viernes, 26 de octubre de 2012

Porque madre no hay más que una

Sí, y menos mal, porque llego a tener dos como la mía y ya estoy colgada de un pino. O de una encina. O cortándome las venas con la cuchilla del baño. O. O. O. Pensaréis que soy muy dura, pero es que mi madre también lo es. Ahora empiezo a explicarme el motivo por el que le ha salido una hija tan amable, pero un tanto criticona y con ciertos puntos de locura transitoria (o no tan transitoria). Ya sabéis, con nosotras también se cumple eso de "de tal palo, tal astilla": igual que nos parecemos físicamente (sí, queridos, todos mis amigos me dicen que soy el calco -facial- de mi querida progenitora, porque lo que viene siendo el cuerpo, con sus curvitas guitarriles varias, provienen de tierras gallegas paternas...), también somos clavaditas en personalidad. Ella se empeña en que no, en que mis esporádicos y a la vez que temidos arranques de mala leche los he heredado de mi padre, pero se confunde. Se equivoca de cabo a rabo. Y quienes nos conocen bien (o no tan bien) lo saben. 

Como dos gotas de agua, sí. Dos calcos. Y, como clones que somos, hoy me la ha clavado. Una de esas puñaladas que, días después, aún duelen en lo más profundo del sistema circulatorio y motor. Hoy mi madre ha sido igual de criticona y porculera que yo, su hija, ese ser nacido de sus entrañas hace escasos 25 años. Yo, su "cosita", su "linda" y todo lo que ella decide llamarme en sus momentos materno-amorosos he sido vapuleada por su persona.

Ya os estaréis preguntando el por qué de tanto revuelo: "Con lo buena que es tu madre, por Dios, te quejas de vicio", "Alba, tú dices 'bi' y al segundo tienes una 'bicicleta', que dices 'zapa' y a los cinco minutos aparecen dos 'zapateros' en tu habitación" (Pedro, ésta va por ti, aunque seguro que ya te has reconocido en estas palabras...). Que sí, que mi madre es un amor y todo lo que queráis, pero cuando descarga, lo hace con toda su fuerza titánica:

"Alba, hija mía, no me extraña que no te llamen de ningún trabajo, viendo la foto que tienes puesta en el currículum... No pareces tú, tienes una expresión rara, sales bizca y despeinada. Y, además, (y por si esto no fuera poco, my friends) ni siquiera se te ven los ojos claros; están oscuros, como marrones. Jajajajajajajajajaja." (Entendéis que esas son las carcajadas posteriores de mi susodicha progenitora tras soltarme dicha perla. Perlote de Majórica.)

¿Cómo lo veis? ¿Cómo os coméis tal plato de pasta indigerible? ¿Pero una madre no estaba para decir lo guapas que son las hijas full time in everywhere? ('A todas horas y en todas partes', que a veces me arranco por soleares y me da por escribir con poliglotismos varios.) Pues la mía no, amigos, la mía está para ser sincera con su lucero del alma. O sea yo. Para tener una sinceridad con mi persona aplastante. Lapidaria. Mortal de necesidad. Y digo yo (y eso que tengo abuela) que una no está tan mal, ¿no? Que mis defectillos tengo, claro, pero aquí la Rubia Neurótica que suscribe aún despierta algún suspiro que otro entre la población masculina... Aunque no sé ni cómo soy capaz de levantarme tanto la moral, cuando debería tenerla por los suelos después de tal jarro de agua fría por parte de mi madre. Sé que me repito, que soy muy pesada, lo sé, pero es que me lo ha dicho MI MADRE. MI-MA-DRE.

Muy fuerte todo, sí. Pero es que la cosa no acaba aquí. ¿Qué os pensabais?  Es mi madre y somos igualitas, así que no se iba a quedar conforme con decirme UNA vez lo poco agraciada que soy, no. La mujer se ha regodeado en su comentario dos y tres y cuatro veces, hasta llegar al momento crucial de meter a mi padre también de por medio (como si el pobrecito mío, que es un santo varón -quitando que fuma y que no me hace caso para ponerse a dieta- no tuviera suficiente con vivir con dos mujeres como nosotras). Pues sí, queridos, va mi santa madre y no se le ocurre otra cosa que soltar por esa linda boquita de piñón que tiene (y no sé si para intentar arreglar el estropicio que acababa de montar con su adorado retoño) la siguiente -y segunda- perla de la tarde: "Tu padre también vio ayer la foto y pensó exactamente lo mismo. Que sales bizca, vamos".

Gracias, mamá. Gracias, papá.

Ante tal comentario, y siendo todo lo buena persona que puedo llegar a ser en ese momento en el que podría haber explotado -en el sentido más literal de la expresión-, decido decirle a mi madre: "Mamá, very strong todo lo que me estás diciendo, pero no te preocupes, que tengo otra foto de carnet, más actual, además, y te la voy a dar para que la lleves en la cartera".

(Diálogo acontecido inmediatamente después de mi gran idea de darle OTRA fotografía a la "crítica constructivista" de mi madre):

- Ésta me la hice hace unos meses y te aviso que todo el mundo que la ha visto me ha dicho que salgo guapísima.

- Pues como sea como ésta...

- ¬¬' (Esa es mi cara mientras voy a mi habitación a coger, con toda mi buena voluntad y amor hacia esa mujer que me dio la vida un 23 de febrero, la OTRA foto).

- (La coge, se la acerca a la cara, la vuelve a alejar -porque no ve un carajo con las gafas progresivas-, la vuelve a acercar... Y se ríe. Se ríe a carcajadas. OTRA VEZ. Mi madre riéndose DE MÍ otra vez).

- ¡Pero si en esta estás igual! ¡Tienes algo raro en la mirada! (A la vez que intenta gesticular mi pose de horas ensayadas en el espejo haciendo un movimiento como de subida de cejas -cuando yo el tic a lo Carlos Sobera no lo he tenido en la vida. Lo he intentado, sí, pero todos han sido momentos infructíferos en mi carrera como imitadora profesional).

- Pues Tam me dijo el otro día que salgo guapísima, que SOY guapísima y muy fotogénica.

- Jajajajajajaja. (Más risas. De mi madre).

- Jajajajajajaja. (Más risas. De las dos juntas.)

A ver, qué voy a hacer si no... ¿Lloro porque mi madre piense que tiene una hija con la mirada algo distraída? ¿Lloro porque mi madre me ha comparado con dos grandes de este país, como vienen siendo Leticia Sabater y El Dioni? Pues no, me río. Me río con ella. Las dos juntas, que pocas veces pueden darse esos momentos de complicidad entre madre e hija, donde las carcajadas no cesan por no parar de escuchar reir a la otra. La persona más importante de mi vida.

P.D.: Ahora ya sabéis de quién he sacado esa pequeña picardía para con los demás: de mi querida madre. Y de sus comentarios. Yo también te quiero, mami.

P.D.: Y ahora, por favor, sed benévolos con mi persona y decidme que mis padres están confundidos y que los que ven dos ojos, uno mirando pa' Cuenca y otro pa' Valladolid, son, en realidad, ellos, que ya tienen el mal de la vista cansada. O cualquier otro defecto que me dé la razón. Me haríais sentir mucho mejor. Gracias.


martes, 9 de octubre de 2012

La primera cita

Algunos lo llaman "primera cita", yo prefiero llamarlo "puta primera cita". O "jodienda de cita". O "cita de mierda", a secas. Espero que sepáis a qué me estoy refiriendo; en caso contrario, o sois muy feos o antisociales. O las dos cosas a la vez (que no suelen ir reñidas, de hecho, suelen ser un pack. A veces, me sorprendo de lo bad person que puedo llegar a ser...). 

Aviso para navegantes que no sé qué puede salir de este post... Llevo mucho tiempo queriendo escribir sobre algo así, pero tengo tantas y tan malas primeras experiencias que creo que se puede acabar el mundo después de publicarlo... Encima, estoy intentando concentrarme con una música de fondo un tanto extraña... Resulta que hace apenas 4 días (sí, 4 días) descubrí el maravilloso mundo de Spotify y aquí ando, probando, con una lista de reproducción llamada, literalmente "Las típicas canciones que no sabes cómo se llaman, pero te gustaría escucharlas". Aquí hay de tó. Pero de tó.

A lo que iba: ¿qué es una primera cita? Es ese momento en el que te has decidido a quedar con cierta persona, como un primer contacto, para conocerla mejor y esperar que aparezcan los corazoncitos a vuestro alrededor mientras os dais cuenta de que estáis hechos el uno para el otro caminando agarraditos de la mano paseando por El Retiro. ERROR. Veis muchas películas románticas. Pero muchas. Una primera cita es una de las peores experiencias para una mujer (de los hombres no me aventuro a hablar, que estoy convencida de que para ellos el simple hecho de que una chica ya quiera quedar con ellos, es un triunfo). Se trata de una maratón de horas pre-cita, momento-cita y post-cita que toda chica con dos dedos de frente debería aprender a odiar profundamente.

Para empezar, quiero haceros una pequeña introducción del tipo de primeras citas que existen (de unas pocas sólo, que nos puede dar aquí el fin del mundo según los mayas y seguimos leyendo tipologías citiles):
  • Cita a ciegas. Mortal. Pero mortal de necesidad. Ese momento en el que el típico grupito de amigos que tenemos todas las personas humanas, y que todos son parejitas, menos tú (obvio) y están deseando que te eches tú también novio, porque claro, eres la oveja negra del grupo (a mí me pasa, amigos) y te dicen esa querida frase mundialmente conocida como: "Tengo un amigo perfecto para ti". ¿Qué haces? ¿Sales corriendo? ¿Huyes despavorida temiendo que sea otro freake con gafirulis como el novio que tiene tan enamorada a tu mejor amiga? ACIERTO. Pero no, en vez de eso, comienzas una retahíla sin parangón de preguntas cual diarrea verbal para conocer mejor al futuro padre de tus hijos (al que, repito, no conoces absolutamente de nada. Podría ser un calvo, gordo con dientes podridos, pero NO, es tu príncipe azul y, como tal, será moreno, alto, fuerte, deportista, con ojos verdes, proyección profesional, inteligente y divertido): "¿Y cómo es? ¿Es guapo? ¿Rubio? No me gustan los rubios, bueno, haré una excepción. ¿Edad? ¿En qué trabaja? Ahm, ha estudiado económicas, bien, bien, me gusta, así llevará las cuentas familiares. ¿Y tiene hermanos? (para saber cuántos tíos tendrán nuestros 4 hijos, dos niños y dos niñas, dos de ellos mellizos) ¿Y cuándo lo ha dejado con su anterior novia? (Importantísima pregunta, hay momentos de atacar y otros de esperar en la sombra a que aparezca el detalle que te diga ¡Ataca!)" Y así, una tras otra, friendo a preguntas al susodicho novio freake de tu mejor amiga. Normal, ¿no? Necesitas saber cómo es ese hombre. El Hombre. Conclusión: Tras un informe pormenorizado de su genética ancestral y su proyección de futuro, decides que sí, que es el hombre de tus sueños y que, cómo no, aceptas una cita a ciegas con él. Total, irá todo rodado, ya es como si le conocieras de toda la vida. ERROR. Acaba siendo el calvo, gordo con dientes podridos que no habías querido imaginarte. Y para más muerte en vida se pasará toda la noche hablando de su colección de camisas ("Ésta la tengo también en verde, azul, rosa y blanca,  ¿te gusta" "Qué pasa, que sólo sabes comprarte camisas o qué"). De camisas y de su pasión incondicional por Goku y todo lo relacionado con sistemas Java de su nuevo dispositivo móvil. 
  • Cita con el tío de Internet. Ésta es una variante de la cita a ciegas anterior, pero con la diferencia de que la retahíla sin parangón de preguntas se la haces tú al tío X en cuestión. "Uis, chata, encantador. Qué te digo encantador, súper encantador. The man of my dreams. Moreno, alto, sí, sí 1.85, perfecto para cuando yo lleve tacones, ojos verdes, que sí, que sí, mucho pelo, éste no se queda calvo. Está haciendo su tercer año de residencia en cardiología, toda una saga de médicos en su familia. Y qué guapo, tía, qué guapo. Y divertido... Uuuy chica, qué divertido, no puedo parar de reírme con él. Vamos, que no entiendo por qué sigue soltero. Pero bueno, hasta ahora, hasta que me conozca a mí." Por fin se decide a pedirte una cita, después de hablar horas y horas con él (que ya le conoces más que a la vida de todos tus parientes cercanos juntos). Te dice que te llevará a cenar a un bonito restaurante con vistas al lago ("Ains, Mary, encima romántico... -emoticono de corazoncitos en los ojos-). Dos horas para prepararte y ¿qué pasa? Que era un gordo, calvo con los dientes podridos, que había mentido poniendo una foto de Míster Valladolid 2003 en su perfil. "Una pena, Mary, una pena. Una y no más."
  • Cita con el tío de la discoteca. Sí, el de anoche. Ese que te pareció súper mega genial cuando le conociste. "No, no iba borracho. Y yo tampoco, sólo me tomé un gintonic (tan de moda en estos momentos. Y no entiendo por qué, porque está para vomitar, pero chica, como está de moda...). Nada, Mary, hablamos durante horas, majísimo de verdad. Y no iba a lo que iba para nada. Éste sí, Mary, éste sí. Además, ya le conozco en persona, ese es un punto ganado. Físicamente me encanta, de verdad, un Adonis. No hablamos de cuestiones de trabajo, quedaba feo en ese clima tan especial que creamos en la barra del bar. Sí, tía, me pidió el teléfono y hemos quedado para mañana. Qué ganas, Mary, ¡qué ganas!" Quedas con él en el centro (no viene a recogerte a casa cual caballero montado en su noble corcel) y descubres que, aparte de ser más feo y bajito de lo que recordabas (no, no habías bebido. Nada. Ejem), es un ni-ni que ni trabaja ni estudia ni hace nada con su puta vida, que no tiene un duro y que, para más tocarte la peineta, te toca pagar a ti toda la cena. ¿Pero qué clase de príncipe esperaba yo de semejante ser?
Hasta aquí mi tipología de primeras citas desastrosas, porque como empiece, no paro. Así que chicas, para qué nos vamos a tirar horas y horas de preparación pre-cita (dos horas probándote ropa, una hora para peinarte, otra media para maquillarte y tres horas para contarle a tus amigas que has quedado con el hombre de tu vida) para que te aparezca cualquier sapo al que no tocarías ni con un palo... Tantas primeras citas te enseñan a amar tu soltería, con sus cosas buenas y sus cosas geniales y a pensar que un día, sin esperarlo ni quererlo, te aparecerá ese gordo, calvo con dientes podridos o ese ni-ni que no tiene ni para chicles que nos enamorará perdidamente. Clic.

P.D.: El final de este post era para quedar bien. En realidad yo pienso encontrar un hombre moreno, guapo, fuerte, deportista, alto, con ojos verdes, guapérrimo, inteligente, con un buen trabajo y proyección de carrera, divertido, detallista, muy detallista, con iniciativa, sincero, con amigos (primordial, por mucha tontería que os parezca), nada celoso ni posesivo, independiente, que le guste viajar, que no fume y que me trate cual princesa. Vamos, lo que yo ofrezco, pero en mujer. Tampoco pido mucho. Interesados, razón aquí. Gracias.

jueves, 20 de septiembre de 2012

A mí me daban dos

Sí, dos. Dos hostias. Dos timos. Dicen que las personas somos los únicos seres que tropezamos con la misma piedra dos veces. He aquí yo como claro ejemplo a analizar de este refrán. Y es que el post de hoy va de lo que me gusta hacer reír a la gente (y no conmigo, sino de mí). Sí, amigos, soy la viva imagen de "timemos a ésta, que se le ve cara de tragárselo todo" (creo que mi mente calenturienta acaba de jugarme una mala pasada...).

El primer paso es reconocer que soy una "persona con cara potencialmente timable". Vale, lo reconozco. Y eso que yo me creía de las que no les daban gato por liebre: "Yo que tú no lo compraba, es un timo. Se ve a años luz que eso huele mal". Pues toma, por ir de lista, dos timos en menos de dos meses. Y, lo mejor de todo, sin verme la "cara potencialmente timable" que tengo.

Maldito Internet y malditas nuevas tecnologías. Son los causantes de todos mis problemas, porque os digo yo que esto no me hubiera pasado si me hubieran visto face to face, porque tendré cara de tonta, sí, pero tengo un importante poder de transformación hacia cara de perro de presa en muy pocos segundos que os daría miedo. Digievoluciono a la velocidad de la luz, creedme.

Bueno, a lo que iba, que sí, que me han timado. Dos veces. Algunos pensaréis que le puede pasar a cualquiera. Yo también lo creía hasta que la gente que me rodea, cuando se lo cuento, me dicen: "Eso sólo podría pasarte a ti. Pringada". Gracias, tener amigos para esto.

Bueno, vayamos por partes y cronológicamente en el tiempo hablando (cómo me gusta decir en ocho palabras lo que podría decir en dos):

Primer timo: "La casa ganga de la playa"

Véase cinco amigas que buscan desesperadas un apartamento en la Playa de Gandía. Bueno, bonito y barato. Y si está en primera línea, con aire acondicionado y con la nevera llena cuando lleguemos, muchísimo mejor (de ron, por supuesto). ¿Cuál fuimos a alquilar? El bueno, bonito y barato. Y el inexistente. Porque no, no existía. Pagamos por, cómo decirlo, nada. Na-da. Y pensaréis que le puede pasar a cualquier persona humana que, sin preguntar, hace un giro postal a una tal Ana María Mihaly (sí, a la hoguera con ella). Sí, puede pasar, pero las circunstancias que rodeaban al timo eran dignas, cuanto menos, de levantar sospechas. El hecho de que la persona de contacto tuviera una dirección de correo haciendo mención a un tal Capitán Salami (sí, ese de "Como un salami, tu amor llegó a mi vidaaaaaaaaaa, como un salami, para ponerte finaaaaaaaaaaaaa") y que no nos cogieran el teléfono una vez hubimos desembolsado 200 cocos, era como para pensárselo. Como para pensárselo mucho. Menos yo, que como tengo "cara potencialmente timable" y además un corazón y una buena fe que no caben en mí, seguía diciendo que no pasaba nada, que no nos preocupásemos, que llegaríamos a Gandía y tendríamos listo nuestro apartamento. Sí, el bueno, bonito y barato.

Desde aquí le doy las gracias a mi amigo Piñi (en mi grupo somos muy originales poniendo motes, sí. Y éste no es de los peores, creedme. Esto me recuerda que, como te pongan un apodo de niño, ya te puedes morir con él, que se olvidarán de como te llamas en realidad y lo plasmarán en tu lápida cuando hayas estirado la pata. Y no, no os voy a contar cuál es el mío). De no ser por él, aún me planto en la playa con las maletas. Porque, amigos, descubrimos el timo tres días antes de viajar a 412 kilómetros de Madrid.

Aunque bueno, en el fondo, la cosa acabó bien. Sólo tuvimos, en una mañana, que: empezar a mosquearnos (yo no. Seguía pensando que las buenas personas existían. Ahora ya no lo pienso. Ana María Mihaly, huye. Huye de mí si me ves con una katana y una cara de perro de presa que dé mucho miedo), investigar por Internet, encontrar a la puta de la Ana Mary, descubrir que era una timadora nata desde que el mundo es mundo, agobiarnos, gritar, cagarnos en todo lo cagable, relajarnos, respirar hondo, sentarnos, otra vez, frente al ordenador, buscar una agencia, que esa agencia tuviera apartamentos libres (buenos, bonitos y baratos), reservar uno de ellos y reírnos de nuestra desgracia. Y todo en un par de horas. Pero sí, acabó bien, con 200 panchos menos en el bolsillo, pero bien. Tan bien que llegué a Madrid, ocho días después, con una infección de garganta que podría haber muerto a mitad de semana. Pero sobreviví. Sobreviví al timo y a las vacaciones  (dignas de otro post. O tres. O cuatro.)

Segundo timo: "Los SMS gratuitos"

Esta anécdota es más corta, pero me la comí yo solita. No tengo amigas a las que co-echar la culpa de haber sido timadas. La quería para mí. Porque como dicen, a mí me daban dos. No iba a conformarme sólo con un timo durante el verano. Hombre, por Dios.

¿Quién se cree eso de "Manda SMS sin límite, que no te cobramos ni un céntimo"? Pues yo, obviamente, si no de qué os iba a estar contando esto ahora. Resulta que, como muchos tendréis en vuestros Smartphones, existe una aplicación que te ofrece a coste cero, y durante 24 horas, otra app que, habitualmente, habría que pagar por ella.

Lo cierto es que yo no le suelo hacer demasiado caso, ya que, en su mayoría, todo lo que ofertan son juegos, y yo me creo demasiado culta para tirarme full time con games del tipo Apalabrados o Diamonds (no cuela, ¿verdad?). El timo, en esta ocasión, radica en que la app que ofrecían hace días parecía de gran utilidad. Y recalco lo de parecía, porque ya la he enterrado por los restos de los restos. Y para los restos de las próximas 4 vidas, también. Que si puedes llamar gratis a cualquier parte del mundo (yo pensando en llamar all day a mi amiga negra del Congo afincada en Lisboa, conocida por todos como Wach), que si mensajes de textos ilimitados sin coste alguno, que si es la aplicación número 1 en EE.UU, que si tal, que si cual. ¿Quién se cree que dan duros a pesetas? O, mejor dicho, ¿millones a cambio de nada? Pues la Rubia Neurótica que suscribe. 

Vamos, que me faltó wifi para descargármela en sesenta milisegundos y, después de trastear con ella y darle todos los datos habidos y por haber en mi vida, me pide que "reenvíe a los contactos que desee un SMS para hacerles conocer también a ellos esta maravillosa, increíble, sofisticada y perfecta aplicación". Y he aquí mi pensamiento de los siguientes 5 minutos:

"Coñe, ¡si es gratis! Se lo voy a reenviar a todos mis contactos. (Dudo durante un minuto). Bueno, mejor a todos no, que tengo muchos en la chorbo agenda a los que ni siquiera me apetece verles la cara, como para enviarles un mensajito, aunque no me cueste un duro. (Desecho unos 50 contactos. Sí, soy una persona muy sociable, ya lo sabéis). Mensaje enviado. Ok. A 174 personas." 

-Ya habréis podido deducir que de gratis tenían bien poquito. Cuán sorpresa me llevo cuando veo que en mi bandeja de salida del iPhone he mandado 174 mensajes de texto.-

En este momento es cuando empiezas a ponerte nerviosa y piensas "No me jodas que han vuelto a timarme y voy a tener que pagar esta mierda". A esto que, para ser aún más el hazmerreír de la gente, decido ver mi factura delante de dos amigas. Hostia en la frente. 28,51€ en mensajes que me va a llegar a final de mes. Desde aquí quiero dar las gracias a esas dos personas que se estuvieron descojonando de mi persona durante más de media hora. Os recuerdo que formasteis parte del primer timo, por si lo habíais olvidado.

Vale, creo que ya os he acabado de convencer de que soy tonta. Una tonta con bastante menos pasta en la cuenta. Pero bueno, al menos ahora tengo una nueva vida: Ahora mi nuevo apodo es Capitana Salami y tengo una aplicación a la que acudir para llamar a Lisboa y mandar mensajitos gratuitos a mis 174 contactos. Yupi.

domingo, 16 de septiembre de 2012

A esa personita...

20:25 de un martes cualquiera en Madrid. A 633 kilómetros, una personita está comenzando a desempaquetar maletas en una ciudad desconocida, con calles desconocidas y gente desconocida. Todo un mundo por descubrir. "Será una etapa genial de mi vida", se convence. Lo que ella no sabe es que no sólo será una etapa, sino el comienzo de una vida diferente. Distinta. Nueva.

A falta de un día, una mañana o, al menos, una hora para que esa personita y yo hubiéramos estado a solas y habernos despedido como la ocasión lo merecía, qué mejor manera que dejar plasmado en un diario público lo que esa "personita" significa para mí y lo que voy a echarla de menos. Así, de paso, y como toque humorístico al asunto, le doy un puntito en la boca a todos aquellos que me tildan de "Rubia tonta" sin conocerme. Señores, sé escribir como una adulta, que soy periodista, nunca lo olviden. Y voy a demostrarlo. Así, con el corazón al descubierto. No hay mejor forma de expresión humana que el sentimiento.

Y así, a modo de cuento, te diré que...:

"Todo comenzó una mañana de invierno del año 1990. Mediodía invernal, sí, pero un Sol ansioso de hacerse notar hacía de este día una jornada con olor primaveral. Parecía un fin de semana como cualquier otro. Una niñita vivaracha de ojitos verdes subía y bajaba la cuesta de su calle montada en su juguete preferido: un triciclo rojo al que amaba con locura. Calle arriba, calle abajo. Calle arriba, calle abajo. Era una pequeña urbanización a las afueras de la capital, donde apenas circulaban coches. Esa niñita se sentía feliz de respirar aire puro y poder corretear sin miedo a nada. 

Todo transcurría como de costumbre. Era la niñita mimada de la calle, el ojito derecho de todos los vecinos. Al fin y al cabo, era la única chiquilla de toda la zona. Hasta esa querida mañana de invierno con olor a primavera. Y es que, a tan sólo 20 metros de su casa, una familia comenzaba a desempaquetar una vida nueva. Unos padres altos y muy morenos traían consigo a otra niña. ¡Una amiga! Pequeña de tres años morena, muy morena. Con grandes ojos negros y melena rizada.

Desde entonces, química absoluta entre las dos niñitas. To be continued..."

¿Y por qué no hay un fin? ¿Por qué el cuento se termina ahí, en esa mañana? No acaba, al contrario, sólo es el comienzo de una historia que dura ya más de 22 años. Una historia que no tiene fin, porque la amistad, mi personita querida, si es pura, como la nuestra, es para siempre.

Y así, como tus padres en su día, cuando decidieron desempaquetar una vida nueva en esa pequeña urbanización, tú, ahora, haces lo mismo. A 633 kilómetros. Es el principio de "algo" que cambiará tu vida para siempre. Tu mentalidad y tu manera de ver las cosas darán un giro de 180 grados. En estos meses, aprenderás a valorar cosas a las que quizás antes no les dabas la más mínima importancia (véase poner una lavadora, hacer la compra sin coche en el que llevar las bolsas o racionarte el dinero por miedo a no poder comprar papel higiénico a fin de mes). Descubrirás placeres e interrogantes hasta ahora desconocidos. Los momentos buenos serán maravillosos y los regulares serán negros, muy negros. Aún así, esos momentos maravillosos suplirán con creces esos bajones que puedas tener echando de menos algo que no tienes cerca en ese momento.

Te echaré de menos, sí, pero no de la misma manera que te puedan extrañar los demás. Como sabes, hace tres años que tú y yo ya nos separamos por las mismas circunstancias. La misma experiencia. Destinos diversos, sí, pero fines similares. Te añoñaré, pero por encima de eso siempre pensaré en lo que te está tocando vivir. Lo que yo viví y con lo que me quedo. El mejor año de mi vida. Y éste, AMIGA, es tu año. El mejor de la tuya.

Sin más, te quiero.

P.D.: Véase cuán orgullo he tenido que tragarme para colocar "sin más" en mis palabras. Y todo por ti, pequeña flor. ¿Ves? He vuelto a hacerlo...

P.D. 2: Sólo esa personita y yo entendemos el porqué de la primera posdata ;)


lunes, 3 de septiembre de 2012

¡¡He vuelto!! ¡¡He vuelto!!

Sí. He vuelto. Y con dos kg más. O tres. O cuatro. En realidad, ni lo sé (y tampoco quiero saberlo). Tras más de un mes sin dar señales de vida humana por lo que viene siendo éste, mi pequeño y neurótico huequito blogger, he vuelto.

Perdonadme, sé que moríais lentamente sin tener noticias de las historias raras a la par que reales de vuestra rubia favorita, pero creedme cuando os digo que apenas he estado en la querida "capi" para poder escribir. De verdad, trabajar tanto me está dejando sin vida bloggeril. ¡Ah, no, esperad! El trabajo no, que sigo parada y bien parada, gracias. Quería decir que mi vida social veraniega de tres meses tocándome la peineta (sí, ya van 90 días sin experimentar lo que viene siendo el milenario arte de madrugar y currar durante ocho horas. O más.) no me ha permitido, siquiera, escribiros cuatro parrafitos para contaros mi egocéntrica vida.

Pero, repito, sed felices, porque ya he vuelto. Y esta vez -me da- que para quedarme mucho tiempo. Hasta que a la maldita crisis le apetezca aflojar un poco las cuerdas y el mercado laboral decida contratar a esta humilde periodista/publicista/relaciones públicas/marketiniana y comunicadora nata (y humilde, humilde, oiga).

Mes y medio en el que -cómo no- he acumulado anécdotas varias (surrealistas todas, of course) para compartir con todos vosotr@s. Todas son largas de contar y requieren de una concentración infinita que ahora no poseo (no me pidáis más; estoy escribiendo en un cuaderno de cuadritos -de los pequeñitos- para poder llegar a los Madriles y hacer un copy-paste rápido in my computer. Ya echaba de menos mis "poliglotismos" varios). Si algun@ se pregunta por qué cojones estoy posteando vía Pilot azul, sabed que se debe a dos cosas (aviso que la segunda de ellas es la más inútil que vais a leer en este blog. Y mirad que hay cosas sinsustancia entre mis líneas para elegir...): 

La primera -y haciendo mención a mi querida y pequeñita (pero matona) amiga Teresa-: La inspiración llega trabajando. Y es que anoche, mientras mis amigos se emborrachaban con calimocho (no esperéis más, ya están caninos después de tantas fiestas a base de alcohol del caro), nosotras hablábamos 100% sobrias (llevo 11 días sin probar nada de alcohol. Ni una caña. Ni una gota. Pero esta historia ya forma parte de otro post. Tranquil@s, no me he vuelto alcohólica ni nada parecido. Todo tiene que ver con mi "Operación fuera lorza post vacaciones". Pues eso, que entre conversaciones varias que no van a ninguna parte y otras que puede lleguen a buen puerto, me soltó este refrán. Corto pero verídico. "La inspiración llega trabajando." Así que, siendo las 18 de la tarde y tras tres fracasos absolutos de intento de siesta, me he dicho: "Alba, pilla papel y boli (Bic siempre. Mierda, no hay. Aquí sólo tengo Pilot) y empieza a escribir, que al final se te olvidará juntar sílabas para formar palabras". Y mira, con la tontería, lo que parecían iban a ser tres párrafos guarros (con todos mis respetos) para saludaros y deciros "¡¡Estoy aquí!! ¡¡He vuelto!!", se han convertido en un post de los gordos. Y de los que duele la mano (que ya llevo dos hojas de cuaderno...)

Bueno, y mi segunda "cosa" por la que estoy escribiendo en un puñetero cuaderno es por la simple y gilipollas idea de ponerme a prueba a mí misma (sí, otra de mis neuras varias). ¿Cuál esta vez? El miedo atroz a que se me hubiera olvidado coger un bolígrafo. Y, sí, amig@s, mis miedos eran reales. He olvidado escribir. Escribir "bonito", se entiende. ¿Dónde habrá quedado mi preciosa letra redonda, que despertaba envidias allá por donde pasaba? (Reíos, pero mi caligrafía era alabada allá donde quedaba rubricada). Pues bien, ahora mis letras perfectas se han convertido en una especie de caligrafía ininteligible con símbolos jeroglíficos a modo de palabras. ¿Hace cuánto tiempo que no me paraba a coger un lapicero? ¿Una década? ¿Dos? ¿Un siglo, quizás? ¡Cuánto daño han hecho teclados varios y demás dispositivos tecnológicos!

¿Alguna vez os habéis parado a pensar (yo sí, ya sabéis, mi cabeza no para de dar vueltas full time) que, a este paso, nuestros hijos no sabrán ni coger un lápiz para escribir su nombre? En vez de eso, sabrán manejar un iPad desde la cuna (eso si el IVA nos permite comprarlos, que, tal y como vamos, no podremos ni comprar pan cada día...) ¡Con lo que molaba comprarse el más molón de los estuches antes de comenzar cada curso. Tenía que ser el más grande, con todos los colores (incluidos el blanco, algún uso le encontraríamos a lo largo del año, aunque fuese para metérnoslo por la nariz) y del dibujo animado de la termporada (véase Princesas Disney, Rayo McQueen o los Fruitis)...

Dejando pensamientos freakes en voz alta a un lado, pues eso, que gracias a a Teresita he matado dos pájaros de un tiro (odio esta expresión, pero la mano me duele demasiado como para tacharla y pensar otra): la inspiración me ha llegado trabajando (malamente, pero me ha venido, al final y al cabo); y 2.- He vuelto a apreciar el noble arte de la caligrafía (malamente, pero lo he apreciado).

(¡Virgen Santa! Qué degeneración de post. Qué mal están las cabezas (la mía peor que las de la mayoría. Ya sois conocedores de mis locuras transitorias -o no tan transitorias-...)

Bueno, ya sí que sí, la Rubia Neurótica por excelencia se retira. Se retira a hacer una maleta para volver a Madrid. Se retira a hacer una maleta para volver a Madrid, deshacerla y hacer otra más grande. Se retira a hacer una maleta para volver a Madrid, deshacerla y hacer otra más grande, porque mañana vuelve a la playa. Una semana. ¿Se me había olvidado comentároslo? Ya sabéis, las cabezas... xD. Clic.