jueves, 15 de mayo de 2014

'Impass laboril': A veces, también soy seria

Sí, y profesional, también. Bueno, dejemos hoy de lado el neuroticismo propio de la rubia que suscribe siempre en estas líneas para hacer un pequeño kit-kat laboral (o laboril, que sabéis que me gusta mucho cambiar vocablos).

En esta ocasión, voy a aunar tres facetas que me llevan acompañando desde que tengo uso de razón: loca neurótica y escritora de este blog por vocación, empresaria de alto copete presentando su joven y absolutamente genial compañía y, lo que nos lleva a todo esto, incansable y eterna estudiante (no, amigos, seguiré con esto último hasta que me aburra y, a este paso, parece que me encanta vivir pegada a apuntes varios).

¿Por qué de todo esto? Bueno, porque, si aún no lo sabéis, unamos a todos mis quehaceres varios un nuevo curso para especializarme un poquito más en mi profesión: el eMarketing. De esta manera, una de las actividades que me exige esta nueva andadura es la creación de un blog y nada mejor que éste para llevar a cabo mis estudios. Es cierto que podría haber elegido cualquier otro más 'serio', pero ¿para qué? ¡Si yo no soy así!

Bueno, lo dicho, que además de crear un blog, tenía que meter una entrada con un vídeo subido a YouTube y, tal y como os he comentado antes, nada mejor que aprovecharme de que esta entrada la van a ver decenas de personas de mi sector, por lo que he decidido colgar el vídeo corporativo de Romance XXIComunicación, mi agencia de comunicación y marketing digital (la mía y la mejor del mercado. Por si algún cliente nuevo cayese en mis brazos. Guiño, guiño).


Dicho esto, el post ya está creado con dicho vídeo, pero además, y ya que estáis, ¿por qué no le echáis un ojo a nuestra presentación de la empresa? ;)


lunes, 27 de enero de 2014

Murphy, ese amigo inseparable (o Alba se queja vol. II)

Me cago en Murphy, en Murpha y en todo su puñetero clan (sin contar los ‘Murphins’ de chocolate; en ésos no me cago, que están la mar de requeterriquísimos). Aquí me hallo, a las 19.42 horas de un lunes –mi supuesto lunes libre- para gritarle al mundo lo mucho muchísimo que odio a Murphy.

Este post bien podría llamarse ‘Alba se queja vol. II’ (como la saga que empecé hace unos meses con mi brillante título ‘Alba se queja vol.I’, aunque quien dice unos meses dice el 4 de diciembre de 2012). Bueno, más bien podría titularse ‘Alba se queja vol. 1 millón’, porque en cuestión de lo que viene siendo quejas soy la puta jefa, para qué nos vamos a engañar, pero como dichas solicitudes por parte de mi humilde persona no se han hecho públicas en éste, mi querido blog, pues nada, se queda en un flojo vol. II, eso sí, esta vez con protagonista: Murphy. (Ole ahí el súper párrafo que me acabo de gastar donde tiro por la borda la ley number one de un periodista: buscar sinónimos).

Quién no conozca a este señor, definitivamente, es porque le va genial en la vida, lo que significa que toda la mala suerte me la habría podido traspasar a mí (cosa que veo totalmente factible, en vista de los derroteros por los que anda mi vida vital en los últimos tiempos del mundo…). Por el contrario, quienes, como yo, sientan a mi querido Murphy también como un ser amigable, a vosotros, queridos míos, os dedico este post.

Os pondré en antecedentes: Murphy, amigos, es ese ser jodidamente lapa que siempre está pegado a mi persona. Sí, sí, os explico. Por ejemplo, que yo quiero saltar, pues justo se me rompe una pierna, o que quiero rascarme la nariz (sí, esa que Iván Izquierdo me rompió con su omóplato con 12 años), pues no puedo porque tengo las manos ocupadas.

El último ejemplo ha sido hace escasos minutos, porque digo yo que para qué Murphy me iba a dejar en paz hoy, en mi día libre, el cual he usado para estudiar una mierda de ‘Fundamentos de Investigación en Psicología’ con cuadros latinos, Salomones y no sé qué casos únicos con varias variables independientes (aunque eso se merece otro post. Algo así como ‘Por qué coño Alba siempre estudia cosas que no le valen ni para sonarse los mocos vol. I’). Pero bueno, que me pierdo. Que iba yo a escribir una noticia -bueno, de hecho, la he escrito- (de ésas que como reportera dicharachera aprovechas el filón de la ‘Última hora’ para ser la primera en publicarla) y, justo cuando la he ido a publicar, ¡cataplum chof chof! se jode el internete. Pues eso es lo que me acaba de pasar. Porque sí, porque Murphy no ha podido joder la puta red de redes antes y así no hubiera yo hecho una noticia que hablaba de los Trendin Topic de Twitter cuando Twitter no funcionaba. Porque sí, porque Murphy no ha podido mandar Internet a la mierda solo un minuto después de que yo acabase mi tarea de periodista siempre al filo de la noticia. Porque sí, porque Murphy me quiere y, como tal, siempre viene a verme en el mejor momento. Y porque sí, y punto.

Y diréis “joder, tampoco es para tanto”, pero claro, es que una ya está lo que viene siendo un poco hasta las pelotinguis del mundo en general. Sé que hace meses y meses (y porque hoy me ha dado por ahí, que si no podría tirarme años) que no actualizo éste, mi querido blog, donde doy rienda suelta a mis excentricidades varias de Rubia Neurótica, pero tengo una razón. Una razón de las que pesan y que llevo tiempo queriéndoos contar (aunque bueno, entre lo hiper pesada que soy y que los tres pelagatos que leen este blog ya se enteran de mis miserias porque conocen mi careto en primera persona, poco os voy a contar que no sepáis ya…). Pero bueno... Mi gran razón es... el emprendimiento.

Jodida palabra que el Gobierno nos ha metido a todos en la mollera. Emprender por aquí, emprender por allá… Y claro, una al final no es de piedra y se acaba creyendo todas esas putas milongas (y mirad que yo no es que sea demasiado amiga de la que habla del emprendimiento como la solución divina y/o suprema a todos nuestros problemas: ésa que va de alcaldesa querida por todos sus compatriotas comunales: la Botella), pero oye, al final la hice caso y aquí me hallo ahora, casi un año después y “disfrutando” de mi día libre intentando desde hace una puta hora colgar una puñetera noticia de ‘Última hora’ que, cuando la quiera publicar, será más bien ‘la última de esa hora’. (Es que mi 'emprendimiento personal' es de eso, de noticias en el internete, pero eso os lo cuento en otro post.)

Gracias, amigos, hasta aquí las polleces de hoy. No tiene ningún sentido este texto ni hilo referencial alguno, pero no le podéis pedir demasiado a esta mujer que está a punto de tirarse por la ventana (aunque lástima, porque desde la altura que hay, encima ni siquiera podría romperme una pierna). Pero puedo prometer y prometo que estaré algo más pendiente de contaros en voz alta y en forma de letras nuevas reflexiones y anécdotas varias de esta Rubia Neurótica que suscribe que, ahora, además, se cree empresaria. Porque sí, amigos, Murphy y yo hemos decidido crear una nueva sección solo por y para vosotros. Para instruiros y contaros las verdades verdaderas de un emprendedor en ciernes. A partir de ahora, me erijo como no solo la Rubia Neurótica que sobrevive a sí misma, sino que seré aquella que os apoye en ‘Cómo ser emprendedor y no morir en el intento’. Clic.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Reflexiones sexo-literarias y otras cosas que pasan en la sala de espera del médico

Buenas a todos y todas. Hoy no creo que pueda excederme demasiado, ya que, de un momento a otro, la gente se arremolinará en mi salón para desear un feliz cincuenta y... cumpleaños a la mujer que me dio la vida. Pero no quería dejar pasar la oportunidad de soltar las polladas que se me están pasando ahora mismo por la cabeza. Más que nada por preguntaros también a vosotros si las pensáis o soy sólo yo, que estoy más p'allá que p'acá, que vale, todos sabemos que sí, pero todo tiene un límite.

Mi reflexión del día es: "¿De verdad vende tanto el porno, el erotismo, el sado, vamos, el sexo en la literatura moderna?". Pues, a mi entender, la respuesta es sí. Ni Dios se salva de haber leído la trilogía de Christian Grey, por ejemplo. Y ahora muchos diréis "oh, oh, yo no la he leído", pero, amigos, ¿a qué sabéis perfectamente de quién estoy hablando? ¿Y de que van a hacer una película de ese truñaco de historia que, por cierto, me enganchó hasta el punto casi bestial de quedarme sin vida propia? 

Pues eso, que sí, que el sexo en los libros vende, pero, amigos, una cosa es leerlos y otra, muy diferente, escribirlos. Y pensaréis que por qué peinetas os estoy explicando esto. Bien, pues porque hoy tengo un día muy ajetreado sexual-literariamente hablando.

¿Por qué? Pues lo primero es porque, esperando en la sala del médico que me suele atender, porque me ha salido un puto orzuelo del tamaño de un oso, me he llevado un libro. Y no, no el de Grey, sino una trilogía que también se está haciendo bastante conocida. Voy ya por el segundo libro ('Reflejada en ti'), pero ni siquiera me acuerdo de cómo se llama el primero. Una historia que no sabría describiros, más allá de que son una pareja con bastantes traumas infantiles que solucionan todos su problemas (que no son pocos) follando. Y sí, suena fuerte la palabra, pero es que no me sale decir otra. Porque se querrán y todo el paripé, pero fornican como conejos en la historia. De hecho, es lo único que hacen. Y si encima cada vez que lo hacen, es decir, unas cuatro veces por página, la palabra SEXO está en mayúsculas, pues claro, al final la señora que está esperando a tu lado (matizo: la puta señora cotilla) acaba echando un ojo al libro. Y dos ojos. Y tres. Y cuatro. Y al final termina leyendo lo que tú estás intentando leer en la "intimidad", hasta que llega un momento en que la mujer te dice: "¿esto es lo del Grey que todo el mundo habla?" Y claro, te dan ganas de mandarla a la mierda por dos cosas: por cotilla y por mentirosa, porque, a día de hoy, hasta mi abuela, la del pueblo, sabe quién es Christian Grey. "No, señora, es otra novela." "Sí, pero bien que es de SEXO también, ¿eh?" (codazo incluido). 

Aún doy gracias por que mi médico justo saliese a nombrarme y así pude dejarla con la palabra en la boca, porque, a ver, qué coño le respondes a esa mujer que te está llamando no menos que guarrilla, cuando era ella la que estaba cotilleando MI libro y poniéndose tontorrona.

Y lo segundo es porque... Mi súper novela ya está más que avanzada y, claro, tenía que llegar este momento, tarde o temprano (y mirad que lo he postergado). ¿Cuál? Os preguntaréis. Pues la escena de sexo, ¡qué iba a ser, si no! Pues eso, que aquellos que me conocéis sabéis que soy una persona sin pelos en la lengua, que suelo hablar de todo abiertamente, pero escribirlo ya es otro cantar. Y más cuando no se trata de sexo, sino de amor. En serio, no sabéis cuán difícil es tragarse a la Samantha Jones que tengo dentro y dejar aflorar a una Charlotte que muere por el romanticismo. Porque, amigos, el romanticismo no es que sea precisamente una característica de mi persona. Si a eso le sumamos que la escena en cuestión que he tenido que escribir es ficticia, pues se juntan dos cosas. ¡Ay, Dios, lo que me ha costado! Lo peor de todo es que según me salía una nueva palabra, se me venía a la cabeza lo que pensaría mi madre cuando lo leyese. No, mamá, yo no hago esas cosas. Te lo prometo.

Por cierto, a este respecto sobre las novelas erótico festivas, éstas que nos molan, que parece que nos gusta que nos traten mal o algo, me hacen tener una eterna duda que ha vuelto a mi mente, leyendo hoy en la sala de espera. ¿Los escritores (escritoras) creen realmente que es morboso que el hombre le lave el pelo a la mujer? Porque, en serio, me parece lo más patético que he visto en mucho tiempo. Desde que ya lo vi en un capítulo de 'Sexo en Nueva York', cuando le lavaban el pelo a Miranda (sí, la única no agraciada del grupo), pasando por (otra vez) 'Cincuenta sombras de Grey' o ahora con la novela ésta que ha caído en mis manos, me parece horribilis, de verdad. Pero, no sé, ¿qué pensáis vosotros? ¿Soy el único ser viviente en este planeta que piensa que para eso están los peluqueros y el champú Herbal Essence?

En fin, me despido, porque llegarán los invitados de un momento a otro. Una tarde en la que no pararemos de comer. Y comer. Y comer. Y comer. Genial para mi no dieta. Clic.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Mi Manzana y su pluma

No sé muy bien cómo empezar lo que quiero escribir, ni siquiera sé qué escribir, pero algo me dice que o lo intento pronto o todo lo que pretendo transmitir se va a ir volando si no lo hago rápido.

Éste, mi blog de rubia neurótica, al que tan poco caso hago pero al que tanto adoro y, por qué no decirlo, mi favorito de entre todas las cosas varias que andan mías por internet, será hoy el recipiente perfecto para volcar todo lo que siento ahora mismo.

Casualidades de la vida o, bueno, casualidades creo que no -destino lo llamaría, más bien- quiso que hace exactamente seis días una persona recibiese una llamada que le dijese algo así como "¿te quejas del poco tiempo libre que tienes? Pues toma, otra actividad más, para que no te aburras". Es gracioso pensar que el motivo de esa llamada nos hiciera pensar que aún tendría menos tiempo libre, cuando el paisaje que tenía ante sus ojos en ese momento eran las preciosas montañas de Fonsagrada, en Lugo, donde nos habíamos dirigido el día anterior para pasar el fin de semana de fiestas.

Esa persona, con una expresión en su cara entre expectación y terror por no saber cómo afrontar todo lo que se le venía encima, me dijo: "Me han llamado para trabajar". Ya veis, algo que sonaría como el cantar de cien ángeles para muchos, a ella le supuso un shock. Y esa persona, aun cargando a sus espaldas con decenas de cosas (a saber: su trabajo como periodista, su labor como empresaria, su faceta como artista de la inventiva literaria y un sinfín de locuras más que, por qué no decirlo, comparto con ella a tiempo casi completo) dijo "¿por qué no?". Y ahí que se lanzó, con otra cosa más que la dejará hecha un trapo sin dormir durante los próximos meses.

Y os preguntaréis "¿y ésta por qué peinetas nos cuenta que a una amiga le ofrecieron trabajo mientras estaba de fiesta en Galicia?" Pues porque, casualidades de la vida (o el destino, repito) quisieron que yo estuviese a su lado en ese momento. "Oh, Dios, ¿cómo voy ahora a corregir mi libro?" "Yo, si me dejas, quieres y te fías, puedo ayudarte". Y esa persona me dejó, quiso y se fió de dejar su manuscrito en mis manos. A mí y sólo a mí. Yo, la primera en leer su novela. 

Es cierto que ya me lo había prometido una vez, pero se "saltó" un escalón y me dejó con las ganas y, sin embargo, casualidades de la vida (o el destino) quisieron que poco después apareciese esta oportunidad. Y ahí estaba yo para aprovecharla. Que algo llegue a tus manos sabiendo que eres la primera que lo toca es algo que no se puede explicar. Y más cuando es un libro. Y más cuando es de mi Manzana. Porque sí, amigos, la persona tan especial que me dejó, quiso y confió en dejarme una parte de sí misma es Manza, mi Manza. 

No pretendo hacer ninguna reseña del libro ni nada parecido. Y es que, aunque quisiese, tampoco sabría hacerlo. Ella es la que sabe de esas cosas, yo soy más de decir lo que se me pasa por la cabeza, y oye, no suele salir del todo mal, ¿no? Tampoco os voy a decir cómo se llama el libro, porque ni siquiera sé si es "legal" haberlo leído antes que el resto del mundo.

Sólo diré que mi Manza lo ha vuelto a hacer. Mi manzana y su pluma han logrado lo que nadie más ha conseguido en mi persona con una lectura. Ha conseguido, por segunda vez, que me emocione tanto con un libro que mientras haya leído las últimas cincuenta páginas no haya parado de llorar. Y digo por segunda vez porque sólo hubo una primera, y también fue con otra de sus novelas. La primera.

Y no, no me he emocionado por la historia en sí, sino por todo lo que engloba. No sólo el amor, sino la amistad, la facilidad que tiene para abrirse a los demás y contar todo lo que lleva dentro. Quizás muchos la leeréis y os gustará, pero todos los que la conocemos sabemos que hay mucho de ella (muchísimo, qué coño) en este libro. Quizás muchos, cuando sea una prestigiosa escritora de éxito, os gusten sus novelas, pero pocos conoceréis a la persona que está detrás. Y yo siempre podré decir que fui la primera en leer una de ellas, aunque sólo haya sido por esta vez, pero con eso me quedo y te doy las gracias por ello.

Y ya está. Ya me callo, porque no soy ninguna cursi, y lo sabéis. Sólo soy una llorona que está enormemente emocionada y orgullosa del talento de su Manza.

P.D.: Espero que te gusten estas palabras, porque son mi regalo para ti. La primera en leer tu obra y la primera en decirte, una vez más, que eres increíblemente buena en lo que haces. Gracias.
...Y no, no estoy escribiendo esto porque haya leído los agradecimientos. Es con lo único que me has dejado respetar los tiempos. Te quiero.



lunes, 24 de junio de 2013

Yo, movedora de masas profesional

Resulta que tengo fans. Yo, Alba para los conocidos y Albuli para los amigos, tengo fans. Y esa es la razón por la que he vuelto a éste, mi querido blog donde escribo toda la serie de excéntricas a la par que catastróficas anécdotas que me pasan a lo largo de la vida. Fans, fans, fans. Pero no de esos que ya te conocen, véase primos, amigos y demás personas que ya sabían de tu existencia y de todas las cosas que te ocurren por el simple hecho de estar en este mundo y que te pedían que siguieras contando todo aquello que sucediese a tu alrededor. No. Hablo de fans auténticos, de esos que te escriben, aun sin conocerte, para decirte lo mucho que les gusta tu manera de expresarte.

Yo, movedora de masas profesional. Yo, con fans. Quién me lo iba a decir. No uno, ni dos, queridos, sino tres. Tres fans. Pensaréis que es poco, pero para alguien a quien apenas conocen más allá de la esquina de su portal, no está mal. Tres personas que me han encontrado por internet y han pensado que yo puedo sacarles una sonrisa. Gracias a todos aquellos que son felices a costa de mis desgracias. Lo digo en serio, eh. Gracias por avisarme de que mi patética vida os es útil a algunos de vosotros. Si mi pesar es vuestra alegría, mi pesar se convierte en alegría también. Qué poética me he levantado esta mañana.

Bueno, que resumo, que me estoy poniendo filosófica y ése no es para nada mi estilo. Resulta que me había venido ayer a mi retiro espiritual para desconectar del trabajo, internet y todo aparato electrónico viviente cuando recibo una alarma del Apalabrados. Sí, ese juego que tanto odiaba, me enganchó, hizo que dejase de tener vida propia, me desintoxiqué y del cual pasaba olímpicamente. Hasta ahora. Mi fan número tres me encontró por el dichoso jueguecito. Me dijo cosas increíblemente subidoras de moral, que, por cierto, no creo que merezca, pero gracias. Una persona que ni tan siquiera conoce a este Rubia Neurótica que suscribe y que ha conseguido que, en apenas unas horas, volviera a coger el teclado y me pusiera manos a la obra. Creedme que eso es mucho, teniendo en cuenta que mi cabecita llevaba meses diciéndome “escribe, escribe” y al final siempre conseguía cualquier otro entretenimiento para no acabar aquí sentada, dejándome la vista.

El caso es que comenzamos a hablar y la partida quedó en nada, pero oye, me devolvió las ganas que tenía por escribir en este blog. Y aquí ando ahora, en el que se suponía que iba a ser mi fin de semana de retiro sin ningún tipo de aparato que llevase cables, agarrada al ordenador portátil y con el internet del iPhone enganchado, del cual, por cierto, he acabado con 53 megas menos en apenas 15 minutos. ¡Maldita tecnología!

Pues eso, este post no es nada del otro mundo, sabéis que podría extenderme hasta límites insospechados, pero es que, aparte de que no me apetece, me ha pillado la inspiración trabajando y tengo que ponerme ya (pero ya) con el proyecto que tengo ahora entre manos. Y sí, me refiero a esa novela que tantos fans (hasta ahora, sólo los que me conocían) me llevabais pidiendo. Por ahora sólo es un documento en Word de apenas doce hojas, pero con el que espero coronarme (por fin) como mujer de éxito en general y escritora patética en particular. Una novela al más estilo Rubia Neurótica, un show, vamos. No será literatura a lo Punset, pero oye, Punset tampoco tiene la comicidad de mi persona, ¿no?


Hasta pronto, fans. A todos, aquellos que me conocen y a los que no. Y otra cosa, gracias por no dejar de animarme a que siga escribiendo, porque, aunque a veces se me olvide, esto es lo que me gusta, al fin y al cabo. Clic.