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sábado, 15 de diciembre de 2012

Cuando Apalabrados domina tu vida


Me cago en el Apalabrados, en quien ha conseguido viciarme y, en primera instancia -y a quien, con motivos, echo la culpa de todo- en quién cojones lo inventase. Dichoso jueguecito que te quita horas de estudio, de sueño ¡y de vida! Creo que he perdido, por lo menos, tres días de mi lilfe sólo mirando a la pantalla del iPhone intentando colocar esa puta "X" en una casilla de triple puntuación.

Bueno, hablo del Apalabrados dando por hecho de que todos sois conocedores de esa cabronada de juego. Todos menos yo, que, cómo no, lo conocí más tarde que el resto de personas humanas (qué queréis, soy rubia. Juas, yo, que soy la primera que abogo por la inteligencia de las rubias y mira, metiéndome ahora con el género. En fin).

Si por algún casual no vivís en este planeta o no ha llegado a vuestras manos un Smartphone de ultimísima generación, os diré que es un juego simple, pero complicado, si la suerte no está de vuestra parte (y de la mía no está nunca jamás de los jamases). Todos los juegos de mesa de nuestra querida infancia se han subido al carro tecnológico y han decidido hacer su versión 'móvil', y claro, éste no iba a ser menos. Para aquellos que se quedaron nadando allá por la Posguerra, os diré que se trata del clásico Scrabble. Y si ya eres más antiguo que el Renault 21 de mi padre (que ya tiene más de 20 años y ahí sigue, dando guerra) podéis llamarlo también Intelect, que así es como lo llama mi madre (tan poco moderna ella).

Es una tontería y una genialidad en sí mismo. Tan sólo se trata de ir colocando letras y formando palabras, encadenándolas a la vez con otras. Ya está, esa es toda su explicación. Pero no, no se nos cuenta la letra pequeña o, al menos, a mí me engañaron vilmente. Te dicen que es muy sencillo y ¡ale! clavada por detrás, ven que eres una presa fácil y van a cuchillo, porque yo, amigos, mujer de letras puras y duras, debo confesar que soy una pésima jugadora. Paupérrima. De lo malo, lo peor y de lo peor, lo inaguantable. En serio, si estáis con la moral por los suelos, de esos bajones que nos entran a todos porque nos hemos tenido que abrochar el cinturón en un agujero más o porque te haya salido un grano de esos de nivel +150, tranquilos, podréis echar conmigo una partidita y ver que siempre hay alguien peor que vosotros: la Rubia Neurótica que suscribe.

Sí, lo admito, he caído rendida a sus pies hace escasos días, pero no porque no lo intentase antes. Ya lo probé un par de veces, no os creáis. Y las dos veces por lo mismo. Por lo de siempre. Los hombres (¡malditos!). Sí, intentaron que entrase en esa vorágine de partidas jueguiles donde, por el simple hecho de conocer a esa persona, es más gratificante aplastarla como un garbancito cocido. Pero no lo consiguieron. Me aburría (del juego. Bueno, y así, en petit comité, de ellos también).

El caso es que no pensaba que hubiera una tercera oportunidad a eso que yo denominaba "truñaco de juego, que os tiene a todos absorbida la mollera". Pues sí, no hay dos sin tres (tan refranera mi persona). Y ese momento llegó en una celebración familiar. Si tenéis tantos familiares como yo, que parecemos una boda gitana cada vez que nos juntamos (por el número de asistentes, ¿eh? No os vayáis a pensar que nos ponemos a cantar eso de "He venido a tu casamiento para partirme la camisa" Vaya muerte), eso, que me entenderéis. Que si uno empieza a hablar de que le encanta el Apalabrados, de que al otro también, de que apúntate, Alba, y nos echamos unas partidas... Y claro, cómo le vas a decir que no a tu tía Cecilia (que has escuchado que tu prima Virgi le gana siempre, porque es una pathetic player). Ahí piensas, bueno, al menos, a ella seguro que le gano. Y dices "venga, vale, voy a intentarlo". Craso error, Alba, craso error.

Comienzas jugando con tu familia (que sobra decir que, por supuesto, me han ganado en todas y cada una de las partidas, menos mi tía Cecilia, que conseguí meterle la dichosa X en el último momento y gané cual victoria espartana) y acabas ludópata perdida por jugar con quien sea, hasta con desconocidos. Ahí es cuando ya se te puede considerar un desesperado del Apalabrados. Optas por "contrincante aleatorio" y ale, una detrás de otra. Y si no te contesta el susodicho enemigo no conocido, empiezas otra. Y otra. Y otra. Hasta que te encuentras con 34 partidas abiertas a la vez (de las que pierdes 32). Muy triste todo.

Pero, además, si aún no os he convencido de lo genial de este juego (aunque lo odie profundamente) es que no sólo de ludopatía vive el hombre. Apalabrados sirve, además de para meter fichas al tablero, para metérselas al oponente. Sí, sí, han intentado entrarme por el chat del jueguecito más de una y más de dos veces. "Tienes los ojos tan azules como los lagos de Suiza" (verídico). Hay gente pa to, lo sé. Me dio ganas de decirle "chato, no me seas daltónico, que son verdes, y sigue con el jueguecito, que yo no he venido aquí para hacer amigos". Pero vamos, que eso, que si os mola ligar, que también podríais. Qué grande es este puto pasatiempo.

Lo mejor de todo (bueno, lo peor, creo) es que el dichoso jueguecito no sólo consigue enganchar y dejar sin vida a aquellos que estamos jodidamente viciados, sino que a los que no lo conocen, también. Y pensaréis, bueno, a ésta se le ha pirado la almendra ya del todo. Pues no, queridos, mi querida y santa madre, esa amada progenitora de mi persona que me dice que salgo bizca en la fotografía de mi currículum, también ha sucumbido al Apalabrados. Sin catarlo, señores. Qué guay es my mother, ¿eh? Para que os hagáis una idea: está como loca por hacerse con un Smartphone (ambos padres míos aún andan con antiguallas Nokia's del tipo 'ladrillo que no cabe ni en un Brikin' (un Birkin es un bolso XXL de Hermès, incultos) ¡para jugar al puto juego! Tanto es así que el otro día nos llamaron de Orange para ofrecernos el oro y el moro y va ese amor de persona que me dio la vida y le dice: "Yo lo único que quiero es un móvil de esos con el que pueda jugar al Apalabrados". Olé tú, mamá. Olé tú.

Y nada, ya sólo deciros que, si aún no conocéis la jodida aplicación, ¡sed listos! ¡No os la descarguéis! ¡La ignorancia es la felicidad! Si no, cuando menos lo esperéis y sea un martes a las 2:30 de la mañana, se os joderá la conexión a Internet en casa y os veréis llamando al Servicio Técnico de la compañía cual drogadicto con síndrome de abstinencia. Sí, como os imaginabais, me ha pasado. Qué dura es la vida del  drogodependiente apalabril.

P.D.: Odio este juego por la vida que me está absorbiendo por momentos, pero bueno, que sepáis que tengo como nik 'Corpisela', por si algún alma perdida como mi persona decide echarse un vicio con esta paupérrima jugadora y subir así su moral. Pero lo odio, eh, de verdad. Clic.

martes, 4 de diciembre de 2012

'Alba se queja', vol. I;

Yo, Alba P. Corpas, me declaro en rebeldía. Ea. Sí, sí, y rebeldía de esa de la buena, de la que ya no tiene marcha atrás. Los que ya me conocen pensarán que no es nada nuevo, que entonces seré la misma Rubia Neurótica, rebelde y loca como una cabra de siempre. Pero no. Hoy -y no mañana, ni ayer, ni dentro de un año- hoy, he decidido arremeter contra toda persona-cosa-bicho viviente que se me ponga por delante.

Y por qué os preguntaréis. Bien, pues porque hoy -y no ayer, ni mañana, ni dentro de un año- hace seis meses que estoy en paro. Desempleada. Desocupada. En las listas del Inem (ahora SEPE, para los jodidos suertudos que nunca se han encontrado haciendo cola en sus queridas y malolientes oficinas). Seis putos meses ya en los que he pasado por diversas etapas: desde el optimismo más ilusorio (y totalmente ingenuo por mi persona) de "no pasa nada, encontraré algo mejor en cero coma, porque yo lo valgo" (o eso me dice mi madre. Y lo que dice mi madre va a misa), pasando por la típica fase de "ahora es verano, quiero disfrutar de él, porque ya me tocaba. En septiembre ya tendré tiempo de preocuparme", hasta llegar a hoy -y no ayer, ni mañana, ni dentro de un año-, en que me hallo en la etapa de desesperación-frustración-cabreo con el mundo laboral -y con el general también- elevada a la máxima potencia.

Total que, como Rubia Neurótica por excelencia que soy, sumado a mi estado de rebeldía por un tiempo indeterminado X, hoy he declarado mi estado de guerra particular. Sé que muchos creeréis que no tengo derecho a quejarme, de hecho, muchas veces yo también lo pienso, que hay miles de personas que están en condiciones infinitamente peores a las mías, pero ayer mi querida y pequeña amiga Tere me dijo que cada uno podíamos expresar lo que necesitásemos en cada momento. Así que ale, hoy pienso despotricar contra el mundo y quejarme de todo y todos hasta quedarme a gusto. Agárrense los cinturones, amigos, porque hoy comienzo con mi nueva sección 'Alba se queja'.

Y, viendo lo quejica que soy en mi vida diaria -y sin estado de guerra/rebeldía de por medio-, auguro que éste no va a ser el único post que escriba para soltar todo lo que llevo dentro. De hecho, estoy pensando que es una terapia genial para desahogarse. Ale, os animo a everybody a que soltéis todo lo que se os pase por la cabeza (bueno, hasta unos ciertos límites, que después os plantáis delante de Rajoy, le dais dos hostias bien dadas -y súper merecidas- y luego vais y me echáis la culpa a mí y a mi estado de guerra/rebeldía. Eso no, eh).

Por todo ello, y por el poder que me han conferido mis seis meses de paro y mi derecho natural a estar cabreada con el mundo, queda inaugurada mi sección 'Alba se queja'.

'Alba se queja' vol. I:

  • Yo, Alba P. Corpas, me quejo de esta puta crisis que tanto daño está haciendo a tantísimas personas que quiero. Y a las que no conozco también. Me quejo de la desaparición exponencial y a pasos agigantados de la clase media. Me quejo de que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres; que tengan que ver con absoluta y cruenta impotencia cómo les desahucian de sus casas, cómo no tienen qué llevarse a la boca y cómo ven su vida resquebrajarse en pedazos en apenas unas décimas de segundo.
  • Yo, Alba P. Corpas, me quejo de este Gobierno, liderado por el señorito Rajoy, su barba (que tiene vida propia) y su cuadrilla de pelos filete (acepción inventada por mi persona: dícese de los chicos que han decidido peinarse como si llevaran una chuleta en la cabeza, la cual sólo les deja ver por un ojo, ya que el otro lo tienen tapado por esa extraña y viviente mata de pelo ondulada. Tales especímenes, además, cuentan con una indumentaria y jerga propias, caracterizadas por polos de cocodrilo y expresiones tales como "te lo juro por Snoopy", respectivamente). Me quejo de sus políticas antisociales, de sus amnistías fiscales a amigos, de sus privatizaciones diarias en sanidad y educación, de sus cansinos rescates a la Banca, de sus patadas en la cabeza del tipo "Los jóvenes españoles se marchan al extranjero por su espíritu aventurero y no por la crisis" (oído de la señorita Marina del Corral hace apenas unos días) y por tantísimas cosas más que no me apetece escribir, porque se me está acelerando la patata por momentos.

Y ya, a título completamente personal e intransferible, me quejo de muchas cosas más:

  • Me quejo de mi puto nuevo vecino, el cual no duerme con una esposa al lado, no, sino con una escoba con la que se dedica a dar hostias a mi pared día sí y día también. ¿Por qué? No lo sé, sólo sé que le encanta tocar los bemoles como hobbie. Sí, yo también lo pienso, hay gente pa tó.
  • Me quejo de mi padre, que tiene tanta confianza en mi persona (pero taaaaanta tanta tanta) que me dijo hace exactamente dos días que dejara la nueva carrera que acabo de emprender (Psicología) porque, una vez más, no me iba a servir de nada. Esto se remonta ya a siete años atrás, cuando decidí estudiar Periodismo y no Informática, como mi progenitor pretendía. Gracias, papá, one more time, por confiar tan fervientemente en tu hija y sus posibilidades. De nuevo, gracias.
  • Y, por último, hoy me quejo de los reclutadores de puestos de trabajo, los cuales desechan mi currículum sin leerlo siquiera. Lo hacen una bolita y lo tiran a la puta basura o, lo que es lo mismo, lo borran de su base de datos en su versión online. Muchísimas gracias también a vosotros, por hacerme creer -y ver, porque a las pruebas me remito- que tener una licenciatura, dos másteres y experiencia en el sector no sirven ni para limpiarse el culo. Gracias, muchas gracias.

Y hasta aquí mis protestas de hoy, porque sé que mañana tendré que seguir quejándome de mi vida en general y de mis miserias en particular, y tampoco quiero hundirme today más de lo que estoy. Desde aquí os animo a que todos os quejéis, que es muy bueno. Es genial gritarle al mundo "¡¡JODIDO PORCULERO!! ¡¡HOY ME HE LEVANTADO CON GANAS DE GRITARTE: ¡¡QUE TE PETEN!!" y cosas así. Es muy gratificante, en serio, es como subirte a la báscula y ver que has perdido dos kilos sin hacer nada de dieta. Bueno no, creo que no hay nada mejor que eso, pero la satisfacción es, más o menos, parecida, pierdes lastre. 

Ale, amigüitos, ¿de qué os quejáis vosotros? La plataforma 'Alba se queja' está abierta para todos... Clic.

viernes, 26 de octubre de 2012

Porque madre no hay más que una

Sí, y menos mal, porque llego a tener dos como la mía y ya estoy colgada de un pino. O de una encina. O cortándome las venas con la cuchilla del baño. O. O. O. Pensaréis que soy muy dura, pero es que mi madre también lo es. Ahora empiezo a explicarme el motivo por el que le ha salido una hija tan amable, pero un tanto criticona y con ciertos puntos de locura transitoria (o no tan transitoria). Ya sabéis, con nosotras también se cumple eso de "de tal palo, tal astilla": igual que nos parecemos físicamente (sí, queridos, todos mis amigos me dicen que soy el calco -facial- de mi querida progenitora, porque lo que viene siendo el cuerpo, con sus curvitas guitarriles varias, provienen de tierras gallegas paternas...), también somos clavaditas en personalidad. Ella se empeña en que no, en que mis esporádicos y a la vez que temidos arranques de mala leche los he heredado de mi padre, pero se confunde. Se equivoca de cabo a rabo. Y quienes nos conocen bien (o no tan bien) lo saben. 

Como dos gotas de agua, sí. Dos calcos. Y, como clones que somos, hoy me la ha clavado. Una de esas puñaladas que, días después, aún duelen en lo más profundo del sistema circulatorio y motor. Hoy mi madre ha sido igual de criticona y porculera que yo, su hija, ese ser nacido de sus entrañas hace escasos 25 años. Yo, su "cosita", su "linda" y todo lo que ella decide llamarme en sus momentos materno-amorosos he sido vapuleada por su persona.

Ya os estaréis preguntando el por qué de tanto revuelo: "Con lo buena que es tu madre, por Dios, te quejas de vicio", "Alba, tú dices 'bi' y al segundo tienes una 'bicicleta', que dices 'zapa' y a los cinco minutos aparecen dos 'zapateros' en tu habitación" (Pedro, ésta va por ti, aunque seguro que ya te has reconocido en estas palabras...). Que sí, que mi madre es un amor y todo lo que queráis, pero cuando descarga, lo hace con toda su fuerza titánica:

"Alba, hija mía, no me extraña que no te llamen de ningún trabajo, viendo la foto que tienes puesta en el currículum... No pareces tú, tienes una expresión rara, sales bizca y despeinada. Y, además, (y por si esto no fuera poco, my friends) ni siquiera se te ven los ojos claros; están oscuros, como marrones. Jajajajajajajajajaja." (Entendéis que esas son las carcajadas posteriores de mi susodicha progenitora tras soltarme dicha perla. Perlote de Majórica.)

¿Cómo lo veis? ¿Cómo os coméis tal plato de pasta indigerible? ¿Pero una madre no estaba para decir lo guapas que son las hijas full time in everywhere? ('A todas horas y en todas partes', que a veces me arranco por soleares y me da por escribir con poliglotismos varios.) Pues la mía no, amigos, la mía está para ser sincera con su lucero del alma. O sea yo. Para tener una sinceridad con mi persona aplastante. Lapidaria. Mortal de necesidad. Y digo yo (y eso que tengo abuela) que una no está tan mal, ¿no? Que mis defectillos tengo, claro, pero aquí la Rubia Neurótica que suscribe aún despierta algún suspiro que otro entre la población masculina... Aunque no sé ni cómo soy capaz de levantarme tanto la moral, cuando debería tenerla por los suelos después de tal jarro de agua fría por parte de mi madre. Sé que me repito, que soy muy pesada, lo sé, pero es que me lo ha dicho MI MADRE. MI-MA-DRE.

Muy fuerte todo, sí. Pero es que la cosa no acaba aquí. ¿Qué os pensabais?  Es mi madre y somos igualitas, así que no se iba a quedar conforme con decirme UNA vez lo poco agraciada que soy, no. La mujer se ha regodeado en su comentario dos y tres y cuatro veces, hasta llegar al momento crucial de meter a mi padre también de por medio (como si el pobrecito mío, que es un santo varón -quitando que fuma y que no me hace caso para ponerse a dieta- no tuviera suficiente con vivir con dos mujeres como nosotras). Pues sí, queridos, va mi santa madre y no se le ocurre otra cosa que soltar por esa linda boquita de piñón que tiene (y no sé si para intentar arreglar el estropicio que acababa de montar con su adorado retoño) la siguiente -y segunda- perla de la tarde: "Tu padre también vio ayer la foto y pensó exactamente lo mismo. Que sales bizca, vamos".

Gracias, mamá. Gracias, papá.

Ante tal comentario, y siendo todo lo buena persona que puedo llegar a ser en ese momento en el que podría haber explotado -en el sentido más literal de la expresión-, decido decirle a mi madre: "Mamá, very strong todo lo que me estás diciendo, pero no te preocupes, que tengo otra foto de carnet, más actual, además, y te la voy a dar para que la lleves en la cartera".

(Diálogo acontecido inmediatamente después de mi gran idea de darle OTRA fotografía a la "crítica constructivista" de mi madre):

- Ésta me la hice hace unos meses y te aviso que todo el mundo que la ha visto me ha dicho que salgo guapísima.

- Pues como sea como ésta...

- ¬¬' (Esa es mi cara mientras voy a mi habitación a coger, con toda mi buena voluntad y amor hacia esa mujer que me dio la vida un 23 de febrero, la OTRA foto).

- (La coge, se la acerca a la cara, la vuelve a alejar -porque no ve un carajo con las gafas progresivas-, la vuelve a acercar... Y se ríe. Se ríe a carcajadas. OTRA VEZ. Mi madre riéndose DE MÍ otra vez).

- ¡Pero si en esta estás igual! ¡Tienes algo raro en la mirada! (A la vez que intenta gesticular mi pose de horas ensayadas en el espejo haciendo un movimiento como de subida de cejas -cuando yo el tic a lo Carlos Sobera no lo he tenido en la vida. Lo he intentado, sí, pero todos han sido momentos infructíferos en mi carrera como imitadora profesional).

- Pues Tam me dijo el otro día que salgo guapísima, que SOY guapísima y muy fotogénica.

- Jajajajajajaja. (Más risas. De mi madre).

- Jajajajajajaja. (Más risas. De las dos juntas.)

A ver, qué voy a hacer si no... ¿Lloro porque mi madre piense que tiene una hija con la mirada algo distraída? ¿Lloro porque mi madre me ha comparado con dos grandes de este país, como vienen siendo Leticia Sabater y El Dioni? Pues no, me río. Me río con ella. Las dos juntas, que pocas veces pueden darse esos momentos de complicidad entre madre e hija, donde las carcajadas no cesan por no parar de escuchar reir a la otra. La persona más importante de mi vida.

P.D.: Ahora ya sabéis de quién he sacado esa pequeña picardía para con los demás: de mi querida madre. Y de sus comentarios. Yo también te quiero, mami.

P.D.: Y ahora, por favor, sed benévolos con mi persona y decidme que mis padres están confundidos y que los que ven dos ojos, uno mirando pa' Cuenca y otro pa' Valladolid, son, en realidad, ellos, que ya tienen el mal de la vista cansada. O cualquier otro defecto que me dé la razón. Me haríais sentir mucho mejor. Gracias.


martes, 9 de octubre de 2012

La primera cita

Algunos lo llaman "primera cita", yo prefiero llamarlo "puta primera cita". O "jodienda de cita". O "cita de mierda", a secas. Espero que sepáis a qué me estoy refiriendo; en caso contrario, o sois muy feos o antisociales. O las dos cosas a la vez (que no suelen ir reñidas, de hecho, suelen ser un pack. A veces, me sorprendo de lo bad person que puedo llegar a ser...). 

Aviso para navegantes que no sé qué puede salir de este post... Llevo mucho tiempo queriendo escribir sobre algo así, pero tengo tantas y tan malas primeras experiencias que creo que se puede acabar el mundo después de publicarlo... Encima, estoy intentando concentrarme con una música de fondo un tanto extraña... Resulta que hace apenas 4 días (sí, 4 días) descubrí el maravilloso mundo de Spotify y aquí ando, probando, con una lista de reproducción llamada, literalmente "Las típicas canciones que no sabes cómo se llaman, pero te gustaría escucharlas". Aquí hay de tó. Pero de tó.

A lo que iba: ¿qué es una primera cita? Es ese momento en el que te has decidido a quedar con cierta persona, como un primer contacto, para conocerla mejor y esperar que aparezcan los corazoncitos a vuestro alrededor mientras os dais cuenta de que estáis hechos el uno para el otro caminando agarraditos de la mano paseando por El Retiro. ERROR. Veis muchas películas románticas. Pero muchas. Una primera cita es una de las peores experiencias para una mujer (de los hombres no me aventuro a hablar, que estoy convencida de que para ellos el simple hecho de que una chica ya quiera quedar con ellos, es un triunfo). Se trata de una maratón de horas pre-cita, momento-cita y post-cita que toda chica con dos dedos de frente debería aprender a odiar profundamente.

Para empezar, quiero haceros una pequeña introducción del tipo de primeras citas que existen (de unas pocas sólo, que nos puede dar aquí el fin del mundo según los mayas y seguimos leyendo tipologías citiles):
  • Cita a ciegas. Mortal. Pero mortal de necesidad. Ese momento en el que el típico grupito de amigos que tenemos todas las personas humanas, y que todos son parejitas, menos tú (obvio) y están deseando que te eches tú también novio, porque claro, eres la oveja negra del grupo (a mí me pasa, amigos) y te dicen esa querida frase mundialmente conocida como: "Tengo un amigo perfecto para ti". ¿Qué haces? ¿Sales corriendo? ¿Huyes despavorida temiendo que sea otro freake con gafirulis como el novio que tiene tan enamorada a tu mejor amiga? ACIERTO. Pero no, en vez de eso, comienzas una retahíla sin parangón de preguntas cual diarrea verbal para conocer mejor al futuro padre de tus hijos (al que, repito, no conoces absolutamente de nada. Podría ser un calvo, gordo con dientes podridos, pero NO, es tu príncipe azul y, como tal, será moreno, alto, fuerte, deportista, con ojos verdes, proyección profesional, inteligente y divertido): "¿Y cómo es? ¿Es guapo? ¿Rubio? No me gustan los rubios, bueno, haré una excepción. ¿Edad? ¿En qué trabaja? Ahm, ha estudiado económicas, bien, bien, me gusta, así llevará las cuentas familiares. ¿Y tiene hermanos? (para saber cuántos tíos tendrán nuestros 4 hijos, dos niños y dos niñas, dos de ellos mellizos) ¿Y cuándo lo ha dejado con su anterior novia? (Importantísima pregunta, hay momentos de atacar y otros de esperar en la sombra a que aparezca el detalle que te diga ¡Ataca!)" Y así, una tras otra, friendo a preguntas al susodicho novio freake de tu mejor amiga. Normal, ¿no? Necesitas saber cómo es ese hombre. El Hombre. Conclusión: Tras un informe pormenorizado de su genética ancestral y su proyección de futuro, decides que sí, que es el hombre de tus sueños y que, cómo no, aceptas una cita a ciegas con él. Total, irá todo rodado, ya es como si le conocieras de toda la vida. ERROR. Acaba siendo el calvo, gordo con dientes podridos que no habías querido imaginarte. Y para más muerte en vida se pasará toda la noche hablando de su colección de camisas ("Ésta la tengo también en verde, azul, rosa y blanca,  ¿te gusta" "Qué pasa, que sólo sabes comprarte camisas o qué"). De camisas y de su pasión incondicional por Goku y todo lo relacionado con sistemas Java de su nuevo dispositivo móvil. 
  • Cita con el tío de Internet. Ésta es una variante de la cita a ciegas anterior, pero con la diferencia de que la retahíla sin parangón de preguntas se la haces tú al tío X en cuestión. "Uis, chata, encantador. Qué te digo encantador, súper encantador. The man of my dreams. Moreno, alto, sí, sí 1.85, perfecto para cuando yo lleve tacones, ojos verdes, que sí, que sí, mucho pelo, éste no se queda calvo. Está haciendo su tercer año de residencia en cardiología, toda una saga de médicos en su familia. Y qué guapo, tía, qué guapo. Y divertido... Uuuy chica, qué divertido, no puedo parar de reírme con él. Vamos, que no entiendo por qué sigue soltero. Pero bueno, hasta ahora, hasta que me conozca a mí." Por fin se decide a pedirte una cita, después de hablar horas y horas con él (que ya le conoces más que a la vida de todos tus parientes cercanos juntos). Te dice que te llevará a cenar a un bonito restaurante con vistas al lago ("Ains, Mary, encima romántico... -emoticono de corazoncitos en los ojos-). Dos horas para prepararte y ¿qué pasa? Que era un gordo, calvo con los dientes podridos, que había mentido poniendo una foto de Míster Valladolid 2003 en su perfil. "Una pena, Mary, una pena. Una y no más."
  • Cita con el tío de la discoteca. Sí, el de anoche. Ese que te pareció súper mega genial cuando le conociste. "No, no iba borracho. Y yo tampoco, sólo me tomé un gintonic (tan de moda en estos momentos. Y no entiendo por qué, porque está para vomitar, pero chica, como está de moda...). Nada, Mary, hablamos durante horas, majísimo de verdad. Y no iba a lo que iba para nada. Éste sí, Mary, éste sí. Además, ya le conozco en persona, ese es un punto ganado. Físicamente me encanta, de verdad, un Adonis. No hablamos de cuestiones de trabajo, quedaba feo en ese clima tan especial que creamos en la barra del bar. Sí, tía, me pidió el teléfono y hemos quedado para mañana. Qué ganas, Mary, ¡qué ganas!" Quedas con él en el centro (no viene a recogerte a casa cual caballero montado en su noble corcel) y descubres que, aparte de ser más feo y bajito de lo que recordabas (no, no habías bebido. Nada. Ejem), es un ni-ni que ni trabaja ni estudia ni hace nada con su puta vida, que no tiene un duro y que, para más tocarte la peineta, te toca pagar a ti toda la cena. ¿Pero qué clase de príncipe esperaba yo de semejante ser?
Hasta aquí mi tipología de primeras citas desastrosas, porque como empiece, no paro. Así que chicas, para qué nos vamos a tirar horas y horas de preparación pre-cita (dos horas probándote ropa, una hora para peinarte, otra media para maquillarte y tres horas para contarle a tus amigas que has quedado con el hombre de tu vida) para que te aparezca cualquier sapo al que no tocarías ni con un palo... Tantas primeras citas te enseñan a amar tu soltería, con sus cosas buenas y sus cosas geniales y a pensar que un día, sin esperarlo ni quererlo, te aparecerá ese gordo, calvo con dientes podridos o ese ni-ni que no tiene ni para chicles que nos enamorará perdidamente. Clic.

P.D.: El final de este post era para quedar bien. En realidad yo pienso encontrar un hombre moreno, guapo, fuerte, deportista, alto, con ojos verdes, guapérrimo, inteligente, con un buen trabajo y proyección de carrera, divertido, detallista, muy detallista, con iniciativa, sincero, con amigos (primordial, por mucha tontería que os parezca), nada celoso ni posesivo, independiente, que le guste viajar, que no fume y que me trate cual princesa. Vamos, lo que yo ofrezco, pero en mujer. Tampoco pido mucho. Interesados, razón aquí. Gracias.

jueves, 20 de septiembre de 2012

A mí me daban dos

Sí, dos. Dos hostias. Dos timos. Dicen que las personas somos los únicos seres que tropezamos con la misma piedra dos veces. He aquí yo como claro ejemplo a analizar de este refrán. Y es que el post de hoy va de lo que me gusta hacer reír a la gente (y no conmigo, sino de mí). Sí, amigos, soy la viva imagen de "timemos a ésta, que se le ve cara de tragárselo todo" (creo que mi mente calenturienta acaba de jugarme una mala pasada...).

El primer paso es reconocer que soy una "persona con cara potencialmente timable". Vale, lo reconozco. Y eso que yo me creía de las que no les daban gato por liebre: "Yo que tú no lo compraba, es un timo. Se ve a años luz que eso huele mal". Pues toma, por ir de lista, dos timos en menos de dos meses. Y, lo mejor de todo, sin verme la "cara potencialmente timable" que tengo.

Maldito Internet y malditas nuevas tecnologías. Son los causantes de todos mis problemas, porque os digo yo que esto no me hubiera pasado si me hubieran visto face to face, porque tendré cara de tonta, sí, pero tengo un importante poder de transformación hacia cara de perro de presa en muy pocos segundos que os daría miedo. Digievoluciono a la velocidad de la luz, creedme.

Bueno, a lo que iba, que sí, que me han timado. Dos veces. Algunos pensaréis que le puede pasar a cualquiera. Yo también lo creía hasta que la gente que me rodea, cuando se lo cuento, me dicen: "Eso sólo podría pasarte a ti. Pringada". Gracias, tener amigos para esto.

Bueno, vayamos por partes y cronológicamente en el tiempo hablando (cómo me gusta decir en ocho palabras lo que podría decir en dos):

Primer timo: "La casa ganga de la playa"

Véase cinco amigas que buscan desesperadas un apartamento en la Playa de Gandía. Bueno, bonito y barato. Y si está en primera línea, con aire acondicionado y con la nevera llena cuando lleguemos, muchísimo mejor (de ron, por supuesto). ¿Cuál fuimos a alquilar? El bueno, bonito y barato. Y el inexistente. Porque no, no existía. Pagamos por, cómo decirlo, nada. Na-da. Y pensaréis que le puede pasar a cualquier persona humana que, sin preguntar, hace un giro postal a una tal Ana María Mihaly (sí, a la hoguera con ella). Sí, puede pasar, pero las circunstancias que rodeaban al timo eran dignas, cuanto menos, de levantar sospechas. El hecho de que la persona de contacto tuviera una dirección de correo haciendo mención a un tal Capitán Salami (sí, ese de "Como un salami, tu amor llegó a mi vidaaaaaaaaaa, como un salami, para ponerte finaaaaaaaaaaaaa") y que no nos cogieran el teléfono una vez hubimos desembolsado 200 cocos, era como para pensárselo. Como para pensárselo mucho. Menos yo, que como tengo "cara potencialmente timable" y además un corazón y una buena fe que no caben en mí, seguía diciendo que no pasaba nada, que no nos preocupásemos, que llegaríamos a Gandía y tendríamos listo nuestro apartamento. Sí, el bueno, bonito y barato.

Desde aquí le doy las gracias a mi amigo Piñi (en mi grupo somos muy originales poniendo motes, sí. Y éste no es de los peores, creedme. Esto me recuerda que, como te pongan un apodo de niño, ya te puedes morir con él, que se olvidarán de como te llamas en realidad y lo plasmarán en tu lápida cuando hayas estirado la pata. Y no, no os voy a contar cuál es el mío). De no ser por él, aún me planto en la playa con las maletas. Porque, amigos, descubrimos el timo tres días antes de viajar a 412 kilómetros de Madrid.

Aunque bueno, en el fondo, la cosa acabó bien. Sólo tuvimos, en una mañana, que: empezar a mosquearnos (yo no. Seguía pensando que las buenas personas existían. Ahora ya no lo pienso. Ana María Mihaly, huye. Huye de mí si me ves con una katana y una cara de perro de presa que dé mucho miedo), investigar por Internet, encontrar a la puta de la Ana Mary, descubrir que era una timadora nata desde que el mundo es mundo, agobiarnos, gritar, cagarnos en todo lo cagable, relajarnos, respirar hondo, sentarnos, otra vez, frente al ordenador, buscar una agencia, que esa agencia tuviera apartamentos libres (buenos, bonitos y baratos), reservar uno de ellos y reírnos de nuestra desgracia. Y todo en un par de horas. Pero sí, acabó bien, con 200 panchos menos en el bolsillo, pero bien. Tan bien que llegué a Madrid, ocho días después, con una infección de garganta que podría haber muerto a mitad de semana. Pero sobreviví. Sobreviví al timo y a las vacaciones  (dignas de otro post. O tres. O cuatro.)

Segundo timo: "Los SMS gratuitos"

Esta anécdota es más corta, pero me la comí yo solita. No tengo amigas a las que co-echar la culpa de haber sido timadas. La quería para mí. Porque como dicen, a mí me daban dos. No iba a conformarme sólo con un timo durante el verano. Hombre, por Dios.

¿Quién se cree eso de "Manda SMS sin límite, que no te cobramos ni un céntimo"? Pues yo, obviamente, si no de qué os iba a estar contando esto ahora. Resulta que, como muchos tendréis en vuestros Smartphones, existe una aplicación que te ofrece a coste cero, y durante 24 horas, otra app que, habitualmente, habría que pagar por ella.

Lo cierto es que yo no le suelo hacer demasiado caso, ya que, en su mayoría, todo lo que ofertan son juegos, y yo me creo demasiado culta para tirarme full time con games del tipo Apalabrados o Diamonds (no cuela, ¿verdad?). El timo, en esta ocasión, radica en que la app que ofrecían hace días parecía de gran utilidad. Y recalco lo de parecía, porque ya la he enterrado por los restos de los restos. Y para los restos de las próximas 4 vidas, también. Que si puedes llamar gratis a cualquier parte del mundo (yo pensando en llamar all day a mi amiga negra del Congo afincada en Lisboa, conocida por todos como Wach), que si mensajes de textos ilimitados sin coste alguno, que si es la aplicación número 1 en EE.UU, que si tal, que si cual. ¿Quién se cree que dan duros a pesetas? O, mejor dicho, ¿millones a cambio de nada? Pues la Rubia Neurótica que suscribe. 

Vamos, que me faltó wifi para descargármela en sesenta milisegundos y, después de trastear con ella y darle todos los datos habidos y por haber en mi vida, me pide que "reenvíe a los contactos que desee un SMS para hacerles conocer también a ellos esta maravillosa, increíble, sofisticada y perfecta aplicación". Y he aquí mi pensamiento de los siguientes 5 minutos:

"Coñe, ¡si es gratis! Se lo voy a reenviar a todos mis contactos. (Dudo durante un minuto). Bueno, mejor a todos no, que tengo muchos en la chorbo agenda a los que ni siquiera me apetece verles la cara, como para enviarles un mensajito, aunque no me cueste un duro. (Desecho unos 50 contactos. Sí, soy una persona muy sociable, ya lo sabéis). Mensaje enviado. Ok. A 174 personas." 

-Ya habréis podido deducir que de gratis tenían bien poquito. Cuán sorpresa me llevo cuando veo que en mi bandeja de salida del iPhone he mandado 174 mensajes de texto.-

En este momento es cuando empiezas a ponerte nerviosa y piensas "No me jodas que han vuelto a timarme y voy a tener que pagar esta mierda". A esto que, para ser aún más el hazmerreír de la gente, decido ver mi factura delante de dos amigas. Hostia en la frente. 28,51€ en mensajes que me va a llegar a final de mes. Desde aquí quiero dar las gracias a esas dos personas que se estuvieron descojonando de mi persona durante más de media hora. Os recuerdo que formasteis parte del primer timo, por si lo habíais olvidado.

Vale, creo que ya os he acabado de convencer de que soy tonta. Una tonta con bastante menos pasta en la cuenta. Pero bueno, al menos ahora tengo una nueva vida: Ahora mi nuevo apodo es Capitana Salami y tengo una aplicación a la que acudir para llamar a Lisboa y mandar mensajitos gratuitos a mis 174 contactos. Yupi.

lunes, 3 de septiembre de 2012

¡¡He vuelto!! ¡¡He vuelto!!

Sí. He vuelto. Y con dos kg más. O tres. O cuatro. En realidad, ni lo sé (y tampoco quiero saberlo). Tras más de un mes sin dar señales de vida humana por lo que viene siendo éste, mi pequeño y neurótico huequito blogger, he vuelto.

Perdonadme, sé que moríais lentamente sin tener noticias de las historias raras a la par que reales de vuestra rubia favorita, pero creedme cuando os digo que apenas he estado en la querida "capi" para poder escribir. De verdad, trabajar tanto me está dejando sin vida bloggeril. ¡Ah, no, esperad! El trabajo no, que sigo parada y bien parada, gracias. Quería decir que mi vida social veraniega de tres meses tocándome la peineta (sí, ya van 90 días sin experimentar lo que viene siendo el milenario arte de madrugar y currar durante ocho horas. O más.) no me ha permitido, siquiera, escribiros cuatro parrafitos para contaros mi egocéntrica vida.

Pero, repito, sed felices, porque ya he vuelto. Y esta vez -me da- que para quedarme mucho tiempo. Hasta que a la maldita crisis le apetezca aflojar un poco las cuerdas y el mercado laboral decida contratar a esta humilde periodista/publicista/relaciones públicas/marketiniana y comunicadora nata (y humilde, humilde, oiga).

Mes y medio en el que -cómo no- he acumulado anécdotas varias (surrealistas todas, of course) para compartir con todos vosotr@s. Todas son largas de contar y requieren de una concentración infinita que ahora no poseo (no me pidáis más; estoy escribiendo en un cuaderno de cuadritos -de los pequeñitos- para poder llegar a los Madriles y hacer un copy-paste rápido in my computer. Ya echaba de menos mis "poliglotismos" varios). Si algun@ se pregunta por qué cojones estoy posteando vía Pilot azul, sabed que se debe a dos cosas (aviso que la segunda de ellas es la más inútil que vais a leer en este blog. Y mirad que hay cosas sinsustancia entre mis líneas para elegir...): 

La primera -y haciendo mención a mi querida y pequeñita (pero matona) amiga Teresa-: La inspiración llega trabajando. Y es que anoche, mientras mis amigos se emborrachaban con calimocho (no esperéis más, ya están caninos después de tantas fiestas a base de alcohol del caro), nosotras hablábamos 100% sobrias (llevo 11 días sin probar nada de alcohol. Ni una caña. Ni una gota. Pero esta historia ya forma parte de otro post. Tranquil@s, no me he vuelto alcohólica ni nada parecido. Todo tiene que ver con mi "Operación fuera lorza post vacaciones". Pues eso, que entre conversaciones varias que no van a ninguna parte y otras que puede lleguen a buen puerto, me soltó este refrán. Corto pero verídico. "La inspiración llega trabajando." Así que, siendo las 18 de la tarde y tras tres fracasos absolutos de intento de siesta, me he dicho: "Alba, pilla papel y boli (Bic siempre. Mierda, no hay. Aquí sólo tengo Pilot) y empieza a escribir, que al final se te olvidará juntar sílabas para formar palabras". Y mira, con la tontería, lo que parecían iban a ser tres párrafos guarros (con todos mis respetos) para saludaros y deciros "¡¡Estoy aquí!! ¡¡He vuelto!!", se han convertido en un post de los gordos. Y de los que duele la mano (que ya llevo dos hojas de cuaderno...)

Bueno, y mi segunda "cosa" por la que estoy escribiendo en un puñetero cuaderno es por la simple y gilipollas idea de ponerme a prueba a mí misma (sí, otra de mis neuras varias). ¿Cuál esta vez? El miedo atroz a que se me hubiera olvidado coger un bolígrafo. Y, sí, amig@s, mis miedos eran reales. He olvidado escribir. Escribir "bonito", se entiende. ¿Dónde habrá quedado mi preciosa letra redonda, que despertaba envidias allá por donde pasaba? (Reíos, pero mi caligrafía era alabada allá donde quedaba rubricada). Pues bien, ahora mis letras perfectas se han convertido en una especie de caligrafía ininteligible con símbolos jeroglíficos a modo de palabras. ¿Hace cuánto tiempo que no me paraba a coger un lapicero? ¿Una década? ¿Dos? ¿Un siglo, quizás? ¡Cuánto daño han hecho teclados varios y demás dispositivos tecnológicos!

¿Alguna vez os habéis parado a pensar (yo sí, ya sabéis, mi cabeza no para de dar vueltas full time) que, a este paso, nuestros hijos no sabrán ni coger un lápiz para escribir su nombre? En vez de eso, sabrán manejar un iPad desde la cuna (eso si el IVA nos permite comprarlos, que, tal y como vamos, no podremos ni comprar pan cada día...) ¡Con lo que molaba comprarse el más molón de los estuches antes de comenzar cada curso. Tenía que ser el más grande, con todos los colores (incluidos el blanco, algún uso le encontraríamos a lo largo del año, aunque fuese para metérnoslo por la nariz) y del dibujo animado de la termporada (véase Princesas Disney, Rayo McQueen o los Fruitis)...

Dejando pensamientos freakes en voz alta a un lado, pues eso, que gracias a a Teresita he matado dos pájaros de un tiro (odio esta expresión, pero la mano me duele demasiado como para tacharla y pensar otra): la inspiración me ha llegado trabajando (malamente, pero me ha venido, al final y al cabo); y 2.- He vuelto a apreciar el noble arte de la caligrafía (malamente, pero lo he apreciado).

(¡Virgen Santa! Qué degeneración de post. Qué mal están las cabezas (la mía peor que las de la mayoría. Ya sois conocedores de mis locuras transitorias -o no tan transitorias-...)

Bueno, ya sí que sí, la Rubia Neurótica por excelencia se retira. Se retira a hacer una maleta para volver a Madrid. Se retira a hacer una maleta para volver a Madrid, deshacerla y hacer otra más grande. Se retira a hacer una maleta para volver a Madrid, deshacerla y hacer otra más grande, porque mañana vuelve a la playa. Una semana. ¿Se me había olvidado comentároslo? Ya sabéis, las cabezas... xD. Clic.

martes, 24 de julio de 2012

Hombres del mundo, ¡aprended a piropear!

Ha llegado el verano. Lo sé, llegó hace más de un mes. Soy rubia, pero no tonta. Lo que pasa es que hoy me ha pasado algo que me hace confirmar lo que ya sabía: los hombres (yo les llamaría neandertales, pero tampoco quiero ser demasiado grosera), en época estival, se vuelven (más) salidos y/o guarretes profesionales. ¿Que qué me hace confirmar tal pensamiento? Fácil: los piropos veraniegos.

Un "piropo veraniego" es aquella expresión que decide soltarte cualquier "hombre" a cualquier hora del día o de la noche, en cualquier lugar y en cualquier situación, con el que te sientes verdaderamente incómoda. "Ole esas piernas, ¡lo que daría yo por arrancarte esa minifalda a bocados", "Ains, que a gustito dormiría yo entre tus 'dos amigas'" o "Morena, qué feliz soy ahora viéndoos a todas las chiquillas con estas nuevas modas, que en mi época no enseñaban ni las pantorrillas" son sólo algunas de las cosas tan "especiales" que podemos escuchar las mujeres en los meses comprendidos entre junio y septiembre.

¿Se puede ser más soez que un neandertal masculino (sí, he decidido no llamarles más "hombres" en este post) "piropeando" (véase las comillas en la expresión), en verano? Definitivamente, no. Seres humanos con pene entre las piernas del mundo, nosotras, las mujeres, somos personas y, como tales, nos merecemos palabras cariñosas. O, mirad, simplemente palabras, y no balbuceos y chorradas varias que no nos hacen más que confirmar lo que todas suponíamos: que cuando pensáis con la bragueta, la sangre no llega a ninguna otra parte de vuestro cuerpo.

"Rubia, te comía hasta las caries." Eso ha sido lo más "bonito" que me han dicho en lo que llevamos de verano. Y, como a mí, a todas. Iba conduciendo y he tenido que escuchar tal "piropo" cuando estaba parada en un semáforo. Y, lo mejor de todo, es que no provenía del típico grupito de niñatos (seres con menos cerebro que un mosquito y que se escudan en los cristales de su coche para soltar estas pullitas tan "geniales"), sino que se le ha ocurrido a un hombre (¿He dicho hombre? Perdón, neandertal máximus) cincuentón, con traje y corbata, en su Lexus plateado.

Pobrecitos, me han hecho pensar que ellos, seres sudorosos de este planeta, no tienen la culpa. Según una reciente encuesta que he podido hacer a los neandertales de mi alrededor (que no son pocos, pero tampoco me puedo poner a pagar ahora a una empresa para que me haga un estudio con un número de sujetos 1000 y un margen de error del 0,5 -¡Oye, todavía recuerdo algunos conceptos de la maldita asignatura de la carrera de Investigación en información...!-) y, ¡sorpresa!, he llegado a conclusiones increíbles. La más importante y fundamental de todas es la siguiente: "No, Alba, nosotros no tenemos la culpa. La tenéis vosotras."

¿Nosotras? ¿Nosotras por qué? (Aquí es donde las respuestas de mis neandertales cercanos se unifican y responden al unísono: "Por ser tan guapas y vestir con tan poca ropa en verano". ¡Acabáaaaaaaramos! ¡Que ahora nosotras, mujeres del mundo, tenemos que vestir tapadas de los pies a la cabeza, cuando hace más de 45 grados a la sombra (y si nos ponemos ya un burka, mejor que mejor), para que no seamos "piropeadas" por tales especímenes!

Mirad, seres masculinos, os voy a decir un par de cositas:

1. Vestimos como nos da la real gana. Si queremos enseñar pierna, enseñamos. Si queremos enseñar escote, enseñamos. Y si queremos no enseñar nada, no enseñamos. Pero no nos vamos a tapar, porque ustedes, seres con pensamiento penil, nos vayáis a saltar con cualquiera de vuestras queridas frases del tipo "te lo comería tó", "ahí va esa guarrilla que se le ven las bragas" o, mi favorito, "te daba lo tuyo y lo de tu prima".

2. Un piropo (sin comillas) es algo agradable que gusta a la mujer que lo escucha. Si su cara es de "me das asco" (seguida, probablemente, de algún improperio, con toda la razón del mundo) es, sin duda, porque es una grosería como una casa. Imaginación, chicos, pero imaginación de la buena, no de la pollil.

Sin más, neanderthales del mundo y, más concretamente, de la capital de este nuestro querido país, al próximo que escuche decir una soez tan grande como vuestra cabeza (la que debería tener pelo, la de arriba, la que tiene orejas y boca), le increparé con algo aún peor. Y, creedme, tengo un gran poder de espontaneidad, que llevo oculta en mí una verdadera vocación de artista de la improvisación. Así que, obreros de los andamios (los menos, porque con esto de la crisis, pocos son los que están ahora a 50 grados a la sombra enfoscando una pared), taxistas, hombres cincuentones trajeados, niñatos de coches amarillos con las lunas tintadas y demás especímenes que se hacen llamar hombres, ¡un respeto a las mujeres! Y sí, nos encantan los piropos, ¡pero no los "piropos veraniegos"!

miércoles, 11 de julio de 2012

Querido Señor Rajoy:

A ver, a ver... ¿Con qué pie me había levantado hoy...? Ah, sí, con el derecho, ¡hasta que mi ex amigo Mariano (sí, Mari, has leído bien, ex, porque ya no te quiero nada de nada... -qué demonios, antes tampoco te tenía demasiada estima, pero, al menos, yo era tu rubia favorita...- Ahora, Mari, por favor, olvídate de que existo. Ah, no, espera, que me has olvidado a mí y a los de mi generación hace ya mucho...! Se acabó, no somos amigos, ni lo hemos sido ni lo seremos!). 

Que te nos desvías, Alba... ¿Con qué pie me había levantado hoy? Con el derecho, ¡hasta que, por cojones, Rajoy me ha hecho torcerme el tobillo y me ha obligado a caminar con el izquierdo...! Maldito Mari, con lo que me gusta a mí despertarme con cosas bonitas... (¡Ésta te la guardo!) Y, si algún zagal todavía rezagado (es que desde que escuché el ya famoso "ArraZo por donde paZo" me gusta mucho esa letra, mola, ¿verdad?) que sólo vive por y para tomar el sol en la playita y no ha visto las noticias (ojalá fuera yo, que allí parece que los problemas no te tocan...), resulta que eso, que nuestro querido 'presi' ha explicado (con sus ya esclarecedoras palabras que todos entendemos -ironía mode on-) sus nuevas medidas económicas "para acabar con el déficit", que nos van a tocar -un poquito bastante más- los bemoles y/o ovarios.

Veamos, puesto que mi ex amigo Mari (recordad, yo le quería porque era su rubia favorita, no por mucho más, la verdad...) ha decidido no dejarme vivir la vida con el éxito que me merezco o, al menos, vivir en condiciones o, simplemente, vivirla, he decidido escribirle una carta. He sido su 'favo' hasta ahora, bien entiendo que, por lo menos, lea mis palabras, ¿no? Ahí vamos:

Querido Señor Rajoy (dos puntos):

¿Cómo te va todo? Dudo que ahora estés demasiado bien, ya que te estarán lloviendo críticas por todas partes después de tu querido discursito en el Congreso... Siento decirte que, esta vez, no te escribo como amiga, sino como una indignada más de este nuestro querido, pero arruinado y supeditado al yugo europeo país. Como tú y yo siempre hemos tenido 'confi' ('ya tú sabeh', que siempre me decías lo guapa que estaba cuando me veías...), pues oye, te voy a escribir todo lo que pienso en privado para no montarte el escándalo en público (tengo muchos seguidores en Twitter (@albuli para aquellos que aún no lean mis geniales y audaces comentarios), así que podría armarte una 'true revolution'... -Cuán políglota soy, en el fondo, me encanto.)

Lo primero y más llamativo de todo: ¿Por qué decides subir el IVA normal al 21%? ¿Es que no tenías suficiente ya con el 18? No sé, es que creo recordar que hace poco más de un año liaste la de Dios, el Cristo de los Remedios y la Vírgen Santísima cuando mi otro ex amigo, ZP, decidió subirlo... Llámame demagoga o cínica, pero creo que tú has hecho exactamente lo mismito que él... No sé, quizás eso de que "todos los políticos sois la misma mierda con distinto olor" va a ser verdad... Con el cariño que os tenía, cuando a mis 17, en Bachillerato, me peleaba con mi compi Manza defendiendo que otro mundo era posible (cuán ingenua puedo llegar a ser...). Corrígeme si me equivoco, pero estoy casi segura de que en Francia el IVA está estipulado en un 19,6% cuando su salario base es de 1428€ y Holanda, con un 19%, cuando sus trabajadores cobran de sueldo mínimo 1446€. Corrígeme, repito, cuando pienso que ahogarnos con un IVA del 21%, cuando nuestro salario base es de 641€, es de locos, pero, oye, ¡que tú eres el experto!

Segundo y que me toca muy de cerca: has decidido acabar con la deducción por la compra de la primera vivienda. Ah, no, espera, que no me toca de cerca, ni de soslayo, ni con la puntita de la nariz. Vamos, que veo tan tan tan, pero taaaaaaaaaaan lejos el hecho de firmar unas escrituras de una casa mía que, bah, de esto ni me preocupo... 

También has pensado (tan inteligente tú) en reducir la prestación por desempleo a partir del sexto mes. A mí esto, concretamente, tampoco es que me toque demasiado de cerca, ya que, gracias a este sistema tan cojonudo de país y educación, ni siquiera puedo optar a cobrar el paro. Y sí, he trabajado hasta la extenuación durante cuatro años, pero en míseras becas y contratos precarios, con los que no reúno el puto mínimo para cobrar una mierda pinchada en un palo con moscas a su alrededor. Pero, oye, esto me jode mucho la moral porque conozco a cientos de personas que sí están en esa situación de cuerda en equilibrio haciendo malabares para llegar a fin de mes con la ridícula miseria que se les da... 

Tengo que reconocerte, Mari, que tú siempre has tenido esa extraña facilidad para explicarlo todo, con tu palabrerío y tus buenas maneras, para que nadie te entendiera. Tú sueltas tus pullitas y, como no te entiende ni Peter Parker, pues te quedas más ancho que largo. En esta ocasión, sin duda, tu ya querida frase "lo hacemos para animar la búsqueda activa de trabajo" no te ha surtido efecto. Todos hemos pillado tu intento de "incentivar" nuestros sentidos, porque, nada más escuchar tu comentario, algo en todos nosotros se ha removido por dentro. Tanto, que hemos querido llamarte de todo, y es que, no te mereces menos, querido ex amigo. Si crees que cobrando un subsidio que supone el 50% del empleo que antes teníamos, a partir del sexto mes, nos va a "incentivar" a la hora de buscar trabajo, eres cortito. Llámame loca, pero quizás lo que antes hacía la gente cada mañana saliendo con los currículums en la mano, entregándolos en todas partes, también se llama "buscar empleo", pero, oye, lo mismo me confundo... No sé, Mari, ¿tú qué piensas?

Otra cosa que te quería reprochar es tu decisión de "eliminar la segunda de las pagas extraordinarias en funcionarios". Vamos, que quitas la paga de Navidad a cientos de miles de personas. Gracias, Mari, gracias a ti miles de familias pasarán unas fiestas navideñas canutas, y no sólo por realizar un tijeretazo de este calibre, sino por todos los recortes que les has hecho ya. La excusa de "es que tienen un empleo fijo" ya no vale. Siempre pagan los mismos. ¡Basta ya, cojones! Ya te veo venir, no me vengas a decir ahora que vosotros, los altos cargos, también os habéis quitado de cobrar esa paga... Lo que yo os haría, quizás me equivoque, sería rebajaros el sueldo un 60% a todos, pero no sólo en Navidad, sino todo el puto año, a ver cómo os sentaba...

Hay otras muchas medidas de recortes, como las de acabar con las Diputaciones o las ayudas a sindicatos y partidos políticos que también tendrían tiempo de discusión, pero tampoco quiero aburrirte, Mari. Sólo decirte un par de cosas más. Bueno, más que cosas, consejos, pero oye, tú si quieres los tomas y, si no, los dejas (como las lentejas):

1. Quizás uno de los graves problemas de este país esté en el número de políticos chupópteros que vivís de los contribuyentes. Para que te hagas una idea, nosotros, que somos algo más de 47 millones de habitantes, contamos con casi 450.000 políticos a sueldo (uno por cada cien personas). Sin embargo, un poquito más arriba, en Alemania, son casi el doble de habitantes que nosotros, pero ¡ojo! sólo cuentan con 150.000 políticos en su haber... ¡Haz las cuentas, que no es tan difícil!

2. Y, si seguimos con nuestros eurovecinos, los alemanes, te aconsejo que leas su proyecto de ajuste de 2003 cuando su país también estaba en plena recesión y, no me preguntes cómo, pero consiguieron colocarse a la cabeza de los países europeos sin subir los impuestos (de hecho, los bajaron) y sin joder su sistema del bienestar. Mari, Mari, ¡no me repliques! ¿Qué no te lo crees? Pues lee este artículo de S. McCoy, en el que cuenta exhaustivamente cómo lo logró Alemania. 

Después de explicarte todo esto, se me viene a la cabeza algo... No sé si alguna vez te he contado que antes de estar hiper mega súper ultra convencida de estudiar Periodismo (gilipollas de mí), pensé, por un momento, en hacer la carrera de Ciencias Políticas... No sé si conoces tampoco el hecho de que ahora he echado la solicitud para estudiar Criminología y/o Psicología... ¿Cómo lo ves? Es que estoy pensando en retomar mi idea de estudiar Políticas... Total, parece ser que es el único trabajo bien pagado de este país. ¡Qué más da un puñado de críticas si me lo estoy llevando calentito, ¿verdad?! Venga, va, te prometo que si me enchufas a dedo en algún cargo, retiro todos mis malos pensamientos hacia tu persona, ¿quieres? Mari, Mari, ¡no me mientas!, que claro que existen los cargos a dedo, ¿si no de qué han nombrado al hijo menor de Esperanza Aguirre asesor del Ministerio de Economía? ¡Ay, que te he pillado!

Bueno, tengo que dejarte ya, no quería aburrirte y al final mira toda la parrafada que te he soltado... Si es que ya me conoces, Mari, que cuando me pongo a largar, ¡no paro! Serás tú, ¡que me das motivos diariamente! Sin más noticias por el momento (dudo que me dejes tranquila mucho tiempo), me despido de ti, no sin antes darte un fuerte aplauso por tu súper discurso de hoy, que seguro te ha dejado la boca seca de tanto hablar: PLAS PLAS PLAS (Ah, no, espera, he dicho que uno solo: PLAS -y, si te descuidas, no te doy ni medio-.)

Un fuerte abrazo a ti y a tu siempre y sexy barbita, que me pone tontuca, de tu ex rubia favorita,

Alba.

P.D.: Ains, Mari, se me olvidaba decirte que espero que te acuerdes un poquito de mis congéneres de profesión, los periodistas, bueno, mejor dicho, los periodistas que tienen la suerte de trabajar, y les hagas un poquito de caso, que hace demasiado que no das la cara en una rueda de prensa... Eso de hablar en el Congreso y luego salir huyendo por la puerta de atrás no gusta demasiado... Te lo digo por ti, que sabes que, en el fondo, siempre miraré por tu bien, Mari, Mari...

martes, 3 de julio de 2012

Rebajas, ¡qué gran palabra!

Rebajas. Saldi. Sales. Soldes. Da igual en qué idioma se pronuncie, el caso es que es una de mis palabras favoritas en cualquier diccionario que se precie. Es que suena fenomenal, ¿a qué sí? Re-ba-jas. Y no sólo por lo bien que suena al pronunciarla (rebajas, rebajas rebajas, ¡Dios, no puedo parar!), sino por lo que significa: descuentos, porcentajes, precios más bajos, ropa, zapatos, ¡felicidad!

La época de rebajas es, sin duda alguna, una de las fechas más importantes del año. Pensadlo, una Rubia Neurótica con auténtico fanatismo por las compras, en rebajas, ¡Dios, si es que no se puede pedir más...! Cientos de tiendas esperando deshacerse de sus artículos "pasados de temporada" por compradoras impulsivas, como la que suscribe.

Muchos de vosotr@s (mayoritariamente hombres) nunca entenderéis lo que significa para una mujer el término "irse de compras". Es un estado de éxtasis máximo, y si la Visa que gastas no es la tuya, sino la del novio/marido que no entiende el porqué de tanto gasto, más nos gusta. Y si a ese grado de excitación infinita le sumas un 50% de descuento, ahí ya puedes morir de placer.

Pero, ¿qué son las rebajas? Bien, os lo explicaré: es una jungla repleta de lobas psicópatas en busca de las mejores gangas, donde yo, señores, soy la REINA. Pero REINA con mayúsculas, que nadie pretenda arrebatarme el puesto, porque puedo hacer mucho daño...! (No es broma, hablamos de Rebajas, y yo por un vestido de Prada a mitad de precio, ma-to).

Da igual estar forrado, ser currito y estirar la nómina hasta fin de mes o ser un puto parado que no le llega ni para Coca-Cola (éste último y penoso caso es el mío), las Rebajas son ineludibles, imprescindibles, inevitables. Podremos gastarnos mil euros (ya quisiera) ó 200, pero no hay persona humana que no haya experimentado alguna vez esa sensación de comprar a un precio menor del estipulado en un principio.

Existen diferentes tipos de persona (mayoritariamente mujeres) en estas fechas tan señaladas (madre mía, cuán importante me siento. Debo ser Reina de verdad, porque ya empiezo a hablar como el Rey al comenzar sus discursos de Navidad: "Me llena de orgullo y satisfacción en estas fechas tan señaladas"). Bueno, que me pierdo; iba por los tipos de personas que compran en Rebajas: las ahorradoras, que tan sólo gastan en aquello que realmente necesitaban y que han estado esperando durante cuatro meses para poderlo comprar (con suerte) con un descuento del 30%, y las compradoras compulsivas (véase mi persona), que gastan todo lo que tienen (y lo que no tienen también) en comprar trapitos que, normalmente, sólo usan una vez (dos si la prenda les encanta). Lo mejor de éstas últimas (o sea yo) es que aman las Rebajas, pero como buenas compulsivas, si ven algo que les gusta, se lanzan a ello sin dudarlo, aunque queden menos de 24 horas para que le cuelguen la etiqueta de "Sales".

Yo, como experta en el tema (tengo un máster en moda, no es broma, ¿eh?) , debo deciros que no es oro todo lo que reduce: hay que estar preparado física y mentalmente para un acontecimiento de este calibre. Si no estás dispuesto a darlo todo para comprar ese bolso que tanto ansiabas por 60 euros menos, despídete de seguir leyendo, porque es ahora cuando llegan mis consejos para ser una fashionista con ojo crítico rebajil (viva yo y mi invención de palabros varios. Si es que tengo un vocabulario muy rico...):

Lo primero de todo es hacer un análisis de campo, un estudiado reconocimiento visual de las zonas a invadir. En términos normales, que os conozcáis las tiendas, vamos. Yo, como fanática absoluta, os recomiendo que visitéis tooooodos los centros comerciales a 40 km a la redonda, así podréis elegir en cuál de ellos os sentís más cómodos para, posteriormente, quemar las tarjetas. Importante: siempre ganaréis tiempo en recintos cerrados, nada de ir al centro. Ya lo he experimentado y es demasiada locura hasta para mí, una loca con diploma acreditativo.

Segundo: absteneos perezosos, vagos y demás flojeras que pretendan ir a las Rebajas cuatro o cinco días después de la inauguración. Un buen comprador siempre, siempre, siempre (repito, siempre) deberá estar el primer día en la puerta, ¡y antes de que abran! Diez minutos después y las marujonas con rulos y rodillo en mano ya os habrán levantado toda la mercancía de primera calidad.

Tercero: ¿Qué es eso de escoger color y/o talla? Por Dios, son las Rebajas, es una jungla, ¡arramplad con todo, que ya tendréis tiempo de probaroslo en casa con tranquilidad! 

Cuarto y último (pero no por ello menos importante): id siempre acompañados (mayoritariamente por novios con un gusto cero por las compras). ¿Que por qué? Fácil: ahorra tiempo y sirven de perchero y/o burro de carga. Cada vez que entréis en una tienda, él deberá colocarse en la cola para pagar. En ella habrá, probablemente, una media de cinco millones y medio de personas, con lo que contarás con, aproximadamente, 25 minutos para recorrer la tienda y coger todo (repito, todo) lo que caiga en vuestras manos. Una vez que hayáis escogido lo que os gusta (y lo que no os convence también, recordad, nada de probadores, que para eso está el espejo de nuestra casita -porque en las tiendas, señores, los cristales son cóncavos y hacen los cuerpos más estilizados, que lo sepáis), que él ya os estará esperando en la caja para pagar (con un poco de suerte, con su American Express). Después, y antes de pasar a la tienda número 53, tú sólo deberás estirar el brazo, a lo que él, amablemente, (y si no también), cogerá vuestras bolsas durante toda la jornada. Así, una y otra vez, hasta que una de dos: ya hayáis visitado todas las tiendas del centro comercial o segundo, hayáis acabado con todos vuestros ahorros para las vacaciones y/o subsistir sin tener que pedir ayudas sociales.

Creo que nada más... Con estos consejos de la Rubia Neurótica no tendréis problemas a la hora de ser unos buenos (qué digo bueno, óptimos) compradores en Rebajas. Eso sí, ya para las de enero, que éstas de julio ya han pasado y sí, señores, ¡he arramplado YO con todo!

viernes, 22 de junio de 2012

Querida mala suerte (vol. I):

Vete a la mierda de una puta vez. Así de finolis quiero empezar mi post de hoy. Hacía más de una semana que no actualizaba el blog (con la correspondiente mala conciencia en mi persona), pero creedme, he tenido tantísimas malas experiencias en estos siete días, que no sabía cuál de todas contaros, así que, al final, he pensado "¿Qué narices? ¡Todas juntas, como las desgracias!"

Repasando anteriores posts, me he dado cuenta de que soy una absoluta e irremediable lunática y/o loca y/o neurótica, y también de que escribir todas las "cosas buenas" que me pasan (ironía mode on) me ayuda a reírme de mí misma, y mucho, así que he decidido, en estos mismos momentos, darle las gracias a mi mejor amiga, conocida ya por todos vosotros como Mala Suerte, para agradecerle lo mucho que me quiere.

Ahí va mi primera misiva hacia ella:

"Querida mala suerte (dos puntos):

¿Cómo te va todo? Seguro que genial, ya que, gracias a mí, estás trabajando más que nunca y, como dicen en mi casa, teniendo trabajo no puedes quejarte, con la que está cayendo en este, nuestro querido y próspero país. Ahora debe irte mejor que bien... Seguro que no soy tu mejor cliente, pero sí estoy entre las primeras del ránking, ¿verdad?

¿Te acuerdas cuando el otro día nos cruzamos por la calle y me dijiste eso de "¡Que te vaya todo muy bien! ¡Mucha mierda!"? Pues, desde luego, eres pitonisa, tía, gracias a ti me cayó la mayor caca de paloma/s en mi ventana del coche. ¡Tendrías que haberla visto! (Bueno, si quieres, puedes verla aún, ya que sigue pegada desde hace días al cristal.) Me recuerda mucho a ti y me da pena quitarla, para que veas lo que te quiero... No sé cómo explicártelo, es proporcional a todo el amor que sientes por mi persona: descomunal, enorme, grandiosa, verde, muy verde... Cada vez que la veo me acuerdo de ti y de todas las cosas que hemos pasado juntas...

Recuerdas cuando me decías, hace unos añitos "Alba, el deporte es malo para la salud"? Pues tía, me siento fatal, porque no te hice caso... Hace unos meses volví a retomar el gimnasio, con más vitalidad y ganas que nunca. Compréndeme, tía, no puedo dejar que mi culito respingón y perfecto caiga suspendido en eso que empieza por flaci... (¡Ains, es que no lo quiero ni nombrar!), así que ahí estoy, dándolo todo everyday. Además, algunas amigas me comentaron que muchas de ellas ligaban con tíos cachas y morenazos mientras ponían el culo en pompa en la bici elíptica, así que claro, no puedo dejar pasar la oportunidad de encontrar al hombre de mi vida... Pues tía, ¡muchas gracias otra vez! ¿Por qué no te hice caso en su día? Llevo acudiendo como un clavo desde marzo y... ¿A que no sabes qué? No sólo no he ligado con nadie (na-die), sino que me he lesionado el abductor (¡Sí, tía, otra vez!), así que llevo días cojeando (bueno, más bien, malcojeando, porque mi cojera no es, para nada, glamourosa). Ya ves, he perdido mis andares felinos de leona y los he cambiado por el caminar de un pato mareado... Y todo por no hacerte caso, amiga...

Por cierto, tendrías que haberte venido el sábado de fiesta. ¡Lo pasamos genial! Primero fuimos a La Sureña, que sabes que nos encantan los cubos de botellines a 3€ y fue... ¡Increíble! En menos de dos horas, me hicieron enseñar el culo (sí, ese respingón y perfecto que tengo), bailar sevillanas (a lo que un sevillano me dijo que era patética intentando bailar así) y, por si eso no fuera poco (ya sabes que me encanta hacer el ridículo) me puse a gritarle a unos borrachos porque me robaron MIS cervezas! (A quién se le ocurre, no saben que se estaban metiendo con la gran Rubia Neurótica...). 

Pero lo mejor de todo fue cuando llegamos a la discoteca... ¡Ligué, tía, ligué! ¿A que no sabes con quién? ¡Con el novio de una despedida de soltero! Resulta que, estando yo sentada con cara de mustia (no podía andar y/o bailar por mi cojera abductoril, ya sabes), se me acercó uno de los invitados a la fiesta y me dijo (literalmente): "Ey, líate con mi amigo, que se casa en tres semanas y tendrá que hacer algo guarrete en su despedida". 

Imagina mi cara de cuadro, tía, ¿qué me verán en la face para que se me acerquen tales especímenes? Lo mejor de todo fue aguantar al dichoso novio durante más de una hora, escuchando lo maravillosa y perfecta que es la mujer con la que va a casarse en menos de un mes... Yo intentaba ser simpática, pero claro, hubo un momento en que tuve que decirle "Perdona, ¿por qué no te callas? Me alegro de que seas tan feliz, pero a mí el novio me dejó hace diez días, como comprenderás lo que menos me apetece escuchar es que un tío, al que no conozco de nada, es feliz. ¡Porque os odio a todos!"
Así que tía, lo dicho, te tendrías que haber venido, porque hubiéramos disfrutado de lo lindo, y seguro que no sólo se me habrían acercado dos cafres, sino media discoteca, porque juntas somos imparables! ¡Siempre atraemos a lo más feo/freake del local! ¡Cuánto te eché de menos!

Amiga, voy a tener que dejarte, ahora no tengo más tiempo de seguir contándote todo lo que me ha pasado esta semana, pero prometo escribirte de vez en cuando, para que recuerdes que yo, la Rubia Neurótica, se niega a abandonarte nunca...!

No te olvides de mí (que sé que me tienes súper presente)...

Un beso fuerte de tu amiga, que ha aprendido a quererte con tus virtudes y defectos,

Alba.

P.D.: He titulado esta primera carta como (vol. I) porque estoy convencida de que no será la última que te escriba..."

lunes, 28 de mayo de 2012

Cuando comienzas a sentirte una 'pureta'

¿Pureta? Pureta. Oh, my God!, va a ser cierto eso de que me estoy haciendo vieja, ¿si no de qué iba a expresarme con una palabra tan de madre?

Pues sí, pues sí, estoy en esa etapa de la vida donde todo a tu alrededor te incita a madurar de una vez por todas (y para siempre). A ver, entendámonos, que aquí la Rubia Neurótica que suscribe apenas cuenta con 25 palos a su espalda, pero ya pesan... (¡y mucho!)

Porque, a ver, yo me pregunto: ¿cuál es la edad idónea para madurar? ¿Se me puede considerar aún una niña o, por el contrario, tengo que hacerme adulta a la fuerza? La verdad es que yo, como muchos, uso mi edad para bien o para mal, a mi antojo. Lo mismo soy la persona más madura del mundo a la hora de dejar que otros deleguen en mí responsabilidades o consejos o, en otras ocasiones, me considero una niña que no sabe hacer la O con un canuto (Véase cuando mi querida madre me manda hacer tareas del hogar que, por si alguien no lo sabe aún, odio profundamente). 

¿Nunca os han dicho eso de "Si eres mayor para unas cosas, eres mayor para otras"? Yo lo escucho una media de unas cuatro veces por semana (o más). Tantas que, sinceramente, creo que me han causado un trauma con la edad y eso tan horrible de cumplir años.

Creo que nadie más que yo lleva tan jodidamente mal el soplar velas. Y sé que ahora muchos (mayores que yo, que haberlos haylos, of course) estarán indignados de escuchar quejarse de su edad a una enana de 25 años, pero... ¿A qué vosotros no os cogisteis el berrinche de vuestra vida (con llanto durante horas incluido) cuando cumplisteis los 20? Pues ea, para que veas que, realmente, lo mío es de psiquiatra.

Pues eso, que toda esta historia es porque, una vez más, me he sentido mayor. Ha sido este fin de semana. Resulta que pasando esos dos maravillosos días en los que no suena el despertador, y te levantas escuchando el cantar de los pajaritos y todo huele bien, y te tiras una hora desayunando y todo es feliz y estupendo, me ha pasado lo peor que podría pasarle a alguien con un trauma tan grande y arraigado como el mío: me han llamado señora. ¿Señora? Señora.

Vamos a ver, mocoso, ¿realmente me ves a mí con cara de mujer adulta con toquilla y bolsito de mano? De verdad, yo tengo clarísimo que cuando tenga hijos, una de las cosas que primero voy a enseñarles es a distinguir entre señoritas y no tan señoritas. Hombre, por Dios, que una ya tiene suficiente con comenzar a dejarse el sueldo en cremitas antiarrugas y potingues varios para eliminar (me río yo de los productos milagro) la celulitis, como para que venga un enano y en menos de dos segundos te quite esa ilusión con la que habías salido de casa (porque ibas monísima después de arreglarte y echarte todas tus cremas) y te diga: "¿Cómo te llamas, señora?" ¿Qué como me llamo? ¿Qué como me llamo? ¡Pues señora no me llamo!

Y después de todo esto, hago un llamamiento a todas aquellas personas que me conocen y a las que no también, para cuando me vean me digan algo así como "¿25? ¡Pero si aparentas 18!"? o "¡Pero qué guapa estás, madre mía!" (sé que ésta última no tiene nada que ver, pero qué queréis que os diga, a nadie le amarga un dulce...

Sí, lo sé, soy una exagerada, pero ya que lo soy, lo soy para todo. ¿O acaso no recordáis quién soy? ¡Soy la Rubia Neurótica!

...
...
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(...Aún no me creo que la palabra pureta haya salido de mi persona. Snif Snif. Me estoy haciendo mayor...)

sábado, 26 de mayo de 2012

Lo admito: soy una rubia neurótica. Y feliz.

Me lo dicen tantas veces al cabo del día que, al final, he acabado creyéndomelo. Estoy loca. Lo sé. Vale, me ha costado admitirlo, pero es una evidencia que no puedo negar: soy más inestable que un niño aprendiendo a montar en bicicleta (y sin los ruedines, que siempre ayudan). Ale, ya lo he dicho. ¡Qué liberación mental reconocer algo así!

Para bien o para mal las palabras "loca", "neurótica" y "pesada" forman parte de mi día a día. ¿Qué por qué? Ya lo he dicho antes, porque lo soy. No hay más vuelta de tuerca. "Niña, estás loca", "Vives inmersa en el show de la cabra" (sí, yo tampoco le encuentro el significado a esta expresión sevillana) o -mi favorita- "Alba, tu apellido debería ser Tormenta, de lo rayada que eres" (Ya sé que rallada es con "ll", pero qué queréis, es la gracia -no léxica- de la frase) son algunas de las expresiones con las que mis amigos, familia y demás personas humanas me rinden tributo diariamente.

Así que, con mi calificativo de "loca" a cuestas, he decidido hacerles caso (alguna que otra vez también tengo en cuenta sus opiniones) y he creado este blog para contar todas aquellas reflexiones, pensamientos y anécdotas disparatadas que persiguen a esta "Rubia Neurótica" que suscribe.

Sé que no soy la única desequilibrada (y feliz de serlo) de este rinconcito que llamamos Universo Blogger, así que espero poder hacer reír (o llorar) a todas aquellas personas que, como yo, han decidido sumarse a esa colectividad tan divertida (e inmensa) llamada, cariñosamente, "Locos por el mundo".