!

Llamadme rubia intuitiva, pero creedme que he saltado de mi cama (sí, a las seis de la mañana) gritando cual posesa de psiquiátrico sabiendo que mi progenitor había destrozado mis súper relojes de arena... Y ahí va la metáfora: ¿Será la historia de mi vida? ¿Se me estará acabando el tiempo? Ains Señor, llévame pronto e invita a mi padre a una clase de "niño, las cosas de los demás no se tocan". Clic.

domingo, 21 de septiembre de 2014

¿Por qué lo llaman 'primera cita' cuando quieren decir 'a ver si me la trajino a la primera'?

"¡La vida empieza hoy, ya veremos qué pasa mañanaaaaaaaaaaa!" Taaaaaaaan feliz que vuelvo de ver a Sergio Dalma en concierto que hasta me he vuelto un poco romántica desde anoche (mentira, ya sabéis que eso en esta Rubia Neurótica que suscribe es imposibol totally), pero bueno, a lo que venía yo hoy, a destapar mitos que ocurren en las primeras citas ante lo que creemos las mujeres -incrédulas a tope máximo- que es un caballero seductor. ¿Y por qué se me ha ocurrido hablar de esto, precisamente hoy, un domingo de resaca sergiodalmera? Pues porque he leído un artículo -buenísimo a la par que increíblemente inverosímil- de GQ España. 

En dicho repor (cuán cool me parece la palabra 'repor', es muy de jerga periodística del siglo twenty one) explican las 20 cosas que debería hacer un verdadero seductor en su primera cita con una jamelga (sí, la urbanita de mi persona ha escrito 'jamelga'. Señor, llévame pronto). Bien, pues me ha encantado el artículo, pero aquí está esta Rubia para desmontarlo y hablar de lo que, en realidad, hacen los hombres en dicho primer encuentro o, al menos, con lo que me he encontrado yo en toda mi existencia vital (y no es que todo haya sido malo, pero es que aquí lo que mola es que os cuente mis desgracias, no las pocas cosas buenas que me he encontrado con estos seres de pensamiento penil. Y sí, recalco la palabra 'pocas').

Ahí va (Mito by GQ Spain Versus Realidad by Albuli, alias Rubia Neurótica):

1. Ten un plan: Diseña una noche perfecta. Asegura la reserva del restaurante -suponemos que conoces la carta de antemano- si vais a cenar, habla con esa coctelería para que te cuiden el mejor sitio. Dejar las cosas al azar no es propio de grandes hombres.

Amén.
1 Bis. Nunca tienen un plan: ¿Plan? ¿Qué plan? Jamás de los jamases tienen un 'súper plan', y en caso de que lo tuvieran parecen olvidarlo. Dónde quedarán las millones de veces que le he dicho a un tío "¿Sabes qué es lo que más me gusta de un chico? La iniciativa". Y no os penséis que suelto eso al azar, no, es, precisamente, para que en esa jodida primera cita se lo curre, y no esté con el "dónde quieras", "cuándo quieras" y "cómo quieras". Joder, arg, mecagüen la puta. ¿Soy la única a la que jamás sorprenden? Mierda pura. No saben ni dónde ir, como para que se "conozcan la carta de antemano". Por favor, no me hagáis reír. Más.

2. No arriesgues: “Qué te parece si probamos” está muy bien para los aventureros, pero no para los seductores: tu Foursquare y tú sois uno y lo mismo. Meterse a probar comida o bebida nueva en una cita nunca es buena idea.

2 Bis. Siempre arriesgan: Me encanta lo de "no te metas a probar algo nuevo", pero es que es volver al punto 1: nunca tienen un plan, ergo siempre arriesgan, y claro, pocas veces suele salir bien. Taaaaaaaaaaaan geniales son las primeras citas en las que vas a "tomar algo" (muy de primera cita, sí) y acabas con un olor a fritanga por haber guarreado dos cañas y tres patatas fritas en un mugriento bar con cabezas de gamba en el suelo (nótese la ironía en mis palabras).

3. Ten otro plan: Déjale un hueco al azar. No puedes preverlo todo, así que maneja siempre una opción b. La estrategia ha guiado el destino de la historia por algo.

3 Bis. Ten ALGÚN plan: GQ, ¿en qué quedamos? ¿En que tengan planes (punto 1) o que no los tengan (point number three)? ¿Lo dejamos mejor en que tengan algo en la cabeza? ¿Algo, nada más? Tampoco pido tanto, ¿no?

(Me salto puntos, que hay muchos. Así soy yo, muy poco lineal. Muy de venirme arriba pasando del punto 3 al punto 7, que estoy mu' loca.)

7. No hace falta decirlo, pero sé puntual. Y por puntual nos referimos a “llega antes que ella”.

7 Bis. Sé puntual, pero, en serio, selo: A ver, ¿por qué unos tienen la fama y otros cardan la lana? ¿Por qué ese falso mito de que las mujeres tardamos mil horas en arreglarnos y, por ende, siempre llegamos tarde? ¡Mentira! A mí siempre me ha tocado esperar, con la impaciencia que conlleva eso a mi psique, que te me retrasas quince minutos y ya salivo espuma por la boca, no digo más... ¡Odio esperaros! ¡Y sí, siempre lo hago! ¡Sed puntuales, coño! Y no, tampoco se admiten los diez minutos de rigor. Si alguien tiene que esperar, que seáis vosotros, ¿entendido?

11. Cuidado con el perfume. Esta cuestión es tema a parte. Ni mucho, o la embriagarás provocándole náuseas, ni poco, o todos los aspectos que has cuidado previamente se desvanecerán ante el más importante. El olfato es el sentido con el que más recuerdos registramos, por tanto, una buena fragancia nos garantiza un grato recuerdo por su parte.

11 Bis. NO a la colonia barata: Este punto me encanta; podría estar hablando de ello durante horas. Por todos es conocido lo que me encantan a mí los perfumes de hombres. Ah, ¿que no lo sabíais? Pues seres masculinos del mundo, me gustan, y los caros. Como vengáis con alguna imitación del Mercadona ya podéis iros por donde habéis venido. O sea, que te tiras tres horas frente al armario (porque lo haces, como yo) para ponerte súper hiper mega mono (o intentarlo, al menos) y luego te me echas tres litros de 'Varón Dandy' o, viviendo al límite, 'Buscando a Jacq's'? No, hombre, no...

15. Maneja los silencios, escucha. Una conversación, sobre todo en una cita, no es una pelea de gallos raperos. Tu lenguaje corporal, tu percha, es una de tus mejores armas, y vas vestido para la ocasión: Úsalo.

15 Bis. Con el "escucha" me conformo: ¿En serio, GQ? No, si la teoría está fenomenal, pero de ahí a que se haga realidad... No nos engañemos, tú, como mujer de éxito y orgullosa de serlo, le estás contando que te han nominado a Premio Pullitzer del año y ¿él qué hace? ¿Felicitarte por tus méritos de rubia inteligente? (Sí, sí, no me he confundido, he dicho rubia inteligente. Ahí queda eso). ¡No! Te mira más abajo de tu barbilla, ahí donde las más suertudas tienen canalillo. Pero vamos a ver, ¿pero es que acaso no os dais cuenta de que SÍ nos damos cuenta? Pero entonces, ¿por qué lo llaman 'primera cita' y apostillan lo de "escucharnos", cuando en realidad quieren decir 'a ver si hago que la escucho y me la 'trajino a la primera'?

Lo del tema de "tu percha" me ha marcado infinito... Sería genial si todos los hombres tuvieran la percha de los hombres de GQ, pero es que da la jodida casualidad de que vivimos en el mundo real, señores...

18. Pagas tú. Y punto. Si la siguiente quiere pagarla ella, bien: Ya tienes tu segunda ronda -así que la cita va bien- o tu segunda cita -si te interesa-, y la igualdad en el mismo paquete.

18 Bis. Amén: Sí, amén, y punto. Llamadme anticuada, pero es lo que hay. Y lo peor de todo es que mi pensamiento no concuerda con mis actos, ya que acabo aflojando cartera, pero no me digáis que no mola un tío que te diga eso de "insisto, pago yo". Ah, no, esperad, que de esos no hay. O no que yo haya conocido.

Y hasta aquí por hoy, que tampoco quiero cebarme... Solo os daré un consejo que SÍ funciona con las mujeres en general: hacednos reír. Y sí, hasta el más feo lo tendría hecho (bueno, en realidad no tanto, pero quería acabar con un mensaje positivo y poco superficial, pero entonces no sería yo. Maldad de rubia en estado puro. Muajajaja). Clic.