Exitosa, brillante, con futuro. Así veía yo mi vida cuando me hacía una imagen mental de mi life a los 25 años. Pues bien, ahora no sólo con 25 años, sino con 25 años y medio (oye, que son seis meses más, ya estoy más cerca de eso que no quiero nombrar y que empieza por trein... ¡Ahí me quedo!) no tengo, ni por asomo, lo que había planeado para mi persona. Pero nada de nada. Na-da.
Hoy, tras visitar la casa que comparte mi amiga Chamorriniqui con su súper novio perfecto (una de mis grandes virtudes es degenerar apellidos y apodos de todo el mundo hasta conseguir un mote que sólo use yo, por eso de sentirme siempre especial, ya sabéis) y tras mantener una de nuestras profundas conversaciones (que son muchas y muy variadas, pero siempre acabamos hablando de lo desgraciada que soy y lo mal que me va todo), me ha hecho pensar, una vez más, en que mi vida es, cómo denominarlo, una auténtica mierda.
Ni exitosa, ni brillante, ni siquiera con futuro veo ahora mi vida. De verdad que no me quejo de vicio, que he hecho todas las cosas que había que hacer para tener ahora un "algo" de ensueño, pero no, esta jodida crisis ha acabado con todas mis esperanzas de ser una tía guay (y cuando digo guay, me refiero a ser una ejecutiva sexy y con poder, cómo me auguraba Rachel a los 17, cuando nos pirraba el calimocho en las noches de verano. Dios, qué mayor soy... Ahora voy a coctelerías a tomarme una "caipiroska alla fragola". Muy de afterwork, sí. Es que yo siempre he sido muy chic. Sin pasta para pagar esos cocktails, pero chic. Que me quiten lo bailao).
Algunos pensarán que no he hecho lo suficiente, pero si con una licenciatura, dos másteres, otra carrera en camino y tres idiomas no es bastante, decidme qué es lo que tengo que hacer, en serio, porque algo se me escapa. Ni pedante, ni arrogante, ni nada, es mi currículum, sin más, pero vamos, debe ser que tanto estudio no vale para nada, y lo que vale es dar el espectáculo en Gran Hermano, enseñando los pechiminis y soltando tacos por mi boquita de piñón (no creáis que no lo he pensado).
Bueno, a lo que iba y por lo que quería escribir todo esto: ¿Cómo veía mi vida con 25 años? Claro, esta pregunta me la hacía yo con 15, cuando me pensaba que los veinteañeros eran unos puretas, casados y con hijos. Yo, que soy muy Antoñita, la Fantástica, no me conformaba con cualquier cosa, así que, ni corta ni perezosa (mira, ese rasgo de la personalidad no lo he perdido, a veces, soy corta y perezosa), me veía tal que así (Ficción):
"Periodista de prestigio sexy subida a unos altísimos tacones, con un ático-dúplex-con terraza (además de con biblioteca y, cómo no, vestidor) en el centro y viviendo en pareja con mi maravilloso, inteligente, divertido y bien posicionado morenazo (lo de casada aún lo veía un poco lejano). ¡Ah! Y con un gatito que se fuese a enrollar en mis piernas al llegar a casa con los pies molidos por los 13 cm que me sostenían desde las 7 de la mañana."
¿Cómo me veo, ahora, a los 25 años? (Realidad):
Periodista, sí, pero sin trabajo, sin ático-dúplex-con terraza en el centro y, por supuesto, sin novio perfecto y gato, respectivamente, esperándome en casa. Ni siquiera tengo un mísero estudio donde independizarme o un trabajo "digno" (véase Burger, Telepi o similar). Bueno, al menos tengo un enorme zapatero con una gran colección de tacones de 13 cm, eso sí (pero ninguno de Manolo Blahnik, Jimmy Choo o similar).
Pero bueno, como soy una persona nada conformista y muy optimista, aunque últimamente parezca lo contrario (qué queréis, me he quedado sin novio y sin trabajo dos veces en los últimos seis meses), he decidido poner remedio a esta situación. Sí, tras mucho esperar a que el señor Rajoy viniera a "rescatarme" (guiño guiño) de esta amargura constante y ver que se ha debido olvidar de su rubia favorita, he pensado coger yo el toro por los cuernos (creo que nunca me gustó esta expresión tan taurina... ¡Qué soez! Coger a alguien por los cuernos es regocijarse en las infidelidades del otro....), así que he hecho una lista con las "cosas" que, hoy en día, puedo hacer para triunfar, porque yo, señores, tengo que triunfar, en algún momento de mi vida, pero tengo que hacerlo. Es como las promesas esas de "qué tienes que hacer antes de morir": plantar un árbol, escribir un libro y casarte. Bien, de momento no he hecho ninguna de las tres, y encima me pongo una más: triunfar (pero las conseguiré, las cuatro, lo sé. Autoconvencimiento personal, recordad).
Es una lista básica para todos aquellos que queréis tener un puesto especial en esta nuestra sociedad perfecta, y yo, como soy la mar de generosa, he decidido compartirla con vosotr@s (compartir es vivir, como decía mi madre cuando no quería dejar mis juguetes en el parque). Así, que, chic@s, tomad nota, os hago partícipes de mi sabiduría infinita:
- Ser concursante de Gran Hermano: es muy sencillo, sólo tenéis que montaros durante tres meses (bueno, a este paso la próxima edición durará unos cuatro años y medio) un papel (bueno, más que papel, personaje disparatado y/o freake), interpretarlo a la perfección y hasta sus últimas consecuencias y voilà, futuro asegurado, ya sea como colaborador en la televisión o como freaker profesional haciendo bolos por las discotecas, pero triunfar, triunfáis. (Hasta ahora es la opción que más me está convenciendo de toda la lista.)
- Liarse con un famoso, pseudo-famoso o similar: esta es la opción más fácil de llevar a cabo para llegar a nuestro objetivo: triunfar. Dependiendo de nuestro físico, podremos aspirar a unas celebrities u otras, pero, no os preocupéis, siempre quedarán personajes como Leticia Sabater, que les da igual que seas "alto o bajo, gordo o flaco, con dinero o si no tienes dónde caerte muerto", que te harán un hueco en su corazón (por favor, si no os lo creéis, ved este vídeo, y si os lo créeis, también, vedlo, es una orden). Para esta estrategia hacia el éxito, sólo necesitáis un poco de estómago (el tamaño dependerá de lo fea que sea la socialité a conquistar), mucho morro y buenas piernas que aguanten las idas y venidas de platós que tendréis que soportar.
- Hacerse político: corrupto, se entiende. Nada de política honrada, que si vas de bueno, te quedas en el camino y, al final, no triunfas, y todo esto es para conseguir una carrera con éxito, recordad. A ver, sólo necesitáis un traje de chaqueta (unisex, que ahora la moda masculina se ha extendido mucho), una cartera de piel (si es de Loewe o Hermès, mejor, cuanto más grande y más cara sea, más poder denotará) y mucha cara (o jeta, para que nos entendamos). Eso sí, debéis perfeccionar mucho la mentira, porque a la mínima, se os cazará y os cambiarán por otro más mentiroso todavía.
Hasta ahora, sólo he pensado en estas tres, pero son, sin duda, las más efectivas hacia una carrera de éxito en este país. Economistas, abogados, ingenieros de caminos, no estudiéis y hacedme caso, que con estas tres reglas básicas no os hace falta más. Yo ya estoy apuntada para la próxima edición de Gran Hermano, me estoy camelando a Leonardo Dantés para que me dé una cita y estoy yendo a un "curso de mentirosos profesionales para ascender en política". ¡Voy a convertirme en una mujer de éxito! ¡Y con poco más de 25 años!
Alba, con esta entrada ya me has convencido del todo, ya soy adicta tu blog! Ánimo y sigue escribiendo mucho ;)
ResponderEliminarGrande!!! (yo me quedo con la segunda, lo de mentir no me va y gran hermano... nada! que ya tengo 3 ojos como para tener otro más :P)
ResponderEliminarMuaaa