martes, 9 de octubre de 2012

La primera cita

Algunos lo llaman "primera cita", yo prefiero llamarlo "puta primera cita". O "jodienda de cita". O "cita de mierda", a secas. Espero que sepáis a qué me estoy refiriendo; en caso contrario, o sois muy feos o antisociales. O las dos cosas a la vez (que no suelen ir reñidas, de hecho, suelen ser un pack. A veces, me sorprendo de lo bad person que puedo llegar a ser...). 

Aviso para navegantes que no sé qué puede salir de este post... Llevo mucho tiempo queriendo escribir sobre algo así, pero tengo tantas y tan malas primeras experiencias que creo que se puede acabar el mundo después de publicarlo... Encima, estoy intentando concentrarme con una música de fondo un tanto extraña... Resulta que hace apenas 4 días (sí, 4 días) descubrí el maravilloso mundo de Spotify y aquí ando, probando, con una lista de reproducción llamada, literalmente "Las típicas canciones que no sabes cómo se llaman, pero te gustaría escucharlas". Aquí hay de tó. Pero de tó.

A lo que iba: ¿qué es una primera cita? Es ese momento en el que te has decidido a quedar con cierta persona, como un primer contacto, para conocerla mejor y esperar que aparezcan los corazoncitos a vuestro alrededor mientras os dais cuenta de que estáis hechos el uno para el otro caminando agarraditos de la mano paseando por El Retiro. ERROR. Veis muchas películas románticas. Pero muchas. Una primera cita es una de las peores experiencias para una mujer (de los hombres no me aventuro a hablar, que estoy convencida de que para ellos el simple hecho de que una chica ya quiera quedar con ellos, es un triunfo). Se trata de una maratón de horas pre-cita, momento-cita y post-cita que toda chica con dos dedos de frente debería aprender a odiar profundamente.

Para empezar, quiero haceros una pequeña introducción del tipo de primeras citas que existen (de unas pocas sólo, que nos puede dar aquí el fin del mundo según los mayas y seguimos leyendo tipologías citiles):
  • Cita a ciegas. Mortal. Pero mortal de necesidad. Ese momento en el que el típico grupito de amigos que tenemos todas las personas humanas, y que todos son parejitas, menos tú (obvio) y están deseando que te eches tú también novio, porque claro, eres la oveja negra del grupo (a mí me pasa, amigos) y te dicen esa querida frase mundialmente conocida como: "Tengo un amigo perfecto para ti". ¿Qué haces? ¿Sales corriendo? ¿Huyes despavorida temiendo que sea otro freake con gafirulis como el novio que tiene tan enamorada a tu mejor amiga? ACIERTO. Pero no, en vez de eso, comienzas una retahíla sin parangón de preguntas cual diarrea verbal para conocer mejor al futuro padre de tus hijos (al que, repito, no conoces absolutamente de nada. Podría ser un calvo, gordo con dientes podridos, pero NO, es tu príncipe azul y, como tal, será moreno, alto, fuerte, deportista, con ojos verdes, proyección profesional, inteligente y divertido): "¿Y cómo es? ¿Es guapo? ¿Rubio? No me gustan los rubios, bueno, haré una excepción. ¿Edad? ¿En qué trabaja? Ahm, ha estudiado económicas, bien, bien, me gusta, así llevará las cuentas familiares. ¿Y tiene hermanos? (para saber cuántos tíos tendrán nuestros 4 hijos, dos niños y dos niñas, dos de ellos mellizos) ¿Y cuándo lo ha dejado con su anterior novia? (Importantísima pregunta, hay momentos de atacar y otros de esperar en la sombra a que aparezca el detalle que te diga ¡Ataca!)" Y así, una tras otra, friendo a preguntas al susodicho novio freake de tu mejor amiga. Normal, ¿no? Necesitas saber cómo es ese hombre. El Hombre. Conclusión: Tras un informe pormenorizado de su genética ancestral y su proyección de futuro, decides que sí, que es el hombre de tus sueños y que, cómo no, aceptas una cita a ciegas con él. Total, irá todo rodado, ya es como si le conocieras de toda la vida. ERROR. Acaba siendo el calvo, gordo con dientes podridos que no habías querido imaginarte. Y para más muerte en vida se pasará toda la noche hablando de su colección de camisas ("Ésta la tengo también en verde, azul, rosa y blanca,  ¿te gusta" "Qué pasa, que sólo sabes comprarte camisas o qué"). De camisas y de su pasión incondicional por Goku y todo lo relacionado con sistemas Java de su nuevo dispositivo móvil. 
  • Cita con el tío de Internet. Ésta es una variante de la cita a ciegas anterior, pero con la diferencia de que la retahíla sin parangón de preguntas se la haces tú al tío X en cuestión. "Uis, chata, encantador. Qué te digo encantador, súper encantador. The man of my dreams. Moreno, alto, sí, sí 1.85, perfecto para cuando yo lleve tacones, ojos verdes, que sí, que sí, mucho pelo, éste no se queda calvo. Está haciendo su tercer año de residencia en cardiología, toda una saga de médicos en su familia. Y qué guapo, tía, qué guapo. Y divertido... Uuuy chica, qué divertido, no puedo parar de reírme con él. Vamos, que no entiendo por qué sigue soltero. Pero bueno, hasta ahora, hasta que me conozca a mí." Por fin se decide a pedirte una cita, después de hablar horas y horas con él (que ya le conoces más que a la vida de todos tus parientes cercanos juntos). Te dice que te llevará a cenar a un bonito restaurante con vistas al lago ("Ains, Mary, encima romántico... -emoticono de corazoncitos en los ojos-). Dos horas para prepararte y ¿qué pasa? Que era un gordo, calvo con los dientes podridos, que había mentido poniendo una foto de Míster Valladolid 2003 en su perfil. "Una pena, Mary, una pena. Una y no más."
  • Cita con el tío de la discoteca. Sí, el de anoche. Ese que te pareció súper mega genial cuando le conociste. "No, no iba borracho. Y yo tampoco, sólo me tomé un gintonic (tan de moda en estos momentos. Y no entiendo por qué, porque está para vomitar, pero chica, como está de moda...). Nada, Mary, hablamos durante horas, majísimo de verdad. Y no iba a lo que iba para nada. Éste sí, Mary, éste sí. Además, ya le conozco en persona, ese es un punto ganado. Físicamente me encanta, de verdad, un Adonis. No hablamos de cuestiones de trabajo, quedaba feo en ese clima tan especial que creamos en la barra del bar. Sí, tía, me pidió el teléfono y hemos quedado para mañana. Qué ganas, Mary, ¡qué ganas!" Quedas con él en el centro (no viene a recogerte a casa cual caballero montado en su noble corcel) y descubres que, aparte de ser más feo y bajito de lo que recordabas (no, no habías bebido. Nada. Ejem), es un ni-ni que ni trabaja ni estudia ni hace nada con su puta vida, que no tiene un duro y que, para más tocarte la peineta, te toca pagar a ti toda la cena. ¿Pero qué clase de príncipe esperaba yo de semejante ser?
Hasta aquí mi tipología de primeras citas desastrosas, porque como empiece, no paro. Así que chicas, para qué nos vamos a tirar horas y horas de preparación pre-cita (dos horas probándote ropa, una hora para peinarte, otra media para maquillarte y tres horas para contarle a tus amigas que has quedado con el hombre de tu vida) para que te aparezca cualquier sapo al que no tocarías ni con un palo... Tantas primeras citas te enseñan a amar tu soltería, con sus cosas buenas y sus cosas geniales y a pensar que un día, sin esperarlo ni quererlo, te aparecerá ese gordo, calvo con dientes podridos o ese ni-ni que no tiene ni para chicles que nos enamorará perdidamente. Clic.

P.D.: El final de este post era para quedar bien. En realidad yo pienso encontrar un hombre moreno, guapo, fuerte, deportista, alto, con ojos verdes, guapérrimo, inteligente, con un buen trabajo y proyección de carrera, divertido, detallista, muy detallista, con iniciativa, sincero, con amigos (primordial, por mucha tontería que os parezca), nada celoso ni posesivo, independiente, que le guste viajar, que no fume y que me trate cual princesa. Vamos, lo que yo ofrezco, pero en mujer. Tampoco pido mucho. Interesados, razón aquí. Gracias.

1 comentario:

  1. La verdad que ese fake de las citas virtuales es una cagada, a la gente le cuesta poco ser sincera, pero hay veces que lo eres y quedas también como el propio jilis!

    ResponderEliminar