No sé muy bien cómo empezar lo que quiero escribir, ni siquiera sé qué escribir, pero algo me dice que o lo intento pronto o todo lo que pretendo transmitir se va a ir volando si no lo hago rápido.
Éste, mi blog de rubia neurótica, al que tan poco caso hago pero al que tanto adoro y, por qué no decirlo, mi favorito de entre todas las cosas varias que andan mías por internet, será hoy el recipiente perfecto para volcar todo lo que siento ahora mismo.
Casualidades de la vida o, bueno, casualidades creo que no -destino lo llamaría, más bien- quiso que hace exactamente seis días una persona recibiese una llamada que le dijese algo así como "¿te quejas del poco tiempo libre que tienes? Pues toma, otra actividad más, para que no te aburras". Es gracioso pensar que el motivo de esa llamada nos hiciera pensar que aún tendría menos tiempo libre, cuando el paisaje que tenía ante sus ojos en ese momento eran las preciosas montañas de Fonsagrada, en Lugo, donde nos habíamos dirigido el día anterior para pasar el fin de semana de fiestas.
Esa persona, con una expresión en su cara entre expectación y terror por no saber cómo afrontar todo lo que se le venía encima, me dijo: "Me han llamado para trabajar". Ya veis, algo que sonaría como el cantar de cien ángeles para muchos, a ella le supuso un shock. Y esa persona, aun cargando a sus espaldas con decenas de cosas (a saber: su trabajo como periodista, su labor como empresaria, su faceta como artista de la inventiva literaria y un sinfín de locuras más que, por qué no decirlo, comparto con ella a tiempo casi completo) dijo "¿por qué no?". Y ahí que se lanzó, con otra cosa más que la dejará hecha un trapo sin dormir durante los próximos meses.
Y os preguntaréis "¿y ésta por qué peinetas nos cuenta que a una amiga le ofrecieron trabajo mientras estaba de fiesta en Galicia?" Pues porque, casualidades de la vida (o el destino, repito) quisieron que yo estuviese a su lado en ese momento. "Oh, Dios, ¿cómo voy ahora a corregir mi libro?" "Yo, si me dejas, quieres y te fías, puedo ayudarte". Y esa persona me dejó, quiso y se fió de dejar su manuscrito en mis manos. A mí y sólo a mí. Yo, la primera en leer su novela.
Es cierto que ya me lo había prometido una vez, pero se "saltó" un escalón y me dejó con las ganas y, sin embargo, casualidades de la vida (o el destino) quisieron que poco después apareciese esta oportunidad. Y ahí estaba yo para aprovecharla. Que algo llegue a tus manos sabiendo que eres la primera que lo toca es algo que no se puede explicar. Y más cuando es un libro. Y más cuando es de mi Manzana. Porque sí, amigos, la persona tan especial que me dejó, quiso y confió en dejarme una parte de sí misma es Manza, mi Manza.
No pretendo hacer ninguna reseña del libro ni nada parecido. Y es que, aunque quisiese, tampoco sabría hacerlo. Ella es la que sabe de esas cosas, yo soy más de decir lo que se me pasa por la cabeza, y oye, no suele salir del todo mal, ¿no? Tampoco os voy a decir cómo se llama el libro, porque ni siquiera sé si es "legal" haberlo leído antes que el resto del mundo.
Sólo diré que mi Manza lo ha vuelto a hacer. Mi manzana y su pluma han logrado lo que nadie más ha conseguido en mi persona con una lectura. Ha conseguido, por segunda vez, que me emocione tanto con un libro que mientras haya leído las últimas cincuenta páginas no haya parado de llorar. Y digo por segunda vez porque sólo hubo una primera, y también fue con otra de sus novelas. La primera.
Y no, no me he emocionado por la historia en sí, sino por todo lo que engloba. No sólo el amor, sino la amistad, la facilidad que tiene para abrirse a los demás y contar todo lo que lleva dentro. Quizás muchos la leeréis y os gustará, pero todos los que la conocemos sabemos que hay mucho de ella (muchísimo, qué coño) en este libro. Quizás muchos, cuando sea una prestigiosa escritora de éxito, os gusten sus novelas, pero pocos conoceréis a la persona que está detrás. Y yo siempre podré decir que fui la primera en leer una de ellas, aunque sólo haya sido por esta vez, pero con eso me quedo y te doy las gracias por ello.
Y ya está. Ya me callo, porque no soy ninguna cursi, y lo sabéis. Sólo soy una llorona que está enormemente emocionada y orgullosa del talento de su Manza.
P.D.: Espero que te gusten estas palabras, porque son mi regalo para ti. La primera en leer tu obra y la primera en decirte, una vez más, que eres increíblemente buena en lo que haces. Gracias.
...Y no, no estoy escribiendo esto porque haya leído los agradecimientos. Es con lo único que me has dejado respetar los tiempos. Te quiero.